Un aplauso para la banda

El concierto de la Big Band y Antonio Hart fue un regalo para Guadix, y así el recoleto teatro de la plaza de las Palomas rozó el lleno
12.11.11 – 01:51 – JUAN JESÚS GARCÍA | GRANADA.

El Festival de Jazz vuelve a las andadas, a salir a la provincia. Así el jueves por la noche el primer concierto del programa se envió al teatro Mira de Amescua de Guadix, y no será el único, ya que el diputado de Cultura anunció que los conciertos retoman la carretera y la manta: esta última casi literalmente, ya que todavía uno recuerda a un tiritante Rubalcaba (Gonzalito, no Alfredo) incomunicado por una nevada cuando iba a actuar a Huéscar. El concierto de la Big Band y Antonio Hart fue un regalo para Guadix, y así el recoleto teatrito de la plaza de las Palomas rozó el lleno.
La orquesta granadina tiene desde hace ya años una fecha reservada en el cartel del Festival, y siempre con un programa similar: material propio, material cantado con Celia Mur y material al gusto del invitado, en este caso un generoso y entusiasta Antonio Hart, que se deshizo en elogios hacia sus anfitriones ‘enseñando’ al público a aplaudir («one more for the band») y regalando las ovaciones a sus acompañantes.
Celia Mur lo bordó
La orquesta comenzó su concierto con una pieza del tipo ‘a’: ‘Tormenta Suave’, con la que fueron cogiendo temperatura y lubricidad, teclas, baquetas, válvulas y pistones. Celia Mur, vocalista oficial de la BB bordó a continuación una muy musical ‘Days of Wine and Roses’ reconvertida para la ocasión en un homenaje surtido, casi un ‘tributo’, a su autor, Henri Mancini.
Dedica Antonio Hart parte de su tiempo a la enseñanza, y se nota que tiene buen mano maestra: la orquesta se energizó como si nada más salir el saxofonista hubiese apretado el botón de ignición. Con elegancia de nudo Windsor, se le notó comunicativo, didáctico y muy entusiasta, como también estimulando, reforzando y reconociendo el trabajo bien hecho. Como solista nada nuevo, fluido, rápido y cargado de intención, un placer.
Hart tiene experiencia en las grandes orquestas de Guillespie (a quién recordó en su ‘Con alma’) y Holland, y gusta de apretar las clavijas (sobre todo de la sección rítmica) y trabajarse con brío los temas. Su ‘Down & up’ sonó muy crecido, inflado de sexteto a orquesta, mientras que el clásico ‘Stars Fell on Alabama’ recibió también animosos arreglos suyos. Dos piezas de Joe Henderson resultaron ser dos momentos especiales de la noche, el ‘Recorda Me’ en un tono más latino y calido, mientras que el potente hard bop de ‘Inner Urge’, una muy climática pieza, sirvió para exprimir las posibilidades de la orquesta en todas sus variantes: por grupos, líneas y solistas. Ahí Andrew Lynch fue reconocido por el director tras su intervención solista, como ocurrió también con las de Rogelio Gil, Rafael Martínez, Miguel Romero y Agustín Sánchez, Pérez o Morente entre en algún otro momento de la noche.
Mención especial mereció la sección de ritmo (ahora también con el omnipresente Jespersen), que tuvo que sacar músculo, y hay que reseñar la presencia del baritonista Roberto Nieto, prolongador de la tradición a través de la Big Band de Atarfe que dirige.
Con el robusto blues ‘Like my Own’, explicó Hart los orígenes de la historia del jazz e invitó a bailar al público. Y ya para el bis se volvió a las partituras del musical (material siempre muy resultón y agradecido) con la cinematográfica ‘Out of nowhere’. El concierto fue dedicado a Juan Manuel Pamblanco, ausente esa noche de su puesto por el fallecimiento de su madre.

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