AÑO 1693 – Pleito entre la Hermandad de Jesús Nazareno y el sacerdote D. Gregorio López de Rienda, que sacaba por devoción el santo cristo crucificado, por el lugar que debían ocupar en la procesión que salía el viernes santo por la mañana de la iglesia de Santiago
Los pleitos entre cofradías por reivindicar lugar preferente en las procesiones, alegando como motivo estar fundada en años anteriores a otra es muy antiguo. En 1624 se inició un pleito ante el Provisor y Vicario General del obispado entre la Hermandad de las Cinco Llagas y la cofradía de Ntra. Sra de la Cabeza acerca de la antigüedad de ambas para la posición preferente en cualquier procesión.
El 30 de marzo de 1693 se hizo la escritura de fundación de la Hermandad de S. Juan Evangelista en la parroquia de Santiago con la intención de sacar en procesión su imagen el Viernes Santo por la mañana. Entre las cláusulas de su constitución los fundadores acordaban que sería el Viernes Santo por la mañana cuando saliese la imagen de S. Juan “con la mayor decencia que fuera posible y que los hermanos estaban obligados a ejercitarse en algunos actos de virtud para utilidad de las almas”, tendrían que hacer voto solemne de “defender durante toda su vida el misterio de la Inmaculada Concepción de Ntra. Sra. hasta derramar su sangre en defensa de esta verdad”, que estaban obligados a acudir a la procesión con su túnica de esterlín negro y vela, con mucha quietud, devoción y modestia sin dar nota y si alguno fuera descompuesto (inmodesto, atrevido, descortés) le podrá reprender, caritativamente, en silencio y con palabras que no le ofendan, cualquiera de los Hermanos Mayores que fuera gobernando la procesión.
Otra disposición de la escritura de fundación era que si el Viernes Santo por la mañana “no hubiera personas que saquen en procesión a Ntra. Sra. de la Soledad la sacará esta Hermandad y la incorporará en nuestro paso sin que se vea como una obligación. La última condición que ponían para fundar era que el Obispo mandase que diera a la Hermandad de S. Juan “el sitio y lugar que le toca y pertenece que es ir delante de Ntra. Sra. de la Soledad y detrás del Santo Crucifijo,-es decir, el orden que pedían se siguiera en la procesión sería: el Cristo crucificado, S. Juan y la Virgen-, como es costumbre en este reino y si no fuera así quedaría la Hermandad fuera de esta obligación y sería nula su fundación sin que se nos pueda obligar a cumplir con ella.
El obispo D. Juan de Villaze Vozmediano dio su aprobación a la fundación de la Hermandad y a sus constituciones el 20 de Mayo de 1693, es decir, dos meses después de que se redactara el acta de constitución, al tiempo que dispone se “notifique a D. Gregorio López de Rienda, presbítero, que era la persona que sacaba el paso del Señor Crucificado, el Viernes Santo en la procesión de la parroquia de Santiago, para que no impida que la Hermandad de S. Juan se coloque en el lugar inmediato a Ntra. Sra. de la Soledad,-que era el puesto que había llevado siempre-, bajo pena de excomunión mayor y multa de 20 ducados en caso de incumplimiento de este mandato. Se da un plazo de tres días para hacer las alegaciones oportunas.
El 28 de Julio de 1693 D. Gregorio sigue manteniendo que, aunque la Hermandad de S. Juan fuera de nueva fundación y aunque el Provisor le hubiera comunicado el lugar que debería ocupar esta Hermandad que era delante de Ntra. Sra de la Soledad, era de justicia que el Provisor no autorizara lo que pretendía la Hermandad y que se debía mantener que el paso del Santo Crucifijo fuera en la procesión inmediato al paso de la Soledad y no el de S. Juan, atendiendo a que el Santo Crucifijo siempre había ido junto al de la Virgen y no había ninguna razón para que se cambiara ya que había que seguir la costumbre, además teniendo en cuenta que la imagen de Cristo crucificado era mucho más antigua que la Hermandad de S. Juan, al que aún no se había empezado a dar culto, por lo que no sería justo que una Hermandad nueva echara de su lugar a un paso tan antiguo. Otra alegación del sacerdote López de Rienda era que los hermanos de S. Juan planteaban el pleito del lugar que debía ocupar en la procesión no buscando el servicio de Dios y bien de sus almas, sino para impedir que saliera el paso del Santo Cristo y quitarle la devoción que él tenía de sacarlo y que no había duda de que el mejor lugar y el más apreciado era el inmediato a su Madre la Virgen y este puesto se le debía a Jesucristo Crucificado con preferencia al de S. Juan, aunque se le hubiera negado y aunque faltase la costumbre y antigüedad en el sitio y lugar que siempre había llevado.
Los Hermanos Mayores de la Cofradía de S. Juan manifiestan que, aunque el paso del Cristo sea más antiguo y su Hermandad más moderna, sin embargo la imagen que se ha obligado a sacar en la procesión del Viernes Santo es más antigua que el Cristo y ha llevado siempre el sitio que se pretende que no es otro que delante de la Virgen de la Soledad. También creen que tienen privilegio para preceder al paso del Cristo, porque mientras que ellos son una Hermandad canónicamente constituida el Cristo no la tiene y sólo sale en la procesión por la devoción de un sacerdote, D. Gregorio, y su padre, que desde hacía unos diez han estado sacando al Santo Cristo Crucificado corriendo ellos con todos los gastos.
Para poder determinar quién llevaba razón en este pleito el Provisor pide informes de personas mayores que puedan dar testimonio de en qué lugar salían antiguamente las imágenes en la procesión del Viernes Santo por la mañana. Según cuenta un testigo “hará unos 50 años (sobre 1644) en esta procesión salía S. Juan delante de la Virgen de la Soledad mientras tuvo Hermandad, pero que durante el tiempo que ha faltado la dicha Hermandad,-unos diez años-, lo sacaban en la procesión, por devoción de algún particular, para que no se quedara en la iglesia, ya que esto supondría una gran tristeza para los que le habían visto salir siempre y en estos años colocaban a S. Juan delante del Santo Cristo y a continuación iba la Virgen de la Soledad perdiendo de esta manera S. Juan la posesión inmemorial que tenía de salir delante de la Virgen. Otro testimonio aporta como información que la Cofradía de S. Juan tenía más de 66 hermanos para dar culto a su titular y que en la Semana Santa del año 1693 quisieron los hermanos de S. Juan ponerle delante de la Virgen, como siempre estuvo y era costumbre, pero D. Gregorio en el momento de salir los pasos se lo impidió por lo que la Hermandad por evitar incidentes cedió, después de rogarle el Vicario y el Alcalde Mayor,- que estaban presentes en la procesión-, a los hermanos de S. Juan que se tranquilizaran y les prometió que al año siguiente se pondría el santo en el lugar que le correspondía.
Esta promesa no debió cumplirse en años posteriores por lo que el Hermano Mayor envió un escrito al Vicario General del obispado en el que le comunicaba lo siguiente: “Manuel García y demás hermanos obligados a sacar cada año el paso de S. Juan de la parroquia de Santiago en la procesión del Viernes Santo por la mañana decimos que constituimos Hermandad con la condición de que el paso de S. Juan precediera al paso del Cristo. Que D. Gregorio López de Rienda, contraviniendo la ley, colocó al Cristo en el lugar que correspondía a S. Juan por lo que se ha seguido pleito ante el Provisor y como D. Gregorio, con maldad, ha apelado la sentencia del Juez Eclesiástico consideramos que no estamos obligados a sacar a S. Juan si no es en el lugar que le corresponde y puesto que cuando no se pueden cumplir las cláusulas de un contrato este se considera nulo, ya que la cláusula de preferencia del paso de S. Juan al del Cristo por estar incluida en las constituciones de fundación de nuestra Hermandad y estar legalmente autorizadas por el Sr. Obispo constituye ley. Por todas estas razones pedimos y suplicamos mande dar por extinguida la Hermandad y consiguientemente por nula la escritura (de constitución) y que se nos autorice a sacar otro paso o imagen que nos parezca según la devoción de cada uno y la posibilidad de asistir en esta Semana Santa con las velas y túnicas al paso que quiera.
El fiscal eclesiástico pide al Provisor que le deniegue su pretensión y los obligue con un dictamen a sacar a S. Juan y no otra imagen. Según el fiscal la escritura de fundación no contiene la condición de la prioridad, por lo que deben seguir el pleito y esperar la sentencia, además si se les diera licencia para sacar otro paso en la procesión del Viernes Santo podría haber, como otros años, alborotos por pretender cada paso ir delante de los demás no buscando la gloria de Dios sino la rivalidad, ya que si se buscara lo primero se conformarían con que el Cristo fuera en el lugar que había llevado desde hacía al menos 30 años. Finaliza sus alegaciones diciendo que en la ciudad sale otro paso con la imagen de S. Juan de la iglesia de Sto. Domingo.
Referido a las procesiones del Viernes Santo que salen de la parroquia de Santiago, el año 1847 se planteó un problema, aunque en este caso no fue ningún pleito por el lugar en que debían ir colocados los pasos en la procesión, según la antigüedad de la Cofradía, sino más bien porque las imágenes no iban colocadas en el orden en que sucedieron los hechos que motivaron la Pasión y Muerte de Jesús. Por este motivo el Fiscal Eclesiástico envía un escrito al párroco de Santiago en estos términos:
“El Promotor Fiscal de este Tribunal eclesiástico dice: Que ha observado que en la procesión que sale de la parroquia de Santiago en el Viernes Santo por la mañana no se guarda en la colocación de las efigies la posición que deben llevar según el relato de la pasión o Santo Evangelio, consistiendo este defecto en cierto privilegio de ir antes o después que se disputan las Hermandades del Santísimo, que saca la imagen del “Ecce Homo” o “Cristo del Pretorio” y la de Jesús Nazareno. Según el Fiscal eclesiástico esta situación debía repararse por lo que pide al párroco de Santiago “reúna a los hermanos mayores de las Cofradías del Santísimo y Jesús Nazareno, para darle a conocer que deben presentarse en este tribunal con el objeto de que cada cual emita su parecer y haga manifestación del derecho en que se encuentren sus respectivas Hermandades para poder de este modo dictar en el particular la providencia que corresponda”
Ante el tribunal eclesiástico comparecieron D. Antº de Flores, presbítero, cura ecónomo de la parroquia de Santiago, D. Miguel José Rodríguez, presbítero, secretario, y Antº Vallecillos, Hermano Mayor de la cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno; D. Torcuato y D. Pedro Dávalos, Hermanos Mayores de la del Stimo. Sacramento. El Provisor le planteó la necesidad que había de reformar en la procesión “la impropiedad con que hasta aquí han ido colocadas en ella las imágenes de Jesús con la Cruz acuestas y de Jesús en el Pretorio, yendo Jesús Nazareno delante y Jesús en el Pretorio detrás en lo que hay un anacronismo reparable y una discordancia en el orden en que sucedieron los hechos de la pasión contada por todos los evangelistas. Esta incongruencia había que corregirla por tratarse de un acto religioso tan notable y solemne, por lo que habiéndose examinado las constituciones de una y otra cofradía, traídas al efecto, y no encontrándose en ellas causa alguna que ofrezca dificultad para que se ponga el debido remedio a la impropiedad indicada, reconocida por todos los concurrentes en la conferencia razonada y sensata que se tuvo sobre el particular, el Provisor dijo que guardándose como es justo a la cofradía de Jesús Nazareno la señal de su posesión de sacar la dicha procesión del Viernes Santo por la mañana y la prueba pública del carácter de humildad con que cristianamente se honran sus individuos, en conformidad a lo que está prevenido para casos de disputa sobre preferencias de lugar, en competencia con otras, determina que “el estandarte de la cofradía de Jesús Nazareno, acompañado de dos de sus individuos con cirios, ocupe el primer lugar yendo delante de dicha procesión y después que se coloque la bandera de la cofradía del Stimo con la efigie de Jesús en el Pretorio y a continuación la bandera de la cofradía de Jesús con la cruz acuestas y la imagen de Jesús Nazareno, siguiendo las demás Hermandades ocupando el lugar que han acostumbrado siempre.
Fuente: Archivo Histórico Diocesano de Guadix
Autor: José Rivera Tubilla