Los agricultores, tanto propietarios de tierras como arrendatarios, tenían puesta su esperanza en la lluvia para obtener buenas cosechas y temían las tormentas porque arruinaba los sembrados. Siguiendo una tradición antiquísima, cuando se pasaba por tiempos de pertinaces sequías o de tormentas continuas, acudían al Concejal que los representaba en el Ayuntamiento para tomaran el acuerdo de solicitar al Cabildo el traslado de la imagen de S. Torcuato desde su ermita de Face Retama hasta la catedral con el fin de sacarlo en procesión de rogativas y rezarle para que como Patrón de Guadix intercediera ante Dios para que mandara la lluvia para los campos o evitara las tormentas.
Con este motivo, el 29 de Mayo de 1800, el Ayuntamiento envía un escrito al Cabildo de la catedral en el que se decía:
“En Cabildo celebrado por el Ayuntamiento, en el día 14 de Mayo, se vio un escrito que presentaron diferentes labradores y hacendados haciendo presente que en Guadix se tenía experiencia, acreditada desde antiguo, del favorable y poderoso patrocinio que había alcanzado este vecindario y su partido de su protector y Patrono S. Torcuato remediando unas veces grandes sequías y otras deteniendo tormentas y lluvias copiosas, que dejaban arruinados los sembrados y que debido a que se estaban dando continuas nubes que amenazaban una ruina total para el campo, suplicaban al Ayuntamiento tomara el acuerdo de que se trajese la imagen de S. Torcuato desde su ermita de Face Retama a la catedral.
El Ayuntamiento en ese momento no accedió a esta petición por parecerle que no había necesidad urgente, pero ante la repetición de grandes tormentas los labradores volvieron a rogarle que acordara traer a S. Torcuato para hacer procesión de rogativas. Ante la insistencia acordaron que se trajera la imagen del Patrón en la forma acostumbrada comisionando a D. Manuel Montero, Concejal, para que formara parte, en representación del Ayuntamiento, del séquito que tenía como misión trasladar la imagen de S. Torcuato desde la ermita de Face Retama hasta la catedral”
Al día siguiente 30 de Mayo contesta el Cabildo en estos términos:
“Con el mayor aprecio recibimos el escrito en el que se nos comunica el acuerdo del Ayuntamiento sobre traer la imagen de Ntro Patrono S. Torcuato de su ermita a esta Sta. Iglesia en pública rogativa a petición de ciertos labradores que temen el efecto de las nubes de verano y, deseosos de contribuir al servicio de Dios y del Rey, como tenemos obligación, en unión y amistad recíproca creemos que estamos obligados a hacerle presente lo que arriesgamos ambos Cabildos (el civil y el eclesiástico) en esta piadosa condescendencia ya que creemos que el vulgo ignorante cree es necesaria la procesión de rogativas por la cercanía de la peste de África que cree tener a las puertas.
Los prejuicios de semejante preocupación no se ocultan a la inteligencia de V.S.I. (refiriéndose al Alcalde) ni tampoco las repetidas órdenes del Rey que prohíben el fomento de supersticiones cuando van en perjuicio de la tranquilidad pública
La docilidad y justa armonía con que este Cabildo se ha prestado infinitas veces a sus piadosas indicaciones en otros casos y circunstancias, parecen darnos derecho a esperar que sea bien vista esta nuestra respetuosa lentitud y amistoso consejo, que confiamos a su prudencia e ilustrado celo, a fin de que persuadido de nuestro cordial deseo de complacerle como merecen sus altos respetos nos dé esta nueva prueba de su favor y correspondencia aplazando la ejecución de su acuerdo hasta que se vea la evidencia de que sea necesaria para la agricultura la procesión de rogativas o que no haya posibilidad de equivocarse con el azote de la peste, cuya idea, aunque falsa, es capaz de inquietar al bajo pueblo con su descrédito y el nuestro”
Al día siguiente, 31 de Mayo, el Alcalde responde al Cabildo con el siguiente escrito:
“Con el mayor aprecio hemos recibido su escrito de 30 del corriente en que se ha servido comunicarnos su dictamen para la traslación de Ntro. Patrono S. Torcuato desde su ermita a esta Sta. Iglesia en pública rogativa y sin embargo de las razones en que fundan su parecer, hallándose este Ayuntamiento obligado con las repetidas súplicas del Común de Labradores y Síndico del Común, en Cabildo celebrado en este día de la fecha ha acordado que para el día dos, lunes, del inmediato mes de Junio se traslade dicho Patrono a la ermita de S. Sebastián y al siguiente a esa Sta. Iglesia según costumbre”
El Cabildo catedralicio en vista del acuerdo tomado por el Ayuntamiento que fijaba el día de la procesión de rogativas responde con fecha de 1º de Junio con el siguiente escrito:
“Nos llena del más vivo dolor ver que V.S.I. lejos de atender nuestra correcta sugerencia se decide a desairar un cuerpo amigo y acreditado por su espíritu de paz y unión con V.S.I. y con todas las autoridades subalternas.
El traer en pública rogativa la Sta. Imagen de S. Torcuato no es asunto que este Cabildo pueda acordar sin su propuesta previa, según la letra de la circular de 21 de Agosto de 1770, pero tampoco es función tan secular que V.S.I. pueda mandarlo y mucho menos con condiciones de día, hora y demás, que el Rey ha reservado a las necesidades del clero en el ejercicio de sus primeras obligaciones. El 2º día de Pentecostés es fiesta de primera clase y además del desconcierto que suele darse entre los fieles en un viaje de dos leguas largas hasta la ermita de S. Torcuato y su vuelta, nada propios de tal día, todos los ministros y buenos cristianos están ocupados en santificar el 2º día de Pentecostés en otros ejercicios más necesarios y acaso más devotos.
También es justo que V.S.I. reflexione que el Rey, cuyos encargos y ruegos son verdaderos preceptos para el buen vasallo, encarga y ruega a sus clérigos que pidan a Dios por las necesidades del Estado y de su Real familia y sin usar su poder, que pudiera, deja al arbitrio de los Obispos la forma de realizar estos actos como propia del sacerdocio. En el caso que nos ocupa no han precedido las oraciones secretas que son de costumbre y conforme a la Real Orden ni V.S.I. ha dado tiempo para que se puedan realizar. Ntro. Ilmo. Obispo está ausente realizando su Visita Pastoral y no es justo ordenar rogativas sin su acuerdo, ni convocar a los fieles cristianos para procesión, algo que le corresponde por derecho al Obispo no sólo por las normas del Concilio de Trento y las Bulas de Inocencio XIII y Benito XIV, sino también por las leyes del Reino y Reales Órdenes, en particular por la de 17 de Septiembre de 1746.
Sírvase V.S.I. no desestimar tanto los fundamentos de nuestra resolución que junto con el bulo propagado en el pueblo de peste próxima y que una comprobación extraordinaria confirmaría sin duda, como le manifestamos en nuestro anterior escrito, hacen a V.S.I. el único responsable para con la superioridad del abuso de su autoridad, de la vulneración de nuestra antigua concordia y costumbre de muchos años y de las consecuencias de una novedad nada conveniente.
Tenga V.S.I. a bien recibir esta 2ª instancia como una prueba de nuestra atención y miramiento hacia V.S.I. y del deseo que nos anima de conservar el honor de ambos cuerpos unidos, no de ahora, con lazos indisolubles”
El Cabildo, viendo que el Ayuntamiento no estaba por ceder, aunque creía haber justificado suficientemente su postura, remite al Corregidor, como máxima autoridad, la siguiente comunicación:
“Con fecha de 1º de Junio repetimos instancia al Muy Noble Ayuntamiento de esta ciudad exponiéndole los inconvenientes de su resolución sobre traer la imagen de S. Torcuato en el día de mañana, desentendiéndose de las justas razones de nuestro escrito de fecha de 30.
V.S. es el garante natural de la buena armonía de ambos Cuerpos y creemos muy propio del espíritu que nos anima suplicarle tome el mando en este asunto haciendo valer lo que proponemos en ambos oficios: que no hay ninguna necesidad, a Dios gracias, de esta demostración extraordinaria, la equivocación en la que se hallan de la interpretación de las Reales órdenes, la ausencia del Prelado y la carencia de noticias que tiene sobre este asunto, las circunstancias del día y la propagación falsa sobre la peste, perjudicial a ambos Cabildos. Esperamos de la prudencia y del amor de V.S. a la paz y buen orden, nos dé esta satisfacción y que no permitirá ningún exceso que pueda desagradar a la superioridad cuando entienda toda la rectitud de nuestras atentas indicaciones, quedando entre tanto con los mayores deseos de complacer a V.S. y de recibir sus apreciables órdenes”
El obispo Fray Raimundo Melchor Magi y Gómez informado del tema escribe al Cabildo el 2 de Junio:
“…he visto con gran gusto el celo y amor a la paz que tienen tan acreditado y con igual sentimiento el empeño del Ayuntamiento en traer la estatua de Ntro. Patrón S. Torcuato. La razón de prudencia de no afligir al pueblo, dándole ocasión de confundir el objeto y fin de esta rogativa con otro tan horroroso como el de la peste parecía bastante para suprimir una demostración que de ningún modo es necesaria, pero son todavía más decisivas las demás razones que añaden sobre los inconvenientes que inevitablemente resultan de semejantes concurrencias, bien demostrados por la experiencia, la observancia de la Bulas Pontificias, cédulas reales y Concordia y el no haberse procurado justificar la necesidad de la procesión con el parecer de peritos que se atrevan a declarar que amenaza alguna nube que arruine los campos y sus frutos.
Yo tengo alguna confianza que por el carácter pacífico del Sr. Corregidor procurará ahogar y cortar con su autoridad esta sensible controversia y nos dará la oportunidad de inculcar al pueblo los verdaderos sentimientos de amor y devoción a Ntro. Patrón recurriendo a su patrocinio con nuestras oraciones hechas y repetidas delante de su altar en Ntra. Sta. Iglesia Catedral, donde veneramos su santa imagen en nada inferior a otra cualquiera que le represente y lo que es más su Sta. Reliquia que debe encender nuestra veneración y servirnos de prenda de su patrocinio.
Si el noble Ayuntamiento y el pueblo entendiesen debidamente esta verdad ni ahora ni nunca tomarían empeños que pueden dar alguna sospecha de superstición. Pero bien veo que este género de verdades deben ser inspiradas con tiento en obsequio de los ignorantes de quienes somos deudores”
Ha pasado la fecha del 2 de Junio que era el día en que el Ayuntamiento había tomado el acuerdo de que saliera en procesión la imagen de S. Torcuato y el Cabildo, con fecha de 6 de Junio, dirige al Ayuntamiento la siguiente misiva:
“Con singular gusto recibimos el docto y elocuente escrito de ayer en que reconociendo oportunamente el derecho eclesiástico que asiste a nuestra Sta. Iglesia matriz sobre rogativas públicas, ha sabido conservar intacto su derecho político en la piadosa iniciativa que le concede y autoriza el Rey. Vemos con igual satisfacción como exige que se lleve a cabo la petición de aquellos vecinos que se han dirigido a su cuidado paternal para apoyarla y seguros nosotros de su celo y justificación no podemos dudar habrá examinado más duramente las causas no sólo justas sino también justificables a su pretensión y quedamos persuadidos por su misma perseverancia en procurarla, que ninguna ligereza, ninguna petición extraña a la piedad o a la ley habrá tenido parte en la gestión de aquellos honrados vecinos. Deseamos pues cordialmente complacer a V.I. y al devoto pueblo y desde luego si concluidos los prolijos oficios de la Octava de Corpus, que el Rey nos manda celebrar con particular esmero y que V.I. aprueba con su asistencia, cree V.I., según su prudencia, que siguen los vecinos suplicándole se saque en procesión a S. Torcuato no sólo nos prestaremos gustosos sino que con una simple insinuación de V.I., sin necesidad de formar oficio, acordaremos día y hora según costumbre. Entretanto tendremos tiempo para aplicar las oraciones secretas por la intención de V.I. y de dar el aviso correspondiente a Ntro. Ilmo. Prelado
Reciba V.I. esta nuestra expresión conciliadora de todas las opiniones como una prueba nada equívoca de la afectuosa atención con que deseamos emplearnos en su obsequio y servicio”
Fuente: Archivo Histórico Diocesano de Guadix
Autor: José Rivera Tubilla
Nota del autor:
Me he permitido la licencia de cambiar algunas palabras y giros lingüísticos para una mejor comprensión de los escritos.