El obispo de Guadix clausuró el Año Jubilar del beato Manuel Medina Olmos en Lanteira
Lanteira celebró ayer, 30 de agosto, la clausura del Año Jubilar del beato Manuel Medina Olmos. Y lo hizo dos años después de que se inaugurara, el 30 de agosto de 2019. Ha sido un año jubilar que se ha prolongado por dos años a causa de la pandemia.
Como en 2020 se tuvieron que suspender todos los actos programados, el papa Francisco concedió un año más de prórroga, aunque también ha seguido estando marcado, ese segundo año, por las restricciones sanitarias.
A pesar de todo, como reconocían los lanteiranos ayer en la celebración de clausura, quizá no hayan tenido lugar todos los actos que se habían programado y que hubiesen querido, pero ha sido un año intenso en la fe para el pueblo de Lanteira y en la devoción al beato para toda la diócesis.
De todo esto habló el obispo de Guadix, D. Francisco Jesús Orozco, en la homilía de la celebración de clausura. La presidió él y la concelebraron más de veinte sacerdotes de toda la diócesis. La Escolanía de Guadix amenizó la celebración y los feligreses de Lanteira, y otros venidos de otras parroquias, le dieron calor y vida a una solemne Eucaristía en la plaza de la Iglesia.
El obispo habló del valor del martirio en la vida y la historia de la Iglesia, y del testimonio de fidelidad al Señor que ofrecen los mártires. Con referencias a la vida del beato Manuel Medina Olmos y a su martirio, recordó que toda su vida fue de amor y servicio a la Iglesia, desde su etapa de formación y profesor, como obispo auxiliar de Granada, en las Escuelas del Ave María o en la diócesis de Guadix, como obispo.
“El martirio -recordó D. Francisco Jesús- es la auténtica clave de lectura de la vida de la Iglesia, desde su nacimiento hasta hoy mismo, pues la Iglesia, en el seguimiento de Cristo, no solo tiene mártires, sino que es una verdadera Iglesia de mártires”. Y recogiendo las palabras del papa Francisco, dijo que “el martirio es un servicio, un misterio, un don de la vida”.
También hizo referencia al lema episcopal que escogió el beato Manuel Medina Olmos cuando fue consagrado obispo: “la fidelidad ceñirá su cintura”. Un lema, dijo que “antes de ser un eslogan en su escudo, fue una vida de perfecta coherencia con la fe recibida, una fe recibida en este pueblo de Lanteira”
El obispo agradeció a todos su colaboración en la organización del año jubilar y en la celebración de clausura, desde el ayuntamiento, hasta los numerosos feligreses que se han implicado en estos dos años de jubileo. Y animó a que, aunque haya terminado el año jubilar, la devoción al beato siga con la misma intensidad.
Durante la homilía, D. Francisco Jesús Orozco hizo continuas referencias a la reliquia del beato Manuel Medina Olmos que presidía la celebración: el cráneo del beato, con evidentes signos del martirio, en una urna de cristal.
Esta reliquia, que se custodia en la catedral de Guadix, es la primera vez que se expone y se venera en la localidad de Lanteira, donde sí se conservan y veneran otras reliquias del beato. Al terminar la celebración, el obispo llevó la reliquia por toda la asamblea, para que todos pudiesen venerarla y verla de cerca.
El último acto, con el que se clausuró el año jubilar, fue el cierre de la puerta santa.
Tras pasar la imagen del beato, que se venera en la iglesia de Lanteira, y los concelebrantes, el obispo cerró la puerta desde dentro, poniendo fin a un año jubilar que han sido dos, por la pandemia, y que, a buen seguro, habrá dejado muchas gracias en toda la diócesis. Solo faltan 15 años para el primer centenario de su martirio y quién sabe si no será un buen momento para volver a celebrar otro año jubilar, ya sin pandemia ni restricciones.
Antonio Gómez