El escritor José Vicente Pascual será el protagonista este mes de abril del Aula Abentofail

(Martes 19 de abril) El Aula Abentofail de poesía y pensamiento, dirigida por Antonio Enrique y organizada por la concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Guadix, ya tiene programada la cita para este mes que, como siempre, se celebrará el último viernes del mes. En este caso, será el viernes 29 de abril, a partir de las ocho de la tarde en el patio del Ayuntamiento de Guadix. El escritor madrileño, que se trasladó pronto a Granada, José Vicente Pascual, invitado número 90 del Aula, impartirá sus vivencias y hablará ante el público accitano de»Cómo nace (y se hace) una novela» para, como siempre, abrir un turno de diálogo con los asistentes y el propio director del Aula una vez finalizada su exposición.

Más datos de José Vicente Pascual

Nacido en Madrid en 1956, a los siete años se traslada a Granada, ciudad cuya historia y ficción nutren buena parte de su extensa y vigorosa obra narrativa. El otro escenario es el Madrid de los años 50. Reside actualmente en Carmona, donde vive por completo dedicado a la literatura.

Ha publicado las novelas La montaña de Taishán (Ed. Aguaclara, 1989), El capitán de plomo (Aguaclara, 1993), El cuarto oscuro (Ediciones B., 1995), Palermo del cuchillo (Ediciones B., 1995), Juan Latino (Ed. Comares, 1998), El pescador de pájaros (Comares, 1999), El país de Abel (Ed. Dauro, 2002), El arpa de oriente (Ed. Atrio, 2003), El ingeniero y el rey (Ed. Arial, 2003), Aníbal y la caverna (Atrio, 2006), La diosa de barro (Ed. Roca, 2006), Juan de Flores, la verdad de la impostura (Defensor de Granada, 2007), Las vírgenes del desierto (Ed. Traspiés, 2009), Homero y los reinos del mar (Ed. Vía Magna, 2010) y Los fantasmas del Retiro (Ed. Paréntesis, 2011).

Es asimismo autor de los volúmenes de relato Mi corazón africano (Ficciones, 1994), Nueve ficciones súbitas (Signo del gorrión, 1995), Perpetua costumbre (Ed. Osuna, 1996) y El vuelo aleve del leve tiempo (Ed. Alhulia, 2007), así como de la novela corta Deo Óptimo Máximo (2007) y de la adaptación para jóvenes de El segundo hijo del mercader de sedas (1999), la extraordinaria novela de Felipe Romero, por completo desconocida fuera de Granada.

Activísimo comentarista en la prensa diaria, ha sido director de la colección Granada Literaria y colaborador de numerosos periódicos y revistas. Entre sus reconocimientos figuran los premios Azorín (1989), Café Gijón (1993) y Fundación Alfonso XIII (1995). Desde 2006 es miembro electo de la Academia de Buenas Letras de Granada.

Fragmentos de un texto de José Vicente Pascual

La señora Teófila necesitaba que alguien la ayudase en el kiosco porque no tenía manos, esa era la pena. Había perdido las manos por culpa de una bomba que se mantuvo agazapada y chapoteante en el pozo ciego de su casa del barrio de Las Maravillas y que fua a explotar un domingo a eso de las dos y media, justo cuando se disponía a hervir un arroz con caracoles para su marido y un sobrino de Murcia que estaba de visita. Reventaron los bajos de la casa, el fogón de leña y la cocina entera. Y de resultas –aparte, quiero decir, de que la casa se inundó de materias inmundas porque el pozo ciego llevaba lustros sin sanearse- la señora Teófila perdió las manos. Salió del hospital con dos muñones muy bien encosturados, redondos como dos grandes tripas de mortadela sin abrir. Su marido, el señor San Lucas, trabajaba de perito electricista en el Ayuntamiento, y con la excusa de la bomba y de la desgracia sufrida movió los hilos de su prosperidad. Una palabra aquí, una queja allá, un papel, un expediente, una súplica… consiguió licencia para vender diarios y publicaciones y la cesión de un bonito kiosco en la plaza de Los Jordanes, y puso a su mujer inválida al frente del negocio. Se daba buena maña la señora Teófila vendiendo periódicos, tebeos, revistas y golosinas. Cogía la publicación que le pidieran entre ambos muñones, la colocaba sobre el mostrador metálico y decía con voz muy seca, como quien urge no sólo el pago sino la recompensa de su dura habilidad: -Dos reales. Cincuenta céntimos costaban los tebeos: El Jabato, El Capitán Trueno, El Sargento Furia, El Mosquetero Azul, El Cachorro, El Guerrero del Antifaz…

De El país de Abel, pág. 66.

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