JUEGOS DE LOS NIÑOS EN EL GUADIX DE 1956
Quizás a las personas que ya pintamos canas nos esté sorprendiendo a qué dedican el tiempo libre los niños, desde muy corta edad, y adolescentes, cuando no están en la escuela o en actividades extraescolares. Estamos viviendo un tiempo en que el móvil, las consolas y las “nintendos” le han ganado definitivamente la batalla a los juegos infantiles, no ya en las plazas y placetas de nuestra ciudad, pero ni siquiera en las casas. Lo normal ahora es ver a los niños y adolescentes pasar horas y horas pendientes del móvil con el que se entretienen.
Hoy traigo a colación un artículo que se publicó en el semanario “ACCI”, allá por el año 1956, hace ahora la friolera de 68 años, lamentándose de que los niños de su tiempo ya no jugaban en la calle como los de su niñez. Dice así:
“Las cosas han cambiado, la vida es aun continua evolución en todos los aspectos, no creo ni que todo lo nuevo sea bueno ni que «todo tiempo pasado fue mejor»; pero a mí, y a usted lector, si ha pasado los veinte años, estoy seguro de que participa de esta opinión en cuanto a las diversiones de la niñez: lo pasado, lo que nosotros hacíamos era mejor. Me refiero en concreto al problema—sí, problema auténtico— de las diversiones en el niño y en el adolescente: antes, pero no un antes muy lejano, después de la guerra, la vida la hacíamos en las placetas de nuestro barrio: teníamos partidos sempiternos de pelota, quizá hecha con trapos y papeles; jugábamos a España y Francia, saltándonos los Pirineos con una facilidad que hoy me asombra; a “mela”; a “manos arriba”, sin que nunca terminasen los partidos, pues siempre se formaba la discusión… «yo te hice antes el alto»; al salto de la comba, etc.. etc. De verdad, recuerdo esto con nostalgia. Hoy las placetas están vacías, placetas de tanta historia como las del Conde Luque, San Francisco, Isla, San Miguel; sus niños, los que en ellas debían jugar, se han puesto corbata, y lanzado a la calle Ancha, incluyendo en este título genérico todas las calles principales, a pasear, o lo que es peor, y ello me ha movido a escribir estas líneas, se meten en el cine a ver películas que no le corresponde, en bares, cafés, a jugar al dominó, billar y futbolín, faltando algunas veces a la escuela. Los mayores, que rondan los quince años, toman sus vasitos de vino, fuman, pero no los polvos de la matalahúva que sobró de la matanza, sino pitillos rubios conociendo de corrido todas las marcas, aun pronunciadas en su idioma respectivo. Con todas estas cosas alardean de hombría, de una falsa hombría que pueden impedir que adquieran la real. J. B.
______________________________________________
Semanario ACCI. Año 1956
La fotografía es de la que antes se conocía como placeta de los Carros y actualmente es la placeta del Bulle