Representantes políticos de todos los signos olvidan sus diferencias para acompañar a la familia del exalcalde más popular
18.06.11 – 01:54 – JUAN ENRIQUE GÓMEZ | GRANADA.
«Díaz Berbel ha vuelto al salón de plenos de su Ayuntamiento». Era la frase que decían algunas de las personas que ayer quisieron dar su último adiós al exalcalde de la capital: un ciudadano enamorado de Granada, José Gabriel Díaz Berbel. Sus restos mortales descansaban en el salón municipal de plenos, en la Plaza del Carmen, convertido en la capilla ardiente donde velar y recordar al amigo, político y compañero. Una capilla ardiente por donde desfilaron todo tipo personalidades de la ciudad: políticos y representantes institucionales pero también ciudadanos de la calle, personas del Albaicín, su barrio más querido, granadinos que en cuanto se enteraron de la muerte del que siempre han considerado «nuestro alcalde», querían estar presentes en su velatorio, decirle adiós.
Sus hijos y toda su familia vivieron una jornada de tristeza, de sorpresa, pero también de orgullo y sentimiento. «No podemos creer lo sucedido», lloraban sus más allegados. Fátima, su esposa, le encontró poco antes de la una de la tarde, caído, junto a su cama. Había sufrido un infarto del que no pudo reponerse.
Poco después del mediodía de ayer, Migueles, el dueño del bar del Albaicín donde acudía Berbel a pasar un rato con los amigos, se extrañó de que no hubiese llegado. Le llamó y no obtuvo respuesta. Preocupado telefoneó a Fátima para decirle que Kiki no respondía. Fátima se imaginó lo peor. Dejó su trabajo y corrió a su casa en el Albaicín. Desde la calle vio la persiana del dormitorio echada. Lo encontró muerto.
El operativo se puso en marcha. Desde el Ayuntamiento, el alcalde de la ciudad ofreció el uso del salón de plenos como capilla ardiente. La familia aceptó, según su hijo Eugenio, porque eso es lo que Gabriel habría querido.
Y lo que han querido los granadinos que no dejaron de pasar por la Casa Consistorial desde que a las 20.00 horas se abrieron las puertas de la capilla ardiente y hasta después de las 12 de la noche que se cerraron las puertas. Hoy a las nueve de la mañana se volverán a abrir.
Berbel será enterrado en el cementerio de San José a las doce del mediodía. «Lo haremos en el panteón familiar. Nos han ofrecido el panteón de ilustres de la ciudad, pero él hubiese preferido el espacio familiar», dice Eugenio Berbel.
El salón de plenos borró ayer la frontera entre los signos políticos. En el centro, el féretro con el cuerpo de Gabriel Díaz Berbel, cubierto por una bandera granadina. Junto a él, un cuadro con la imagen del exalcalde de Granada y la medalla al Mérito de la ciudad.
A la izquierda, su familia; a la derecha, el alcalde actual, Torres Hurtado, y asientos por los que pasaron otras autoridades, desde el teniente general jefe del MADOC, Puentes Zamora, a los concejales de los diferentes grupos políticos del Ayuntamiento de Granada, y presencias institucionales como la de la delegada del Gobierno de la Junta, María José Sánchez; la secretaria provincial del PSOE, Teresa Jiménez; el consejero de Educación, Francisco Álvarez de la Chica; el presidente del Partido Popular, Sebastián Pérez; y representantes de empresas e instituciones, la Universidad, la Alhambra, la Subdelegación del Gobierno, y algún exalcalde, como Jesús Quero.
El carné de su partido
Sebastián Pérez y el regidor de Granada, Torres Hurtado, hicieron entrega a Eugenio, el hijo de Gabriel, del carné renovado del PP de su padre que tenía que pasar a recoger en los próximos días. «Ha sido un bonito gesto», dijo Eugenio.
En el salón de plenos, ayer, había unanimidad. «Díaz Berbel fue, sobre todo, un hombre que amaba a su ciudad y a sus gentes», era lo que decían una de las personas que formaron parte de su equipo de concejales, Joaquín Abras y otro de los ex ediles granadinos que, además forma parte de la familia de Berbel, Luis Gerardo García Royo, que siempre le ha considerado como un hombre que lo daba todo por la ciudad, un enamorado de Granada.
Entre los concejales del PSOE, también había palabras de reconocimiento para el exalcalde. José María Rueda, fue funcionario durante la etapa de Berbel. «Siempre fue un hombre preocupado por la ciudad. Hizo lo mejor que pudo por Granada, de una forma impensable, molestando lo justo». También los nuevos concejales tenían palabras de reconocimiento. Paco Cuenca, portavoz del PSOE, lo tiene claro: «Tuvo la gran virtud de saber lo que quería la gente, la calle, e intentar llevarlo a cabo».
Berbel será enterrado hoy a las doce. Los granadinos le acompañarán.