Carta Obispo de Guadix en el día del Seminario

EN EL DÍA DEL SEMINARIO NECESITAMOS JÓVENES QUE VIVAN LA PASIÓN POR EL EVANGELIO

Queridos diocesanos:

Que Dios sigue llamando es una certeza que no podemos olvidar nunca. Sí, Dios sigue llamando a hombres, que tomados de entre los hombres, ofrecen su vida para la gloria de Dios y el servicio de los hermanos en la comunión de la Iglesia. Son los sacerdotes que sirven cada una de las comunidades cristianas repartida por el mundo entero. Varios cientos de miles de sacerdotes con generosidad entregan lo que son y lo que tienen para que Cristo sea conocido y amado.

Hoy, Dios sigue llamando, porque la mies es mucha y la obreros pocos. No es cierto, por más que así quieran hacerlo ver, que la Iglesia católica esté en un claro descenso de fieles. Todo lo contrario. Los datos reales nos dicen que el número de católicos aumenta cada año en el mundo. Son muchos los hombres y mujeres que en cualquiera de nuestro pueblos o ciudades tienen necesidad de Dios, y lo buscan, y piden la ayuda de alguien que les ayude y les muestre el rostro de ese Dios que puede dar sentido a la existencia de cada día.

Dios llama, quiere necesitar de jóvenes que apuesten y arriesguen por el Evangelio. Solo necesita la respuesta libre de aquellos que han oído la llamada. El sacerdocio no es una profesión, no se puede ser sacerdote porque me guste; solo puede ser sacerdote aquel que ha sido llamado, aquel en el que Dios ha puesto sus ojos y le ha dicho: “Tú, sígueme”. El sacerdocio es una vocación que nace de la libertad de un Dios que llama y se realiza en la libertad del hombre que responde. Pero para experimentar que hay llamada se ha de escuchar, y ¿cómo se puede escuchar a Dios en medio del ruido y de la prisa?, ¿en una existencia que solo valora el bienestar y el progreso material?, ¿dónde Dios se ha hecho insignificante y ya no es ni una posibilidad?. Hemos de propiciar actitudes de escucha junto con un terreno propicio, regado por el silencio y la oración; hemos de educar en la generosidad y en la aceptación de los planes de Dios. Sencillamente, hemos de poner a Dios en la vida de los jóvenes.

Estoy convencido que cualquier jóvenes, también el de esta época, si conoce al Señor y lo ama, no podrá resistirse a su llamada. Bastaría que cada mañana le dijera: “Señor, ¿qué quieres de mí?”. Para escuchar una voz que le dice: “Ven y verás”. El sacerdocio es un encuentro con Jesús, una invitación a estar con Él, un seguimiento de cruz y de gloria. El sacerdocio es un camino a la felicidad, pues solo se puede ser feliz en el cumplimiento de la voluntad de Dios.

Os invito, queridos jóvenes, a estar atentos y a poner el oído para escuchar lo que Dios quiere de vosotros. En la oración, en la eucaristía, en el sacramento de la penitencia, en el amor a la Iglesia y a los hermanos encontraréis el gozo del seguimiento de Cristo. Queridos jóvenes, no profesionalicéis la vida, haced de vuestra vida una vocación, una búsqueda de la voluntad de Dios. En la respuesta a los que Dios quiere de vosotros encontraréis la felicidad que busca todo hombre.

Son muchos los sacerdotes que hoy viven su sacerdocio no solo con generosidad sino con verdadera ejemplaridad. Uno de los mejores medios para que los jóvenes consideren la vocación sacerdotal es el ejemplo de los sacerdotes. Hermano sacerdotes, en este momento, estamos llamados a dar un testimonio de alegría que nace del servicio del Señor. Nuestro amor al Señor, nuestro celo por las almas que se nos han encomendado es la mejor campaña vocacional. El sacerdote entregado transmite y contagia. Pidamos que el Señor que nos conceda ser testimonio y medio para que otros gusten este camino sacerdotal.

Las familias están llamadas a acoger y pedir el don de la vocación de los hijos. Las vocaciones sacerdotales y consagradas son un signo de fecundidad para las familias cristianas. Los padres a los que Dios llama a uno de sus hijos deben darle gracias por su predilección hacia ellos y entregar al hijo con generosidad, pues de Él somos. Los padres cristianos deben pedir el don de la vocación para sus hijos.

Nuestra diócesis ha de mostrar su vitalidad en el nacimiento de nuevas vocaciones al sacerdocio. Durante mucho tiempo nuestro seminario ha sido fecundo, dando numerosas vocaciones a esta Iglesia. Hoy tenemos un presbiterio joven, pero que necesita renovarse cada año. Necesitamos sacerdotes que sirvan a las comunidades de nuestra extensa geografía. En cada pueblo, por pequeño que sea, es necesaria la presencia de un sacerdote que anuncie a Jesucristo, celebre los sacramentos y aliente al pueblo en su vida de fe y en la caridad. Además, son muchos los campos de la vida social donde hace falta la presencia de un sacerdote.

En este momento nuestro seminario cuenta con cuatro seminaristas mayores. Damos gracias al Señor por ellos, al tiempo que pedimos por su perseverancia. Pero no son suficientes. Hemos de aspirar a tener más, porque sé que el Señor está llamando a muchos más jóvenes aunque ellos no lo sepan o no quieran responder.

Os anuncio con alegría que el próximo curso volverá a abrir sus puertas el Seminario menor. La institución que tanto ha significado para esta diócesis de Guadix continuará realizando su labor de formación humana, cristiana y sacerdotal de los adolescentes y jóvenes a partir de la enseñaza secundaria (1º de ESO). El seminario menor estará ubicado en el edificio de nuestro Seminario en Granada. Con la ayuda de Dios, será un motivo más de esperanza para esta iglesia.

Queridos hermanos, os pido oraciones. Rezad por el Seminario, por las vocaciones sacerdotales y por la perseverancia de los llamados. A los que pasáis por la prueba del dolor, ofreced vuestro sufrimiento por el Seminario y por las vocaciones, así le daréis un sentido unidos a Cristo que se inmola por nosotros.

La Virgen, Santa María, Madre de los sacerdotes y Señora de las vocaciones sacerdotales, nos ayude cada día para ser fieles a la llamada del Señor.

Con mi afecto y bendición.

+ Ginés García Beltrán
Obispo de Guadix

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