La creencia en un Ser Supremo está verificada en todas las culturas primitivas. Desde que el ser humano pisa nuestro planeta Tierra siempre ha creído que el dios o dioses eran los que provocaban los graves fenómenos atmosféricos, las catástrofes naturales, las enfermedades y también los que le proveían de caza, de frutos. Para el hombre primitivo la deidad era el origen del bien y del mal por lo que pensaban que para que no les enviara ningún mal tenían que aplacar su ira por medio de ritos mágicos y sacrificios.