Después de un invierno de riadas, el pueblo celebra sus fiestas a lo grande
14.09.10 – 00:48 – TEXTO Y FOTOS: J. J. PÉREZ |
CUANDO Carmen Fernández se entera de que el próximo destino fiestero es Alcudia de Guadix no puede resistirse y deja un mensaje en mi muro de Facebook: «No sabes cómo te envidio, allí están todos los míos y yo … a más de 500km. En fin, pásalo bien y baila mucho en la plaza o junto a la barra del chiringuito». Carmen echa de menos a sus amigos de toda la vida, a ese momento de descanso que supone cualquier fiesta del pueblo para dejar atrás el día a día y hablar de lo que realmente nos interesa, de la vida. Son las fiestas del Cristo de la Luz, con las que Alcudia despide el verano.
Carmen echa de menos una verbena a la sombra de las sombrillas gigantes de la plaza de la Constitución. Ella es de las que añora el sonido del carrusel de pasodobles en la plaza. En la distancia, a más de 500 kilómetros, prepara su próxima novela -ella es escritora-, pero mientras no puede evitar recordar el olor del pan recién salido de un horno de Alcudia para acompañar, en forma de tostada, a un café bien cargado a primera hora de la mañana.
Recuerda el sabor del pan como el que cada día amasa Manuel Sierra. Él forma parte de una familia de panaderos de varias generaciones, tantas que se pierden en su memoria. Es esa tradición familiar la que garantiza, según él, la calidad del famoso pan de alcudia. Toda la familia, menos una hermana, que ha desviado la vocación por el mundo de la carnicería. Buena combinación.
Alcudia, hasta hace unos años, era una travesía urbana plagada de pequeños negocios que vivían del tráfico de los viajeros que iban y venían entre Granada y Almería. El pan fue uno de los más importantes de la época. La autovía cambió las cosas y muchos de esos pequeños negocios no superaron el cambio. Francisca Hernández cerró su bar, ‘Los Claveles’, hace algunos años. «La carretera era una salida para mucha gente que tenía campo o animales, siempre se vendía algo», lamenta.
Ahora son otros tiempos y los vecinos del pueblo tienen puestas sus ilusiones en proyectos como la cementera o la puesta en marcha del centro logístico de Mercadona, en Guadix. Es el caso de Antonio y Sergio, quienes a la espera de una ocupación mejor trabajan en la recogida de la lechuga. Les acompañan sus novias Oliva Rodríguez y Noelia Morillas. Los cuatro amigos se muestran confiados en las posibilidades de su pueblo y en el hecho de estar «cerca de todo».
Comparte la noche verbenera con ellos Neftalí Varón y Aranda García. Neftalí ha acabado recientemente sus estudios en Granada y espera preparar un máster. Está convencido de que su futuro profesional está en Alcudia. Mientras él hace sus cuentas y proyectos de futuro, Aida, con su traje de gitana, no se fija en el futuro y da mil vueltas sobre sí misma disfrutando de su vestimenta con total despreocupación.
«Aquí hay de todo»
Daniel Martínez está convencido de vivir en uno de los mejores pedazos de tierra del mundo, «eso es lo que decía mi abuelo, porque aquí hay de todo y nada malo», sonríe. Debe ser verdad, porque su novia, Alexandra Serikh, vino de vacaciones y se quedó. Los dos esperan a que su padre y suegro, Pedro Martínez, termine en la cola del puesto de patatas asadas.
Pedro es un buen conocedor de las tradiciones del pueblo. Según él, el pueblo ha sabido conservar sus tradiciones y las mantiene con todo su carácter. Para él los próximos años ofrecen muy buenas perspectivas económicas para los vecinos del pueblo, que siempre se han caracterizado por su carácter emprendedor.
Pedro, entre una de sus muchas aficiones, es uno de los músicos más conocidos del pueblo. La música es uno de los pilares fundamentales de la cultura de Valle del Zalabí, municipio al que pertenece Alcudia de Guadix. Así reza en el Rincón de la Música, un pequeño espacio en el que se recuerda la importancia de la música.
Miguel Ángel Hernández comenzó desde pequeño en una de las bandas del pueblo, pero ha hecho de la música su forma de vida. Como él, muchos de los componentes de las bandas del pueblo han completado sus estudios de música en el conservatorio y más de la mitad de los vecinos del pueblo están orgullosos de contar con algún músico entre sus miembros. Miguel Ángel recuperó recientemente, junto a su hermana Guadalupe, los cánticos navideños de la localidad.
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