Denuncia contra el Hermano Mayor de la cofradía del Niño Perdido del convento de S. Francisco de Guadix, por escándalo y pendencia en la iglesia. Año 1606

La historia de la devoción al Dulce Nombre de Jesús proviene de 1274 cuando el Pontífice Gregorio X dictó una Bula encaminada a desagraviar los insultos que se manifestaban contra el Nombre de Jesús. Las órdenes de dominicos y franciscanos fueron las encargadas de custodiar y extender dicha devoción por toda Europa. En carta del Papa escrita a Juan de Vercelli, entonces Superior General de los Dominicos, declaraba: «Nos, hemos prescrito a los fieles… reverenciar de una manera particular ese Nombre que está por encima de todos los nombres…». Se decía que el Nombre de Jesús estaba en la boca de S. Francisco «como la miel en el panal» y él mismo escribió: «ningún hombre es digno de decir Tu Nombre». S. Bernardo escribió sermones enteros sobre el Nombre de Jesús y dijo: «Jesús es miel en la boca, melodía en el oído, un canto de delicia en el corazón». S. Buenaventura exclamaba: «Oh, alma, si escribes, lees, enseñas, o haces cualquier otra cosa, que nada tenga sabor alguno para ti, que nada te agrade excepto el Nombre de Jesús».

En el Reino de Granada, ya desde los inicios del siglo XVI, y  por influjo de dominicos y franciscanos, comenzaron a fundarse cofradías entre las que había algunas a las que titularon bajo la advocación del “Niño Perdido”, aunque con posterioridad las instituyeron con el nombre de “El Dulce Nombre de Jesús”.

En Estepa existe una Hermandad conocida popularmente como “El Niño Perdido” que saca en procesión la imagen del Dulce Nombre de Jesús representando el momento en el que con 12 años de edad se perdió en Jerusalén y fue encontrado con varios doctores de la ley en el templo. Es una de las hermandades preferidas de los niños. El origen de esta hermandad estepeña se remonta a finales del siglo XVI, concretamente 1590, cuando los dominicos quisieron implantar el culto al Dulce Nombre de Jesús. En Fiñana, Abla y Abrucena, pueblos que pertenecían a la diócesis de Guadix, existe en la actualidad o ha existido también la cofradía del “Niño Jesús Perdido” fundadas las tres con anterioridad al 1630.

En Guadix por el año 1563 ya existía la cofradía del “Dulce Nombre de Jesús” que se servía en el convento de Sto. Domingo y en 1606 en el de S. Francisco se quiso fundar la del “Niño Perdido”, y aunque en un primer intento se encontraron con la oposición del Vicario General en sede vacante D. Manuel Amescua Fajardo, sin embargo con posterioridad debieron dar autorización, una vez subsanados los defectos de forma, porque en un documento de 1630, en el que se relacionan las cofradías de Guadix cuyos mayordomos debían presentar las cuentas, aparece la Hermandad del Niño Perdido,  cuyo mayordomo, Antº Brasa, nunca había dado cuentas.

A continuación transcribo el documento al que hace referencia este trabajo:

 “En la ciudad de Guadix a 9 de Enero de 1606 ante el Sr. D. Manuel de Amescua Fajardo, canónigo en esta Sta. Iglesia de Guadix, provisor oficial vicario general por los Sres. Deán y Cabildo, sede vacante, la presento el contenido

El beneficiado Diego Ortiz fiscal de este obispado como mejor de derecho lugar haya y premiso lo necesario ante vm (vuestra merced) denuncio de Blas García, prioste y hermano mayor que dice ser de la Hermandad que ellos llaman del Niño Perdido sita en el convento de S. Francisco de esta ciudad y de los demás que en la prosecución de esta causa parecieren culpados que son todos los dichos hermanos los cuales pospuesto el temor de Dios Ntr. Sr. y en gran peligro de sus ánimas y conciencias y desacato de este tribunal y sin orden y mandamiento de vm han hecho y constituido la dicha hermandad con ciertas constituciones a su modo muy en perjuicio y honra de muchos fieles que han querido ser hermanos de la  hermandad y con ánimo diabólico y so color de que es para servir a Dios Ntr. Sr y para ofender y quitar la honra a muchos prójimos y ayer que se contaron ocho de este presente mes   se juntaron en el convento a hacer una fiesta y vm les mandó recibiesen a cierto hermano y los dichos hermanos, prioste y cofrades no lo obedecieron y hubo grande escándalo y murmuración y muchas pendencias dentro del dicho lugar pío y sagrado y dentro de la iglesia del monasterio hubo muy grandes pendencias y desacatos delante del Santísimo Sacramento y si la justicia no estuviera presente, que luego prendió y encarceló algunos de los hermanos, sucedieran mayores desacatos y muertes dentro de la iglesia, todo lo cual es en grande desacato y irreverencia de Dios Ntr. Sr. y de este tribunal y de la honra de muchos próximos porque lo que ellos llaman constituciones y hermandad no tiene los requisitos necesarios de derecho ni vm las tiene aprobadas ni vistas ni dado licencia para que se instituya la hermandad, porque pido y suplico a vm  que habida mi relación por verdadera o la parte que baste, vm mande que ni se diga ni llame hermandad ni se junten en concurso a cosa ninguna allí ni en otra parte y que no tenga constituciones ni otra cosa hasta que vm haya dado licencia, visto y aprobádolo todo  y quitado lo que no fuere fundado para el servicio de Dios Ntr. Sr. y caridad y amor del prójimo y les condene en todas las penas que han incurrido conforme a derecho y sacros cánones ejecutándolos en sus personas y bienes como a alborotadores del oficio divino que se dejó de decir por ellos….”

                                   Fuente: Archivo Histórico Diocesano de Guadix

                                   Autor: José Rivera Tubilla

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