En el Archivo Histórico Diocesano de Guadix he encontrado 89 estrofas de autor desconocido y de fecha no determinada, aunque por el tipo de letra pudo ser escrito en algún año del siglo XVIII. El anónimo poeta, utilizando el romance, hace un recorrido por la vida de María: sus padres, el ángel le anuncia que iba a ser la Madre de Dios, la concepción inmaculada, la visita a su prima Sta. Isabel, los desposorios con S. José, sus recelos, el nacimiento de Jesús, el rey Herodes, la adoración de los pastores, los Reyes Magos, etc…
I
Una doncella muy pura // hija de Juaquin y Ana
fue elegida de “ab eterno” // y de culpa preservada
II
Para ser Madre de Dios // en sus sagradas entrañas
unido aquel ser Divino // con la formación humana
III
María tuvo por nombre // a quien no tocó la mancha
del pecado original // a todos comunicada
IV
Y como sagrario y templo // de la Trinidad sagrada
era preciso que fuese // la más pura, honesta y casta
V
Aquella dichosa Ana // a su hija la enseñaba
a leer pues era justo // que esta sciencia la adornara
VI
Y como estériles eran // es presunción justa y clara
que quien preservó a la hija // lo hiciese también con Ana
VII
Y aunque el Evangelio santo // de este Misterio no trata
confieso, hasta dar la vida // que fue concebida en gracia
VIII
Dios con su inmenso poder // para ello destinaba
por esposo y compañero // a José su patriarca
IX
Que por ser humilde y casto // y de igual tribu tan clara
mereció del alto cielo // le floreciese la vara
X
Celebróse el desposorio // con esta Virgen sagrada
que por misterio divino // antes y después fue intacta
XI
Su oficio de carpintero // en este se ejercitaba
y la Virgen con sus manos // en labores le ayudaba
XII
El esposo con respeto // a su esposa la cuidaba
y con sudor de su frente // trabajando alimentaba
XIII
Retirada en oración // esta Reina soberana
leía las profecías // que Isaías anunciaba
XIV
Que en una doncella pura // el Verbo Dios encarnara
para redimir el mundo // y que la culpa borrara
XV
Por servirla y conocerla // esta Princesa anhelaba
para rendirle respeto // a quien tal dicha lograra
XVI
El Señor sea contigo // pues eres privilegiada
entre todas las mujeres // por ser virtuosa y casta
XVII
Pues es ya llegado el tiempo //de la Redención humana
y que la culpa primera // el mismo Dios satisfaga
XVIII
Para que por este medio // hecho hombre en tus entrañas
sean abiertas las puertas // del cielo que están cerradas
XIX
Conturbada esta Señora // al ángel manifestaba
no conociendo varón // era cosa que dudaba
XX
El embajador responde // María no temas nada
que el Espíritu Divino // obrará cosa tan alta
XXI
Pues Dios así lo dispone // siendo para ello elevada
y que como Madre suya // seas más santificada
XXII
Alzando la vista al cielo // esta Reina soberana
vuestra esclava soy, Señor // y tu voluntad se haga
XXIII
Con este consentimiento // el ángel se retiraba
y María en su oración // el Magnificat formaba
XXIV
Dando al Todopoderoso // las debidas alabanzas
de que a una humilde doncella // la hacía tan ensalzada
XXV
Vivían los dos esposos // con castidad esmerada
amándose el uno al otro // con respeto y fiel constancia
XXVI
Pero pasado algún tiempo // el santo José miraba
que a su querida María // el vientre se le elevaba
XXVII
Cada día más confuso // como el misterio ignoraba
hecho un mar de pensamientos // absorto y perplejo estaba
XXVIII
Por una parte veía // que su esposa era tan casta
y por obra de varón // no podía estar preñada
XXIX
Por otra parte decía // esta es ilusión formada
pero no puede ser menos // si la vista no me engaña
XXX
Discurría el ausentarse // dejando a su esposa amada
su santidad conociendo // el dolor le traspasaba
XXXI
Hermosa, niña y sus padres // el corazón penetraba
y sin dudar su pureza // su honor le soliviantaba
XXXII
El retirarse a un desierto // donde gentes no le hablaran
para encomendarla a Dios // con penitencias sobradas
XXXIII
Y haciendo un fardo su ropa // y ya emprendida la marcha
al camino le salió // un ángel que le informaba
XXXIV
De tan sagrado misterio // que en María se encerraba
para que Dios humanado // saliese de sus entrañas
XXXV
Y con este nacimiento // el Sol Divino alumbrara
la ceguedad de los hombres // y la fe tan sepultada
XXXVI
Para que así hecho hombre // el que en su vientre encerraba
llegado que fuese el tiempo // saliese de sus entrañas
XXXVII
Volvió José con su esposa // que desengañado estaba
con amor y con cariño // siguió como antes la amaba
XXXVIII
A Isabel como su prima // María la visitaba
y S. Juan hijo de aquella // al Niño Dios adoraba
XXXIX
En el vientre de su Madre // al que la prima encerraba
honró su primo segundo // siendo Dios en carne humana
XL
Al venir de Nazaret // de esta visita tan alta
lo rigoroso del tiempo // a José le fatigaba
XLI
Y más el ver a su esposa // tan serena y agraciada
sin molestarla el camino // procuraba él aliviarla
XLII
A la puerta de una venta // el santo José llegaba
para que a él y a su esposa // por Dios les diesen posada
XLIII
Y que pasada la noche // seguirían con su marcha
pues como pobres seguían // donde el cielo les guiaba
XLIV
Pues por decreto divino // su esposa doncella y casta
por disposición del cielo // estaba al parto cercana
XLV
Se manifestó el ventero // y oídas estas palabras
le responde con desprecio // que no les daba posada
XLVI
Anciano y con una niña // y fingir que está preñada
no merece que les den // en ninguna parte entrada
XLVII
Con esta aflicción José // a su esposa consolaba
y María con prudencia // en todo se conformaba
XLVIII
Pero aquel gran ignorante // que caridad le faltaba
les cerró aquel socorro // por una chica ventana
XLIX
Y siguiendo su camino // a José, María hablaba
que aunque fuera en un establo // tendría gustosa estancia
L
Y pasando aquella noche // que nueve meses contaba
desterrando las tinieblas // el Sol divino alumbrara
LI
Y llegados a Belén // donde ganado encerraban
por ser ya la medianoche // eligieron por parada
LII
Un portal que casi hundido donde gente no habitaba
dándole descanso al cuerpo // de obscura se volvió clara
LIII
Pues María en un éxtasis // y de rodillas postrada
con José su amado esposo // al Niño Dios adoraban
LIV
Que en tan humilde destino // con frío, hielo y escarcha
saliese el Rey de los cielos // que el judaísmo esperaba
LV
En un dichoso pesebre // lo pusieron sobre pajas
un buey y una mula al lado // era única compaña
LVI
El buey le daba calor // y la mula desviaba
al recién nacido Infante // que estaba sobre la paja
LVII
De aquel dichoso pesebre // que tanto bien abrigaba
cumplido ya este misterio // al Niño Dios adoraban
LVIII
Los ángeles en concierto // Gloria in excelsis cantaban
los pastores y pastoras // con sus músicas y danzas
LIX
Informados por un ángel // hacia Belén caminaban
ofreciéndole sus dones // cada uno le llevaba
al recién nacido Infante // lo que sus fuerzas alcanzan
LX
Unos le llevan mantillas // otros lindos requesones
y la que no puede más // varios tabaques de flores
LXI
Y llegados al portal // sinceros sacrificaban
al Niño Dios hecho hombre // con su Madre soberana
LXII
A José su casto esposo // al almuerzo convidaban
con migas y como anciano // su oferta les aceptaba
LXIII
Y llenos de gozo todos // a Dios cantan alabanzas
que en lo humilde de un establo // fuese su primer morada
LXIV
Y como Verbo encarnado // desterrando la ignorancia
diese principio a su vida // hasta su pasión sagrada
LXV
María madre de Dios // nacido de sus entrañas
la inclemencia del invierno // la tenía fatigada
LXVI
Con un imperio divino // a los vientos les mandaba
que retirasen la nieve // sin la más leve tardanza
LXVII
Como al punto obedecieron // se manifestó templanza
los aires se sosegaron // con una pronta mudanza
LXVIII
Las pastoras con agrado // con panderos y sonajas
llenas de alegría y gozo // bailando se hacen tabas
LXIX
Una estrella muy hermosa // que allá en el Oriente vieron
que había nacido Cristo // tres Reyes lo conocieron
LXX
Melchor, Gaspar, Baltasar // son los nombres que tuvieron
apresuran el viaje // que pronto lo dispusieron
LXXI
Con soldados y criados // timbales y trompeteros
se pusieron en camino // a ver a Dios verdadero
LXXII
Todos tres con alegría // caminan con tal fervor
guiándose por la estrella // que Dios les manifestó
LXXIII
Por ser tan larga la marcha // con tanta fe caminaron
que antes de los trece días // a Jerusalén llegaron
LXXIV
Presentaronse en palacio // a Herodes a preguntar
si sabía dónde estaba // el Infante celestial
LXXV
Con cautela les responde // si lo llegan a encontrar
le avisen porque desea // sus plantas ir a besar
LXXVI
Pero aquel malvado rey // lleno de furor y saña
dio orden a sus ministros // que a los niños degollaran
LXXVII
Temeroso que su imperio // con el trono se asolara
presumiendo si sería // el Mesías que esperaba
LXXVIII
Obedecieron al punto // con ceguedad e ignorancia
y la sangre de inocentes // a su rey manifestaban
LXXIX
Pero volviendo a los Reyes // que Dios para sí llamaba
sin detenerse ni un punto // con la estrella caminaban
LXXX
Toda la noche caminan // hasta allá al amanecer
y hallaron en el portal // a Jesús, María y José
LXXXI
De los tres Reyes el uno // fue el que más se adelantó
y por decreto divino // todo negro se volvió
LXXXII
Dones preciosos le ofrecen // con debido rendimiento
el incienso, mirra y oro // en señal de su contento
LXXXIII
Oro le dan como a Rey // de soberana grandeza
como a Dios incienso y mirra // también hombre le confiesan
LXXXIV
Sus tres coronas le ofrecen // con sus reinos y grandezas
admirándose de ver // tan gran Rey en tal pobreza
LXXXV
Salieron los Santos Reyes // a otro día de mañana
dejando al Niño en los brazos // de su Madre soberana
LXXXVI
Por disposición divina // dirijiéndose a sus tierras
tomaron otro camino // distinto del de la estrella
LXXXVII
Aquel Sagrado Cordero // que con su madre se hallaba
fue perdida su persona // pero en el templo lo hallaran
LXXXVIII
Disputando con doctores // que la ley interpretaban
y diciendo sus dogmas // a todos los asombraba
LXXXIX
Y venciendo sus errores // las verdades declaraba
y con su doctrina a todos // les servía de enseñanza
Transcripción del texto: José Rivera Tubilla
Fuente: Archivo Histórico Diocesano de Guadix