El sábado 27 de Febrero de 2010, a las 11 de la mañana y en la accitana plaza de las Palomas, tuvo lugar la celebración de la consagración del nuevo obispo de la diócesis de Guadix-Baza D. Ginés Ramón García Beltrán cuyo nombramiento por el Papa Benedicto XVI tuvo lugar el día 3 de Diciembre de 2009, tras la aceptación de la renuncia que por motivos de edad hiciera Mons. D. Juan García-Santacruz Ortiz que ha sido obispo de Guadix durante 18 años.
Más 4000 personas han asistido a la celebración, presidida por el Nuncio de Su Santidad en España, Mons. Renzo Fratini, y concelebrada por una veintena de obispos y arzobispos, dos cardenales,- Mons. Cañizares y Mons. Amigo-, y unos 200 sacerdotes de las diócesis de Guadix y Almería.
Primero habló Mons. García-Santacruz, como obispo Administrador Apostólico, quien presentó a la diócesis de Guadix como “una iglesia con sacerdotes ilusionados, una vida religiosa rica y un laicado comprometido”, a pesar de las dificultades por las que pasa hoy la evangelización.
El Nuncio habló en su homilía del triple ministerio del obispo, –enseñar, regir y santificar-, que debe estar marcado por la fidelidad a Cristo y a la Iglesia e invitaba al clero diocesano a que acogieran al nuevo obispo como Pastor que deberá ejercer su autoridad con delicadeza y con solicitud amorosa.
Tras los ritos de consagración episcopal, -en los que el nuevo obispo ha recibido el báculo, el anillo, la mitra y el encargo de anunciar y ser fiel al Evangelio-, D. Ginés se dirigió a sus nuevos diocesanos con palabras de afecto y manifestando el deseo de servir a esta iglesia accitana “bimilenaria” y de carácter apostólico, pues hunde sus raíces en los primeros años de la evangelización de San Torcuato, como uno de los Siete Varones Apostólicos.
Inició sus palabras con el lema escogido para su Pontificado: “Mihi vivire Christus est” “Para mí la vida es Cristo” (Flip. 1,21) y continuó diciendo entre otras cosas: “.. me presento ante vosotros con sencillez…no traigo programa previo, ni otro interés que presentaros a Jesucristo, muerto y resucitado. Mi programa pastoral es Cristo, porque estoy plenamente persuadido que sólo Él es verdaderamente importante, porque sólo Él puede salvar. Porque os quiero ya entrañablemente, queridos hermanos, os doy lo mejor que tengo, lo mejor que he recibido que es Cristo… el Cristo que me ha transmitido, y mi transmite cada día la Iglesia. Es el Cristo de los apóstoles que nos ofrecen la verdad y la belleza del evangelio de la salvación; el Cristo que me ofrece cada día la comunión con Él en la Eucaristía y en la comunidad de los hermanos reunidos en su Nombre que es la Iglesia.
Cada día pido sabiduría y fortaleza para transmitiros con fidelidad lo que he recibido de la Iglesia. Como Sucesor de los apóstoles y en comunión con el Papa y con el Colegio Episcopal, quiero daros íntegro el depósito de la fe. Pedid a Dios, nuestro Señor, que siempre sea, en medio de vosotros, signo e instrumento de comunión. No quiero ser más que vuestro servidor, siempre en comunión con la Iglesia.
Sobre las familias cristianas dijo: “Familias cristianas, haceros conscientes de la gracia que Dios ha derramado en vuestros hogares. Agradecer el don de vuestro matrimonio, considerad que vuestra unión no es un hecho social o jurídico sin más, sino la gracia de Dios que os configura con Cristo, Esposo de la Iglesia. Amaros como Cristo amó a su Iglesia, hasta entregarse por ella. No permitáis que vuestros hijos sean el resultado de una programación humana, la mayoría de las veces con miras sólo materialistas; ved en vuestros hijos un don de Dios, que os hace colaboradores con Él en la obra de la creación; educarlos en el amor a Dios, que es la mejor herencia que le podéis dejar.