LOS NIÑOS CANTORES DE LA CATEDRAL DE GUADIX, UNA INSTITUCIÓN EJEMPLAR

Por Juan Carlos Villacorta
Señor Director de IDEAL: Resulta obligado, ahora, cuando la Federación Internacional de Pueri Cantores se plantea como uno de sus objetivos prioritarios en España reconstruir las viejas Escolanías Catedralicias de Pueri Cantores, y se valora la interpretación musical de las escrituras sagradas como la más eficaz prestación en el servicio litúrgico, exaltar la tarea, desarrollada con tanto fervor como exigencia estética, por los Niños Cantores de la Catedral de Guadix, que dirige un sacerdote, gran músico, don Carlos Ros.
Su atención al calendario litúrgico es admirable y la proyección exterior que ha venido haciendo del genuino espíritu de los Pueri Cantores, una tarea permanente, tanto en España como en el extranjero. Los Niños Cantores de la Catedral de Guadix han asistido a todos los congresos tanto nacionales como internacionales de Pueri Cantores, habiendo realizado también fructíferos intercambios con coros alemanes.
Justo es decir que su director ha rechazado siempre toda ostentación y toda vanidad. Nada para él más ajeno que los bombos mutuos. Don Carlos Ros es como un padre y un maestro de sus cantores que integran un coro en el que se suceden los relevos como la cosa más natural. Los sopranos de ayer son los tenores o los bajos de hoy y los sopranos o los contraltos actuales, sus discípulos. Don Carlos Ros ha vivido todo un siglo de servicio a la Iglesia a través de la música, animando y dando ejemplo y enseñando a sus cantores. ¿Cómo podía estarse equivocando por tener razón? Él ha cultivado siempre la auténtica música sacra y ha aleccionado a sus cantores a cantar en verdad y en belleza.
Nunca lo he visto ni ante las candilejas ni las cámaras fotográficas o los focos de la televisión, siempre con su tradicional sotana, ajeno a las modas, pero hay que decir que por debajo de todas las decepciones de los tiempos y del tráfico de las vanidades y los egoísmos se ha podido encontrar en sus gestos y en sus palabras como una extraña aurora, una fidelidad siempre clarividente y tenaz. Don Carlos Ros ha encontrado, acaso, en el presente las mismas verdades que ya habían sido encontradas en el pasado. La pura pasión por la gracia que emana de la música sagrada es para él como un alimento del espíritu que ennoblece las pasiones de los hombres, como se decía de la cítara de Apolo en una canción del siglo IV antes de Cristo; no una resonancia, sino algo carismático que revela el misterio; tal es su espíritu vivificador. Don Carlos Ros se lo sabe de memoria ‘par coeur’, que se diría en Francia.
Juan Carlos Villacorta. Madrid.
(Publicado en Ideal de Granada. 15 de Julio de 2001)

Este Artículo pertenece al libro:

«Escolanía Niños Cantores de la Catedral de
Guadix: 50 años de Historia Musical» que se publicará el año próximo,
con motivo del 50 aniversario.

Autor: José Manuel Baena Herrera

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