María y Mario, acuden cada mañana al instituto con la intención de aprender para en el futuro tocar la tecla justa que los catapulte a un trabajo estable que les permita vivir con dignidad y optimismo, pero a veces no es fácil ya que la desidia, la falta de unificación de criterios en el ámbito académico y el alboroto no los dejan concentrarse. Un muro se interpone entre la realidad y sus ganas de formarse.