Desde antiguo la Iglesia católica, como un recurso didáctico-pastoral, hacía representaciones de temas bíblicos dentro de las iglesias. Con el paso del tiempo la temática fue evolucionando de lo religioso a lo profano por lo que dejó de representarse en el templo para pasar al claustro, después al atrio y por último a la plaza pública. La primera pieza teatral española conocida es “El Auto de los Reyes Magos, del siglo XII, del que sólo se conservan 147 versos. Ya en el siglo XIV el teatro se emancipó del drama litúrgico para representarse fuera de las iglesias, especialmente en la fiesta del Corpus Christi. Sin embargo desde los primeros tiempos del cristianismo, la Iglesia manifestó sus recelos hacia el teatro, de manera que las condenas, prohibiciones y disposiciones regulatorias han sido muy abundantes. El mismo rey Alfonso X el Sabio en su libro “Las Partidas” decía que:
“Los clerigos […] nin deben ser fazedores de juegos de escarnios porque los vengan a ver gentes como se fazen. E si otros omes los fizieren non deseen los clerigos y venir, porque fazen y muchas villanias y desaposturas nin deben otrosi estas cosas fazer en las Eglesias: antes decimos que les deben echar dellas desonrradamente a los que lo fizieren; ca la Eglesia de Dios es fecha para orar e non para fazer escarnios en ella […] Pero representacion ay que pueden los clerigos fazer, asi como de la nascencia de Nuestro Señor Jesu Christo en que muestra como el angel vino a los pastores e como les dixo como era Jesu Christo nacido. E otrosi de su aparicion como los tres Reyes Magos lo vinieron a adorar e de su Resurreccion…”,
En las Constituciones Sinodales de Mondoñedo, publicadas en 1541 por el que fuera obispo de Guadix Fray Antonio de Guevara se recogía lo siguiente:
“Item nos constó[…] que muchas personas vagamundas se andan en el tiempo santo de la Quaresma y Semana Santa a hazer representaziones, a manera de farsas del mundo, de las quales se siguen muchos inconvenientes, es a saver: que dizen en ellas muchas cosas que no ai en los evangelios y, ansimismo, que hazen y causan muchas risas y placeres en los que lo oien y, ansimismo, dejan de oir misa maior los dias del domingo y fiestas, por concurrir a do aquellas representaziones se hazen, lo qual todo es, no en alabanza, sino en vituperio de Christo; por la presente ordenamos[…] que ninguno sea osado de hazer las tales representaziones ni remembranzas en la iglesia ni fuera de la iglesia. Y […] mandamos a todos los clerigos y rectores no lo consientan hazer; y, si contra su voluntad, se hiziere, eviten a todos por publicos excomulgados y lo denuncien luego a nuestros provisores”
Unos años más tarde, en 1554, en la Constitución VI del Título IV del Sínodo de la diócesis de Guadix y Baza promulgado por el obispo D. Martín Pérez de Ayala se decía: “Que no se hagan farsas ni representaciones en las iglesias sin que primero se de noticia de ello al Prelado o sus Provisores. Porque de representarse farsas y otras representaciones en las iglesias de nuestro obispado, especialmente los cristianos nuevos, habemos visto que se recrecen escándalos y risiones de los misterios de nuestra santa fe catolica en estos nuevos cristianos: Mandamos estrechamente que de aquí adelante no se hagan representación alguna en ninguna de nuestras iglesias , ni se hagan entremeses, ni se canten canciones, sin dar noticia de ello a Nos o a nuestros provisores, para que veamos si es cosa que se pueda hacer, so pena que si los representantes fueren clérigos, estén en la cárcel un día y el presidente de la iglesia, catedral o colegial que lo tal admitiere o consintiere, incurra en pena de quinientos maravedís y los beneficiados de cualquiera parroquia o por cuyo consentimiento lo tal se hiciere incurran en pena de seis reales, aplicados a obras pías a nuestra disposición, y estando el prelado ausente, no se hagan ni consientan las dichas cosas en nuestras iglesias catedral o colegial, sin licencia de nuestros provisores, con acuerdo de dos personas del cabildo”
En 1603,-habían pasado 49 años de la entrada en vigor de los decretos del Sínodo-, el Fiscal Eclesiástico de la diócesis de Guadix, D. Diego Ortiz de Valdivieso, presenta ante D. Fco de Villalobos, Deán de la catedral, Provisor y Vicario General del obispo D. Juan de Fonseca, la siguiente denuncia:
“Diego Ortiz, fiscal de este obispado, como mejor de derecho lugar haya y premisas las solemnidades ante v m denuncio de los beneficiados del Marquesado y de las justicias y alcaldes de él y de los de la villa de Fiñana de esta diócesis los cuales indebidamente contraviniendo a lo estatuido por derecho y sacros cánones y constituciones de este obispado y mandado por v m que no se hagan en las iglesias representaciones y comedias ni otros ejercicios “mere” profanos sin licencia de v m y habiéndoles primero examinado, los suso dichos y otros de este obispado consintieron y quisieron que un hombre que traía unos títeres y hacía juegos de manos, cosa indecente para la iglesia, en todos los dichos lugares hizo dentro de las iglesias sus juegos prohibidos donde asistieron los pueblos y se siguió muy grandes deservicios de Dios Ntro. Sr. indecencias de las iglesias, porque pido y suplico a v m habida mi relación por verdadera […] v m condene a todos los dichos y al dicho hombre en todas las penas que han incurrido ejecutándolas en sus personas y bienes pues es justicia que pido…”
Gabriel de la Cueva, notario comisionado por el Provisor, se desplaza a los distintos pueblos del Marquesado del Cenete y a Fiñana para que un testigo por pueblo le vaya contando lo que sabe sobre la denuncia. En La Calahorra, el sacristán, después de jurar y prometer que va a decir la verdad dijo “que lo que sabe y pasa es que habrá 15 ó 20 días poco más o menos que vino a esta villa un italiano y otro compañero suyo los cuales eran jugadores de manos y traían un retablo de “tirites” [sic] y otras cosas mero profanos y matachines y negocios de guerra y en aquella sazón no estaba en esta villa el Ldo. Cristóbal Laynez beneficiado de ella sino Cristóbal de Salazar beneficiado de Huéneja el cual le pidio a este testigo abriese la puerta de la iglesia porque dentro de ella se hiciesen los juegos y este testigo por no estar su beneficiado en esta villa no lo quiso hacer ni darle la llave y el beneficiado Salazar le persuadió a este testigo abriese la iglesia y que no tuviese pena que él salía a pagar todo el riesgo que por ello le viniese y así este testigo abrió la puerta de la iglesia y en ella se representó dos noches las cuales estuvo presente el beneficiado Salazar”
El testimonio de otro vecino de misma villa no aporta ningún dato nuevo salvo el decir que “traían un retablo de “tiritites” en el cual representaban la guerra naval”
El testigo de Huéneja añade como novedad que era la fiesta de S. Sebastián y que el retablo de títeres lo colocaron “en la iglesia junto al altar mayor y el de Sta. Ana y allí hacían unas galeras del moro Atarraez y unos matachines y otras cosas y jugaban de manos y a la iglesia acudía mucha gente y le pagaban a tres cuartos y a dos por la entrada y esto fue tres noches y una noche y las demás vio este testigo que se hallaron presentes en los tiritites y juego de manos los beneficiados, cura y sacristán los cuales este testigo no sabe ni vido si en ello pusieron impedimento mas de que todos ellos estuvieron en la iglesia y vieron los títeres y juegos de manos..”
Por las confesiones de los testigos del hecho denunciado podemos saber que quien llevaba el espectáculo por los pueblos del Marquesado, Fiñana y Abla, pueblos de nuestra diócesis hasta 1954, era un hombre extranjero de nacionalidad italiana junto con otros dos compañeros más, y que entre otras cosas hacían juegos de manos, traían una representación de títeres, otras cosas profanas,-no eran temas religiosos-, representaban una guerra naval en la que participaba el moro Atarraez. En realidad este moro corresponde al histórico personaje Morat Arráez, apodado Maltrapillo, un renegado español amigo del rey Hasan Pachá, último amo de Miguel de Cervantes durante el tiempo que estuvo cautivo en Argel tras ser capturado en la batalla de Lepanto. También llevaban en su representación matachines. Según el diccionario “Tesoro de la lengua castellana o española” recopilado por Sebastián de Covarrubias Horozco, hermano de D. Juan Horosco de Covarrubias y Leyva, obispo que fue de Guadix, sobre la palabra “matachín” dice: “Díjose de matar. La danza de los matachines es muy semejante a la que antiguamente usaron los de Tracia, los cuales armados con celadas y coseletes, desnudos de brazos y piernas, con sus escudos y alfanjes, al son de las flautas, salían saltando y danzando, y al compás dellas se daban tan fieros golpes que a los que los miraban ponían miedo y les hacían dar voces, persuadidos que habiendo entrado en cólera se tiraban los golpes para herir y matar; y así de acuerdo caían algunos en tierra como muertos y los vencedores los despojaban y aclamando victoria se salían triunfando; y todo esto al son de las dichas flautas. Y por este estrago aparente de matarse unos a otros, los podemos llamar matachines”.
En Fiñana, Bartolomé de Roa, mesonero, confirmó lo contado por los demás testigos añadiendo que vio como asistían “la justicia y los beneficiados de la iglesia y mucha gente los cuales pasaban a decir misa cada uno por verlos…”
También se tomó testimonio a Luis Hernández, sacristán de la iglesia de Abla, a Simón Ruiz, sastre, vecino de Lanteira quien dijo que la gente entraba en la iglesia para ver el espectáculo tras pagar “a 12 maravedíes cada persona..” y a un vecino de Aldeire.
Autor: José Rivera Tubilla
Fuente: Archivo Histórico Diocesano de Guadix