Guadix es un pueblo grande y una ciudad pequeña, por esto mismo contiene las virtudes y defectos que sustantivan a este tipo de lugares.
Un inconveniente que ha tenido más trascendencia de lo que se cree son los prejuicios de sus moradores, un boomerang lanzado, que a la ida golpea sin distinción y a la vuelta se incrusta en la frente de quien lo tira y que estoy seguro ha cercenado muchas iniciativas conjuntas que podían haberse llevado a cabo, amén de hacer la convivencia más plácida. Parece que afortunadamente poco a poco las cosas van cambiando, pero todavía existen ciertos prejuicios de los unos con respecto a los otros que cabría desterrar por injustos.
Alguna gente pronuncia con demasiada ligereza, muchas veces con desconocimiento, siempre con injusticia ya que nadie es quien para juzgar a nadie o peyorativamente palabras como cuevero, facha, rojo, porrero, señorico, pobretón, floja, forastero, beata, cateto, raro o golfa.
Si partimos de la base de que todos tenemos grandezas y miserias y dos caras como la añorada peseta ¿cómo es posible que la ignorancia o la mala puleva hagan que a algunas personas las machaquen viendo solo su hipotética parte mala, la cruz y no la cara?, ¿hay personas que aún no se han dado cuenta de que para convivir en sociedad es más que conveniente ver la parte buena del que tenemos enfrente?, concediendo a todos el beneficio de la duda y desterrando envidias que no llevan a ningún sitio.
La buena salud psicosocial de nuestro Guadix depende en gran parte de esto, mirarnos a los ojos sin prejuicios seculares y absurdos; pondré algún ejemplo de lo que escribo para mejor ser comprendido. La mayoría de los llamados señoricos lo son por su propensión al consenso con distintos agentes, trabajo arduo, inteligencia y redaños. Los forasteros hacen un Guadix más plural y vienen a ganarse la vida como los andaluces en los años 70 a menudo haciendo el trabajo que nosotros ya no queremos hacer. Los pobretones son esos héroes anónimos a los que algún día la historia reciente agradecerá su contribución actual a la bonanza económica de una numerosa clase media. A los que llaman fachas, por encabronarlos asemejándolos a los fascistas, en la mayor parte de los casos yo sólo los contemplo como conservadores en su acepción política, liberales en economía y tradicionales en costumbres. Los rojos, antes rojazos, son individuos en algunos casos con conciencia de clase utilizando la terminología marxista y en otros ya adaptados a posturas más pragmáticas y menos extremistas como propugna su rey mago favorito “Gaspar”.
Como antes esbocé creo que la única división que humanamente interesa tiene que ver con la buena o mala puleva de cada cual, o sea con su bondad o maldad.
Lo que me parece peligroso son las trincheras de los políticos que cruzan guantes y pólvora de manera inmisericorde en pos de beneficios propios y espurios, sin importarles que ello afecte a la convivencia del pueblo, a veces presionando para que la gente se alinee en uno u otro bando cuando la gente lo único que quiere es convivir en paz. Yo no quiero un pueblo de gregarios sino de vecinos.
P.D. Espero que por la publicidad encubierta la granadina empresa Puleva me abastezca de manera honorífica y sobretodo gratuita, que no simbólica, de buena leche durante el año 2014 que ya se avecina.