En la España del siglo XVI no era lo mismo la hechicería que la brujería. Esta era más propia del mundo rural y siempre se practicaba invocando al demonio, sin embargo la hechicería era más urbana y en su práctica no intervenían las fuerzas del maligno.
A las hechiceras también se las conocía como “embaucadoras”, “santiguadoras”, “saludadoras”. La hechicería en la España del siglo XVI se puede entender como un servicio público, como un “modus vivendi».