«Los toros aquí es una pasión que se ha transmitido de generación en generación»
17.08.10 – 02:08 – TEXTO Y FOTOS: J. J. PÉREZ |
La Calahorra ha echado el cierre a sus fiestas. Las fiestas son el gran epílogo del verano para muchos calahorreños que han vuelto un año más a sus orígenes. Una vez que finalice el puente de agosto, la carretera que une la localidad con la A-92 serán los primeros kilómetros de vuelta a la normalidad.
En La Calahorra la reina de las fiestas tiene 84 años, es Dolores Machado. Dolores siempre tiene una sonrisa y está dispuesta a alegrar la vida de quienes le rodean con una sonrisa. «A mí me han pasado muchas cosas, pero ¿qué voy a solucionar con la tristeza?», comenta Dolores con la banda de reina de la fiestas cruzándole el pecho. Debajo, su corazón sabe que la mejor la medicina es un gesto amable para hacer más sencilla la vida de quienes le rodean.
Dolores ha vivido estas fiestas de su coronación con entusiasmo, ha exprimido cada noche de verbena y ha ejercido su cargo con responsabilidad. Cada noche casi le echa el cierre al baile. No obstante, Dolores no ha podido compartir su alegría con algunos de sus hijos, que este año por motivos laborales no han podido acercarse hasta La Calahorra. Quién si ha estado con Dolores ha sido su nieta, Loli, de 25 años y que hace unos cuantos precedió a su abuela en el honor de ser reina de las fiestas. María participa del espíritu festivo de María y se muestra encantada con las fiestas. Después vendrá el inverno, más largo y tedioso que el fugaz verano, aunque «los que viven en La Calahorra saben llevarlo, están acostumbrados», comenta.
Muchos vecinos de La Calahorra marcharon hace unas décadas hasta la localidad barcelonesa de Rubí. Otros vinieron a través de esta ciudad catalana, es el caso de José Rodríguez, El Sevillano, casado con la calahorreña Rosario Cantón. José está jubilado desde hace unos años por problemas del corazón, pero la enfermedad no le ha parado ni la actividad ni la imaginación.
«Estoy en casa, porque estamos todos debajo del mismo cielo», dice José natural de un pueblo, que entre otras cosas es poeta, pintor, escultor. Jubilado desde hace unos años por problemas de salud, José no pierde ni un segundo de su vida. Por su problemas de salud participa con mesura en las fiestas del pueblo, aunque lo suyo no es un no parar.
La inventiva de José ha convertido la chimenea de la barbacoa de su jardín en una réplica a escala de la Giralda. La silueta de la torre hispalense se confunde con los paños del sólido castillo renacentista de la localidad. Pero en el interior de su vivienda José guarda una colección de sus obras, fundamentalmente pintura y relieves tallados en cristal.
Con José y su inquietud convive su mujer, una entusiasta de su pueblo. Rosario cuando habla de La Calahorra no esconde su pasión. «A las fiestas viene mucha gente, los que se fueron y con ellos los invitados vuelven cada año, mi hijo trae sus amigos y así todo el mundo», explica, aunque este año han sido menos los visitantes, lamenta.
No obstante, Rosario se desvive en las fiestas de La Milagrosa un apéndice de las fiestas calahorreñas que se vivirán el próximo fin de semana y que se vienen celebrando en una plaza cercana a su casa. En estas fiestas se servirá a los asistentes zurracapote -la sangría local- para que se puedan refrescar y acompañar la carne de un toro donado por el Ayuntamiento.
Pasión
Los toros son una de las pasiones esenciales de los calahorreños durante sus fiestas. El pueblo ofrece una estampa inigualable para vivir los encierros taurinos, las calles del pueblo, el castillo, la plaza,. ofrecen imágenes únicas para el fotógrafo. La de La Calahorra es una plaza de palos que ha evolucionado desde la antigua plaza de carros. Uno de los asiduos de este graderío es el granadino Eugenio Almohaya, otro granadino por la vía conyugal. Desde hace cerca de 15 años, Eugenio no se ha perdido ningún encierro de la localidad e, incluso, los ha corrido.
Los toros se viven en familia «es una pasión que se ha transmitido de generación en generación», apunta Eugenio. En las corridas se pueden ver los grupos familiares con sus meriendas. Si hay algo que caracteriza al público calahorreño es su fidelidad al mundo del toreo. Eugenio destaca como la gente joven del pueblo se ha organizado en peñas vestidas con camisetas serigrafiadas y mantienen viva la afición.
Los toros llegan a La Calahorra en cada encierro desde el campo. Los caminos comunican a esta localidad con la sierra, con el resto de los pueblos del Marquesado del Zenete, las Alpujarras, el corazón de la provincia de Granada y la costa almeriense. Este hecho la convierte en un lugar con vida constante durante todo el año y para todas las temporadas, subraya Gregorio Moreno, antiguo alcalde de la localidad.
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