La historia de la fiesta litúrgica del Corpus Christi y la procesión por las calles, se remonta a finales del siglo XII. Una monja, Juliana de Mont Cornillón, nacida cerca de Lieja (Bélgica) y que desde joven tuvo una gran veneración al Santísimo Sacramento promovió la creación de una fiesta con este fin.
Unos años más tarde (1263) en Bolsena (Italia), un sacerdote celebraba la Santa Misa y tuvo dudas de que la Consagración fuera algo real. En el momento de partir la Sagrada Forma, vio salir de ella sangre de la que se fue empapando en seguida el corporal. Este hecho fue considerado como un milagro lo que fue motivo de que los corporales se veneraran como una reliquia llevándose en procesión a Orvieto el 19 junio de 1264.