GUADIX, KILOMETRO CERO por Ignacio Ferriz

Los muretes que rodean el contorno del parque a modo de continuo banco de piedra, sin solución de continuidad, sostienen por la mañana la mirada de degustadores de churros, de los que esperan a los coches transporte hacia Fonelas o Pedro Martínez. De bachilleres de Ferreira o Gorafe que toman el sol distraídos en un banco del parque. De solitarios de ojos tristes y mirada entre retadora y furtiva que perdieron el tren de la esperanza. De ancianos que añoran el Celtas y observan las isletas de jardinería o ven pasar muchachas de zarcillos en ombligo. De lectores del periódico que comentan las noticias políticas nacionales o la conveniencia de tal o cual fichaje del Barça. Dos mujeres cotejan los encajes que adquirieron en Fenoy. Un gitano de larga melena canturrea un estribillo por rumbas.

Madres con carricoches paran en los puestecillos del parque para comprar una cocinica de juguete a sus niñas o un antifaz a los nenes. Un hombre bebe un furtivo carajillo en la barra del bar de Cartucho u Luis. A la derecha de la puerta principal de entrada se apostan vespertinamente jóvenes con ganas de risas, de flirteos, de acontecimientos súbitos. Los taxistas lo saben todo de todos, son como aduaneros en el epicentro de la ciudad con el sonido de su teléfono en el cajetín. Los loteros gitanos rifan la suerte ante los estrenados robots de cabeza verde, tronco ámbar y extremidad roja. En las sucursales bancarias de esta y aquella acera se ven rostros pálidos con ojeras y raya de plancha que huelen a colonia marca Hastío. En las escaleras de la plaza de abastos están sentados dos hombres, uno vende caracoles y el otro chumbos. Siguiendo por la avenida del beato de Lanteira encontramos platos de loza, guarnicionería, aperos, esparto, libros de Guadix, el olor a taberna en Doctor Pulido. Los saludos jocosos de “hasta luego camemas”-“adios garlopo” entre hombres o “¿qué pasa prenda? te veo mu bien” entre las mujeres, o esas conversaciones convencionales de “¿qué? ¿cómo va la cosa?”-“ pues la cura va bien pero el ojo lo pierde”. Modernos y lujosos escaparates de prêt-a-porté, gafas o complementos. Gentes de otros países y con otros acentos o jóvenes liberados en su aspecto de la tiranía de la costumbre, atrevidos incluso, libres, hacen que la fotografía de un Guadix en sepia se transforme en color.

Albores del siglo XXI en Acci, tiempo de esperanza, Guadix es una nave nodriza, ¿el rumbo?, depende ti y de mí, mejor dicho, de nosotros.

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