Francisco Álvarez Martínez
Concejal del PSOE en el Ayuntamiento de Guadix
Queridos reyes magos:
Me vais a permitir que no me dirija a vosotros escribiendo vuestro nombre en mayúsculas pero desde que ha entrado en vigor la nueva ortografía de la Real Academia de la Lengua ando hecho un lío. Eso no significa que no os profese el mismo respeto, cariño y admiración de siempre, pero, entended que debo adaptarme a los nuevos tiempos.
Me gustaría pensar que este nuevo año va a ser mejor que el anterior. Cosa que tampoco es muy difícil, viendo lo visto. No sé si vosotros tendréis mano en este asunto con el de arriba, pero, por si acaso, pediré por mi boquita.
Deseo que todas esas personas que ejercemos un cargo político institucional dejaran (dejáramos) de lado esa hipocresía y demagogia que en algunos casos nos caracteriza y que ha propiciado que el ciudadano de a pie haya perdido su confianza en nosotros, nos vea como un problema y no como la solución. No es momento de tópicos, sonrisas cínicas o frases hechas que intenten buscar el aplauso fácil del respetable. Tonterías, las justas. Es el momento de ponerse serio, actuar con coherencia y preparase para afrontar los sacrificios que vienen y vendrán. Como dijo el otro día el recién estrenado Presidente de la Generalitat Artur Mas, estamos en época de cumplir deberes más que de reclamar derechos.
Si examinamos los últimos datos sociológicos que nos ofrece el CIS encontramos que el colectivo de los políticos es el peor valorado, junto a la iglesia.
Antes sí. Ahora no me escandalizo cuando los jóvenes me dicen que no saben a que partido votarán en las próximas elecciones porque ninguno les convence. Chirría mucho que los ciudadanos se sientan frustrados con la labor de Zapatero, pero tampoco tengan confianza en el principal partido de la oposición ni en Mariano Rajoy. ¿Qué es lo que está pasando? Evidentemente, algo estaremos haciendo mal. Probablemente no estamos a la altura de las circunstancias. Pero, no ya ahora, hace mucho tiempo.
A tenor de las estadísticas, la mayoría de políticos viven (vivimos) en una burbuja y cada día que pasa, esa burbuja se aleja cada vez más de tierra fime. No identificamos con nitidez los verdaderos problemas de la gente ni estamos dando respuestas acordes a lo que ellos esperan de nosotros. Tener un contrato laboral digno y que ese contrato se cumpla, tener capacidad adquisitiva para pagar la hipoteca, gozar de una calidad de vida aceptable en la que podamos alternar trabajo y ocio, etc. son el ABC de la agenda política de cualquier gobernante Algunas veces los árboles no nos dejan ver el bosque y seguimos fallando. Oímos pero no escuchamos. El otro día me decía una persona de un pueblo del Marquesado del Zenete que no tenía dinero ni para llenar el depósito de gasolina de su coche para poder venir a Guadix a comprar. Otra mujer, con lágrimas en los ojos, me comentaba que lleva sin pagar la hipoteca tres meses y que gracias a una moratoria que le ha dado el banco probablemente podrá evitar el desahucio. Esto no es pesimismo ni optimismo. Es simple realismo. De seguir así, la abstención en los próximos comicios llegará a límites en que algunos podrán poner en tela de juicio la legitimidad del sistema. Sin lugar a dudas, la política necesita una catarsis.
Queridos reyes. ¿Cómo se ven las cosas desde el lejano Oriente? Las noticias que llegan desde Corea no son demasiado prometedoras, aunque todos esperamos que se solucionen.
Para 2011 os voy a pedir una inyección de cordura y sensatez, capacidad de autocrítica y sentido de la responsabilidad. El optimismo sólo no nos basta. Necesitamos hechos consumados y que los dos principales partidos de este país se pongan de acuerdo en los grandes temas de Estado, que la oposición arrime el hombro un poco más de lo que lo está haciendo y que se pongan sobre el tapete cuestiones de especial relevancia. Temás, que deambulan por las catacumbas ideológicas de los partidos y que sería saludable traerlos a la primera línea de fuego. Me refiero por ejemplo a: La necesaria reforma del sistema de Seguridad Social; a una reforma laboral que no sólo ampare al empresario sino que proteja y consolide los derechos adquiridos por los trabajadores tiempo atrás; una lucha más rotunda contra el fraude y la economía sumergida; un mayor apoyo a las PYMES, autónomos y posibles emprendedores, pues de ellos es el reino de los cielos y depende en gran medida nuestro futuro; una profunda reforma del modelo de Estado que otorgue un papel más preponderante a las mancomunidades en detrimento de las diputaciones y de los ayuntamientos deficitarios; una reforma del sistema electoral con listas abiertas o semiabiertas que mantenga el carácter centrífugo de nuestras comunidades autónomas pero que a la vez otorgue un papel más destacado al estado central en las cuestiones esenciales para la comunidad; un modelo educativo definitivo que no enfrente a laicos y creyentes, una sociedad menos deshumanizada donde la solidaridad sea la bandera que dirija nuestros comportamientos, una sociedad donde el esfuerzo sea un valor a proteger, una cultura en la que exista vida más allá de Gran Hermano y Belén Estebán, etc.
Queridos reyes magos, probablemente pida mucho no reciba mas que carbón. Aún sabiendo que no he sido demasiado bueno me encomiendo a vosotros por si acaso me escuchais.
Artículo opinión periódico Ideal