Para entender el documento que a continuación transcribo, en la que se menciona la fiesta de la Candelaria, hay que saber que su origen hay que buscarlo en la celebración litúrgica de la Purificación de la Virgen y la presentación del Niño Jesús en el templo. En tiempo de Jesús, la ley prescribía en el Levítico que toda mujer debía presentarse en el templo para purificarse a los cuarenta días después de haber dado a luz. Si el hijo nacido era varón, debía ser circuncidado a los ocho días y la madre debería permanecer en su casa durante treinta y tres días más, purificándose a través del recogimiento y la oración.
El día 2 de febrero de cada año, se recuerda la presentación del Niño Jesús en el templo y los fieles llevan candelas (velas) para que las bendigan. De aquí viene el nombre de la “Fiesta de las candelas” o el “Día de la Candelaria”.
De tiempo inmemorial existía la costumbre de que el Cabildo invitaba al Corregidor y Alcaldes mayores a las fiestas de la Candelaria y la del Domingo de Ramos con un protocolo que normalmente se cumplía. El año 1738 el regidor más antiguo, que iba en representación del Ayuntamiento, no cumplió con la costumbre establecida por lo que el Cabildo escribió al Rey para pedirle que en la fiesta del domingo de Ramos quien representara al Ayuntamiento cumpliera con la práctica que había sido habitual desde siempre.
“Siendo ceremonia amparada de inmemorial e inalterable costumbre en la catedral que en la fiesta de la Candelaria y domingo de Ramos los Corregidores, Alcaldes mayores o sus Tenientes que en dichos días concurren, presidiendo el Ayuntamiento de Guadix, al ir a tomar la candela o la palma arrimen la vara o bastón (de mando) en la 1ª grada del altar mayor donde el obispo o el preste (que oficia) se las reparte, tomando la palma o vela sin aquella insignia (vara o bastón.
En el día dos de este mes (febrero) en que se celebró la fiesta de la Candelaria, al tiempo de practicarse la referida ceremonia D. José Peinado, regidor más antiguo y que venía supliendo las veces de Corregidor, intentó recibir la vela sin arrimar el bastón, con notable sentimiento nuestro (del Cabildo) de que en semejante concurrencia y día se pretendiese una novedad tan extraña, así atendiendo a lo que disponen los sagrados ritos, como a la significación de la sagrada ceremonia que en aquel día practica la Iglesia en que cualquier expresión de devoto rendimiento y sagrado respeto parece inferior al misterio que se venera y califica, mas la dignidad del que la ejecuta y finalmente la razón de ser una costumbre jamás controvertida y siempre loablemente observada fueron motivos que nos obligaron a proponerle, por medio de nuestro maestro de ceremonias, desistiese del empeño de mantener la insignia del bastón, lo que ejecutó con protesta dando por motivo de la novedad intentada (que quería introducir) la nueva determinación de V.M. por la que se dignó resolver la controversia suscitada entre el Corregidor de esta ciudad y el Cabildo sobre pretender nosotros que cuando el Corregidor entrase en el coro a tomar la silla arrimase el bastón o vara (lo dejase fuera del coro), mandando V.M. se le permitiese entrar con dicha insignia cuando fuese convidado para representar al Rey y siendo cierto que esta Real providencia sólo resuelve el punto controvertido, que es tan distinto de la novedad que ahora se intenta, así por ser esta ceremonia inmemorial e inviolablemente observada hasta ahora, como por ser distinto el lugar de que se trata, ya que el altar mayor, que es el “sancta santorum” de la ley de gracia, y aún los mismos Dignidades y Canónigos que son ministros del Altísimo, cuando concurren por razón de ofrenda u otros ministerios que observa la Iglesia arriman los cetros que tienen por insignia en el coro,- los que se hallan de Caperos-,(eclesiásticos que asisten al coro y al altar con capa pluvial).
Por tanto y para que en el Domingo de Ramos que se aproxima no se inquiete la loable costumbre de las ceremonias de esta Iglesia intentándose la misma novedad que en el día de Candelaria suplicamos rendidamente a V.M. mande se cumpla y ejecute en dichos días la referida ceremonia en la forma que hasta ahora se ha practicado…”
Fuente: Archivo Histórico Diocesano de Guadix
Autor: José Rivera Tubilla