Don Carlos por Mons. D. Ignacio Noguer

Aunque por la fama de la Escolanía tenía noticias de su fundador y director, mi primer encuentro con él fue el día de mi consagración episcopal. Me llamó la atención la perfección de sus interpretaciones. Algunas cosas, de las que cantaron, yo también las había cantado en mi juventud, por lo que sentí, en un momento tan importante e inolvidable, tanto a la Escolanía como a su director muy dentro de mí.
Naturalmente que, vecinos como éramos, nuestros encuentros y conversaciones fueron frecuentes. Pero, cuando me di cuenta de la trascendencia de la labor de D. Carlos fue, no recuerdo en que momento, que hacíamos una procesión claustral en la Catedral. Con el Santísimo en las manos, los himnos eucarísticos me llegaban más a la intimidad. De pronto, me pareció estar sumergido en una inmensa coral. A mi alrededor se hacía polifonía y no era solamente la Escolanía, que tenía su puesto en la procesión.
Al terminar, comenté en la sacristía mis impresiones y se me aclaró que todos los antiguos escolanos, que asistían a la procesión mezclados con el pueblo, cada uno cantaba el papel que le correspondía. Entonces tuve mayor conciencia de lo que había significado la labor educativa de D. Carlos. Hoy se ha derramado por toda la Diócesis y por toda Granada un espíritu de buen gusto que multiplica, por no sé cuantos, el trabajo de D. Carlos.
Decía que por nuestra cercanía mis encuentros con él fueron frecuentísimos. Fui conociendo sus inquietudes y, por qué no decirlo, sus fijaciones. Sin duda, el tiempo lo desbordó, pero sus recias convicciones eran muy buena base para su acción educadora. En su corazón vivía otro tiempo de la sociedad y de la Iglesia, pero sus ideas del bien, del trabajo y del servicio que prestaba a la sociedad con su Escolanía, le hacían aceptar la realidad y hasta reírse de alguna manera de ella.
Sus alumnos en su madurez sabían perfectamente valorar lo que de él habían aprendido, pero adaptándose a la realidad del tiempo que la Iglesia y la sociedad vivían. Yo los veía, ya mayores, como hombres recios, de firmes convicciones y con ese espíritu de comunicación de D. Carlos.
No cabe duda de que esta realidad, la presencia de D. Carlos en Guadix, fue la continuación de la historia cultural, bien rica, de la ciudad y de su Diócesis. Creo poder afirmar que Guadix sin D. Carlos hubiera sido otra cosa.
Algunas personas llegaban hasta mí sugiriendo su mayor apertura en el colegio. Pero, al mismo tiempo, otros muchos, quizás los mismos, me pedían una recomendación para que sus hijos estudiaran en la Escolanía. Así eran las cosas.
Cada cual podía tener su opinión sobre D. Carlos. Todos, sin embargo, lo querían y admiraban, yo el primero.
Si sus alumnos, hoy profesores, se empeñan en seguir con la fuerza religiosa, el espíritu de trabajo y la bondad de D. Carlos imprimiendo en la enseñanza su seguridad y su aplomo, será una aportación a nuestra escuela de hoy, algo que necesita. Si además entró seriamente en su afán por la buena música, miel sobre hojuelas.
Creo que no hay mayor premio para D. Carlos, pese a los muchísimos y muy merecidos concedidos, que el plantel multitudinario de personas que tuvieron la suerte de conocerlo y ser formados por él. Sin embargo, el premio que más deseó desde lo más profundo de su corazón, se lo ha concedido el único que puede dárselo: disfrutar para siempre de la maravillosa armonía de Dios.
Aquí ha dejado tras de sí el buen olor del buen maestro, del artista profundo, del formador creyente que ha sabido dejar en los demás su propia riqueza espiritual. Su recuerdo me enorgullece, me emociona y me llena de nostalgia. Su sonrisa no la olvidaré.

+ Ignacio Noguer Carmona
Obispo de Huelva
Huelva. 13 de Agosto de 2005
Este Artículo pertenece al libro:

«Escolanía Niños Cantores de la Catedral de
Guadix: 50 años de Historia Musical» que se publicará el año próximo,
con motivo del 50 aniversario.

Autor: José Manuel Baena Herrera

1 comentario en «Don Carlos por Mons. D. Ignacio Noguer»

  1. Mi respetado Mons. D. Ignacio Noguer Carmona:
    Preciosas y muy emotivas palabras, las dedicadas a nuestro querido don Carlos.
    Felicidades por acertar y transmitir un sentimiento mutuo y compartido de todos aquellos que tuvimos la suerte de conocer una persona entrañable, cariñosa y con un carácter firme y bondadoso. Todos los elogios contenidos en su escrito hacia la persona de don Carlos, han quedado como un poso inalterable en los escolanos y en nuestro querido Guadix y sus gentes. Me he quedado con su ultima dedicación …, como no podía ser de otra manera; me he quedado con «SU SONRISA» principal atributo de su persona física y por supuesto con su espiritualidad y respeto hacia todas las personas que trataron con el. Dios nos bendice a todos los humanos, por igual, pero a algunos se les nota más. A mi me enseñó disciplina, a ser buen cristiano y mejor persona: fue vital para enseñarme el camino a seguir…, mi camino. Don Carlos fue una Bendición de nuestro Señor.

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