La ciudad fluye, como el agua en las casetas durante los calurosos mediodías
03.09.10 – 01:56 – TEXTO Y FOTOS: J. J. PÉREZ Y T. FANDILA |
Guadix es campo y es ciudad, es ruinas romanas y polígonos industriales en construcción, es la Ermita Nueva y la avenida Medina Olmos, es rock y música clásica… Guadix es todo y mucho más. Ese todo está de fiesta y un cohete lanzado desde el Balcón de los Corregidores anunció a los accitanos que las fiesta había comenzado, pero antes la Plaza de las Palomas se puso de largo para vivir, como cada año, el momento del pregón y de entrega de los premios de Ciudad de Guadix.
La periodista María Jesús Ortiz Moreiro fue la encargada de llevar las almas de los accitanos al espíritu festivo, un pregón «de toda la vida», como ella misma dijo de sí. El pregón fue como todos los años una reivindicación del accitanismo, un recuerdo al Guadix de ayer y una llamada a los accitanos para construir el Guadix de mañana.
Guadix es como son sus hijos. Guadix es joven y solidaria, como Amelia Muñiz, Ylenia Jabalera y Ángela López, tres voluntarias de Cruz Roja que subieron al escenario para recibir el premio y el reconocimiento de la ciudad soprendidas por la presidenta de la Asamblea Comarcal de Cruz Roja, Marisa Ruiz.
Guadix es orgullo, como el que siente por ser accitano José Martínez Olmos, Secretario General de Sanidad y accitano que se reencuentra con su recuerdos en cada visita a Guadix. Guadix es trabajadora e innovadora como la empresa accitana Romacho que comenzó con una pequeña tienda en el accitano Arco de San Torcuato. Guadix también es el diálogo de la política, como el que durante años llevó Francisco Hurtado, primer diputado de la ciudad y que recibió el premio a título póstumo.
Guadix es dulce, tan dulce como el turrón que la familia Parrilla ha vendido durante décadas en su ‘velero’, que así se llamaba su puesto ambulante de turrones. Manuel Parrilla ya está retirado, pero le sigue su hijo José Luis, turronero de cuarta generación. El turrón es uno de esos clásicos que no puede faltar en ninguna feria y ellos lo saben bien.
Guadix es exageración. «Este recinto ferial no podría recoger todos los kilos de patatas que yo he pelado para las ferias», asegura Juan Pancorbo mientras prepara una nueva tanda de patatas. A razón de 50 kilos por día la cuenta se dispara, como también la de los palos que ya le habrá dado un maño a otro maño mientras María José Jiménez sirve vino de Cariñena.
Guadix es buena vida. Lo sabe bien Justo Antonio Martín, que trabaja en la ciudad porque aquí se vive bien y por algo mucho más esencial, por su trabajo y su mujer, María Angeles Hernández, que ve en la fiesta la posibilidad de encontrarse con los amigos de toda la vida.
Reencuentro como el del paladar de Palma Chillón con el jamón serrano tras un año en Estados Unidos. Y en la feria más reencuentros con su hermana Mariam, venida desde Murcia; Natalia Espina, argentina pero con 8 ferias accitanas a su espalda; Juande Casas, que vive a mitad de camino entre Murcia y Almería y que no se pierde una feria; con los hermanos Nuria y Miguel Blazquez; con Raúl Navarrete, que dice con ironía y cariño que «hay que aguantar a los amigos que vuelven para la feria»; o con Juan Aparicio.
Vivir en Guadix es una suerte, como la que reparte desde hace más de 60 años Miguel Mora, de la Tómbola Hermanos Mora. La tómbola que ha pasado de repartir utensilios del hogar a perritos pilotos, de la chochona o esos peluches inmensos incompatibles con pisos de 90 metros cuadrados. Sin embargo, ni un solo disguto: «Tratamos de complacer a todo el mundo», asegura Miguel.
Guadix es iniciativa. Como la de Jorge Hernández que hace 13 años puso en funcionamiento el chiringuito Mcarty, junto a su amigo Gregorio. Hoy el chiringuito es imprescindible en la feria accitana. Lo hicieron para costearse su primer año de estudios en Granada y hay quien no entiende ya la feria sin sus hamburguesas, pinchos, perritos calientes,… En Guadix también están los que trabajan por gusto. Chiringuitos y casetas de hermandades y cofradías llenan su ferial. Aquí los de la Hermandad de la Esperanza, más allá los de la Borriquilla, un poco más allá los de la Soledad o los de Pasión y Rosario que esperan olvidarse de lo duro que es servir en una caseta en la feria el día que sus hermandades estén en la calle como dicen Lucía Soria, David Cuerva o Jorge Expósito en esa última caseta.
Guadix presume porque puede y también pueden Nuria García, María Martínez, Luisa López, Elena Pérez y Vitoria Pozo que debajo de los volantes de su trajes de gitana esconden sus primeros tacones.
Guadix es movimiento, como el de Pepe y Antonio mientras recogen los billetes de los viajeros del Chino-Loco que vestidos al estilo de Elvis no paran de bailar mientras el artefacto gira.Guadix fluye, como el agua en las casetas durante los calurosos mediodías. Guadix, todo Guadix está de fiesta.
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