Entre Samichlaus y las mandarinas

Las tradiciones extranjeras se cuelan en los hogares granadinos, cada día más multiculturales
Tres parejas integran alimentos y costumbres típicas de California, Rusia y Suiza en sus hogares

La Navidad ya no es lo que era. En unos pocos años hemos visto como un vecino además de hablar con un extraño acento cada año por estas fechas coloca una corona de acebo en su puerta. Los Reyes Magos, a fuerza de hacerse los remolones, empezaron a compartir su trono de ilusión con Papá Noel y, poco a poco, otros personajes igual de generosos han comenzado a pedir paso.
A todos siempre nos gustó su turrón porque sabía a miel, almendra y al cariño con el que lo hace, pero cada vez son más las mesas granadinas en las que se empiezan a colar otros productos. Nuestra sociedad se ha vuelto más internacional y las mesas de nuestra Nochebuena y Nochevieja no podrían ser menos.
Ensaladilla rusa fetén
Francisco Lechuga abre la puerta de su casa en Guadix y nos da la bienvenida. Su esposa Palina, más fácil de pronunciar que su nombre real -Kseniya Parshakova- espera en el interior y sobre la mesa ya están compartiendo dos ensaladillas rusa, pero rusas de verdad, hasta en el nombre: Olivier y Selodka Pod Shuboy. Palina lleva viviendo en España desde hace nueve años. Ahora enseña canciones navideñas rusas a su hijo Francisco. Francisco será afortunado y podrá abrir los juguetes que le traigan los Reyes Magos y Ed Moroz y su nieta Snegurochka. El nombre de este señor de la barba blanca es algo así como el Abuelo del Frío y si te toca te convierte en una estatua de hielo.
Las mandarinas son uno de los símbolos de Navidad rusa. Su presencia en el frutero de la casa equivale a marcar en el calendario estas fiestas, algo así como las uvas en nuestra cena de Nochevieja, aunque, por fortuna para ellos, no deben comerlas al ritmo que marquen las últimas campanadas del año. Palina confiesa que hizo trampas la primera vez que comió las uvas, es una de las tradiciones más difíciles de asumir por los extranjeros.
Francisco ha tenido la oportunidad de disfrutar de las Navidades rusas en la ciudad de su mujer, Perm. «Creo que ellos la celebran mejor que nosotros», dice el accitano impresionado por la intensidad con la que se celebran estas fiestas en las que no faltan fuegos artificiales ni el vodka. Así no es de extrañar que su suegra, Olga Dolova, añore su tierra por estas fechas, incluido el intenso frío, tan eficaz para dejarte helado como las manos del mismísimo Dez Moroz.
Pastitas vs Mantecados
Conny Resh, es suiza, vive en Las Gabias desde hace años y es, sin duda, la nieta de Guillermo Tell con el acento más granadino. Cuando llegamos a su casa, su hija Candela disfruta de las pastas navideñas recién sacadas del horno. Son una tradición de su tierra.
Cada forma indica un sabor y están pintadas al mano con motivos navideños. ¡Todo artesanal! Conny cuida cada detalle de sus pastas y evidentemente el chocolate que emplea para ellas es el suizo. El resultado merece la pena y las pastas ya son famosas entre sus vecinos. Este año ha hecho más de 2.000.
Esta suiza vive sus Navidades, desde que nació su hija, entre Víznar y Büllach, un pueblo del cantón de Zurich, por años alternos. Así que Conny y su marido Joaquín alternan entre fiesta y reflexión según el año, porque «aquí en España las fiestas son mucho más juerguistas, en Suiza son mucho más reflexivas, se viven en las casas, en familia», aclara. Cuando le toca vivirlas en España ella se amolda encantada.
En cuanto a los regalos, nuevamente Candela es la beneficiada. Desde el 6 de diciembre al 6 de enero, Candela disfruta primero de los regalos de Samichlaus, San Nicolás. Después de los que trae Chirstchlindli, un ángel que llega en Nochebuena y, por último, de los que los Reyes Magos traen en sus camellos hasta Las Gabias. Por este motivo, el calendario de adviento en el que hay una chocolatina para cada día de las fiestas se le termina quedando corto porque en la tierra de su madre no se celebra la Epifanía con regalos ni cabalgatas.
Lo que no falta en casa de Conny, música de profesión, son las melodías navideña. Si el chocolate suizo gana al español, los villancicos ganan en alegría a los de su tierra, muchos más dados a celebrar la Navidad en casa y de forma reflexiva. Aunque Conny no mira la bandera de cada canción y en estos días se encuentra preparando el Gran Festival Gospel que se celebrará el próximo 30 de diciembre en el Teatro de Otura y en el que participa con un cuarteto llamado ‘4 Women Gospel’.
El aceite de oliva convive con el sirope de arce en la cocina de Damon Robinson y Rosa Sánchez desde hace tiempo. Los dos ingredientes formaban parte de su desayuno el pasado 22 de diciembre mientras los niños de San Ildefonso repartían suerte por España. Damon vive en Guadix desde hace 13 años y sobre la mesa, junto a las tortitas y las pastas navideñas, se extendían los décimos y participaciones de lotería como en cualquier casa.
A Damon le faltó la mañana de Navidad en sus primeras pascuas accitanas. La intensa Nochebuena, que incluyó paseo por las cuevas accitanas, dejó desierto la mañana del 25 de diciembre el pie del árbol. Una sorpresa para este californiano.
Rosa, por su parte, destaca el empeño que los americanos ponen en decorar sus casas desde semanas antes de la llegada de Navidad. Sin embargo, las canciones navideñas participan de la melancolía de las fechas navideñas, frente a los sonoros villancicos españoles que se echan en falta.
Esa pista no impidió que Damon se sorprendiese en sus primeros años cuando descubrió que una canción navideña de los Gypsi Kings en realidad era el popular villancico de Los Peces en el Río.

J. J. PÉREZ | GRANADA
www.ideal.es

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