Laborcillas es un pueblo modesto hasta en el nombre. Las pequeñas labores que dieron origen, en el siglo XVI, al cortijo de Las Laborcillas han marcado históricamente el buen carácter de sus gentes, conocidas por ser amables, acogedoras, serviciales y trabajadoras. Aunque tuvo municipio propio y ayuntamiento –desde 1836 hasta su fusión con el de Moreda en 1974–, siempre fue una aldea pequeña, apegada a la tierra y al cereal.
Durante los siglos XVII y XVIII la mayor parte de las tierras pertenecían al Marqués de Villalegre, quien tenía en la cortijada su casona rural, todavía en pie en el centro del pueblo, aunque muy transformada, conocida como la Casa Grande. En el siglo XIX Laborcillas pasa a ser propiedad de D. Manuel García Molero, cura de Diezma, quien luego repartió la finca entre sus siete sobrinos.
Laborcillas, balcón que mira al pasado
Laborcillas es un pueblo modesto hasta en el nombre. Las pequeñas labores que dieron origen, en el siglo XVI, al cortijo de Las Laborcillas han marcado históricamente el buen carácter de sus gentes, conocidas por ser amables, acogedoras, serviciales y trabajadoras. Aunque tuvo municipio propio y ayuntamiento –desde 1836 hasta su fusión con el de … Leer más