Se llega a ella desde la plaza, a través del soportal denominado Magistral Domínguez. La calle ocupa la antigua rambla que señalaba el límite de la medina, y por su ribera derecha corría la muralla, de la que algunos de sus lienzos están embutidos en los edificios que la alinean. Cuando la ciudad creció, por razones obvias no se quiso invadir el espacio de la rambla, dejándolo “ancho”, de ahí su denominación. Ha sido antigua arteria y zona comercial de la ciudad.
De esta calle destacamos el Pósito, que se encuentra bajando a izquierda. Es un edificio del siglo XVIII que tenía, como se ha visto, su entrada por la plaza. Aquí presenta un gran paño de ladrillo visto, ventanales, heráldica de Carlos III y una lápida romana, descubierta en 1758, con inscripción dedicatoria.
La casa de los Martos, en el numero 11, es otro monumento de la calle. Es un magnifico palacio del siglo XVIII, que perteneció a la familia que lleva su nombre, antiguos hacendados, hasta entonces sin titulo nobiliario. La fachada es muy suntuaria con balcón central, dos ventanales y puerta de entrada abierta entre semicolumnas. La heráldica se ensalza especialmente, quizá para compensar la ausencia de nobleza en la familia. Frente a esta casa hidalga, la antigua lonja con bellas arcadas de ladrillo.
4. Placeta de Santiago
Era el centro del arrabal que por aquí se extendía, aprovechando la rambla exterior a la muralla. El barrio se organizaba alrededor de la mezquita, en cuyo solar se emplazó la iglesia cristiana que hoy preside la plaza. Desde aquí se orientaban los caminos que iban al Cenete, hacia el barrio de Santa Ana y hacia un sector de la vega, parte del cual aún no ha sido invadido por las construcciones, por lo que conforma una autentica calva (huerta de las Pastoras) en el entramado urbano de la ciudad.
La plaza actual se hizo a partir del derribo de las casillas musulmanas y tiene un gran atractivo. Es una zona ajardinada, presidida por la iglesia y de un gran efecto estético en su flanco derecho, con una calle en rampa zigzagueante que lleva al palacio de Peñaflor, desde aquí elevado y arrogante. Son de gran belleza plástica las procesiones que por esta cuesta transitan en Semana Santa.
La iglesia
Se está ante un monumento que constituye una de las manifestaciones más notables, si no la mejor, de la arquitectura mudéjar de la provincia de Granada. El exterior es un juego de volúmenes encalados, salvo el color cobre de sus tejados y torre, de fábrica de ladrillo con cajones blancos, no muy alta y con chapitel piramidal cubierto de azulejo. En este exterior contrasta la portada plateresca -obra de Siloé-, sobre el encalado del conjunto. Es un panel en el que toda la iconografía y decoración están encajadas sobre la piedra, como si se tratara de un retablo.
Tiene dos cuerpos. El inferior, con pilastras y hornacinas para santos, se remata con entablamento que sirve de base al superior. En éste hay una gran hornacina para el titular, Santiago, y abundante heráldica. A los lados, las insignias del obispo Antonio del Águila; y, arriba, la Imperial.
El interior se estructura dentro del modelo de las iglesias goticomudéjares. Tres naves y capillas laterales separadas por arcos sobre soportes góticos. Al fondo el coro de las monjas. La capilla mayor es ochavada y la precede un solemne arco de medio punto. Las cubiertas de las naves laterales son sencillas, pero la central tiene gran armadura, una magnifica muestra de carpintería mudéjar. El presbiterio se cubre con cúpula muy original que recuerda la de Santa Isabel la Real, en el Albaicín granadino. La gran novedad de esta iglesia está en los testeros de la naves laterales, que no terminan en una pared plana, sino en paño curvo que acaba por encontrase con el arco toral
El proyecto para construir la iglesia de Santiago hay que relacionarlo con las obras que se hacían en la catedral a mediados del siglo XVI. El cardenal Ávalos, obispo de Guadix, llamó a Siloé para trabajar en el templo metropolitano y le encargó también el programa decorativo de Santiago, principalmente la portada y el retablo, hoy desaparecido. El citado cardenal concibió el proyecto de Santiago como mausoleo propio y como iglesia conventual.
El convento de Santiago
Situado detrás de la iglesia, en él había uno de los baños de la ciudad. Se organiza en torno a un patio rectangular, articulado en dos pisos y doble galería de arcos de medio punto y escarzanos, sostenidos por columnas. Las galerías presentan cubiertas en madera. Las columnas, de gran esbeltez, son de mármol, de fuste liso, con collarino y capitel cuadrangular. Algunos capiteles presentan motivos vegetales. El cuerpo superior mantiene una estructura similar, si bien aparece una balaustrada de madera del siglo XVI, que lo rodea totalmente. El cuerpo superior presenta tejado a un agua, y, sobre una parte de su estructura, se eleva un tercer cuerpo de edificación, cerrado al mismo, en donde se ubican las celdas de las monjas.
El destino de los baños árabes de Guadix
Resulta extraño que no se hayan conservado baños árabes en Guadix, cuando existen en ciudades y pueblos de poca importancia. La verdad es que había dos grandes baños monumentales -tal vez una reutilización de las termas romanas-, uno en lo que luego sería convento de la Concepción y otro en el solar del actual convento de Santiago, éstos, propiedad de don Rodrigo, que cobraba a los moriscos por su uso. Como el Ayuntamiento viera los pingües beneficios que reportaban, quiso restaurar los de la Concepción, a lo que se opuso el Marqués del Cenete, que propuso que se restauraran los suyos y luego repartirían beneficios. Parece que nada se hizo, y la posterior integración de los mismos en los conventos referidos acabó por arruinarlos.
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