La escritora y periodista Mercedes Abad habla sobre literatura y venganza en el Aula Abentofail de octubre

La escritora y periodista Mercedes Abad habla sobre literatura y venganza en el Aula Abentofail de octubre

Será este viernes 28 de octubre a las ocho de la tarde en el Palacio Visconti

La escritora y periodista Mercedes Abad hablará sobre literatura y venganza en la sesión de octubre del Aula Abentofail de Poesía y Pensamiento, la cita mensual con la cultura que desde el año 1999 se viene celebrando bajo la dirección del escritor Antonio Enrique y con la organización de la concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Guadix que representa Rosana López Raya. Como es habitual, el Aula se celebrará el último viernes del mes; en esta ocasión este viernes 28 de octubre a partir de las ocho de la tarde en el Palacio Visconti. Allí el público tendrá ocasión de escuchar y entablar un diálogo con la autora, que es la invitada número 125 del Aula y que el director del Aula define en el programa de mano como “fresca, exquisitamente irónica, siempre ágil y versátil, desenfadada e incisiva, con un poder de complicidad con el lector inusual”. La sesión estará, como siempre, abierta a todo el público que desee asistir.

Más información sobre Mercedes Abad

Nació en Barcelona, 1961. Estudió en el Liceo Francés de su ciudad natal y luego en su Universidad Autónoma, graduándose en Ciencias de la Informa-ción. A consecuencia del accidente en el transcurso de un espacio televisivo, del que resultó afectada de rotura de menisco, escribió en la convalecencia su primera novela, aunque el reconocimiento no le llegaría hasta la concesión del premio La Sonrisa Vertical en 1986 con el compendio de cuentos titulado Ligeros libertinajes sabáticos, al que siguieron –repuesta ya de percance y premio, es de suponer-, Felicidades conyugales (1989) y Soplando al viento (1995), asimismo de relatos, como también Amigos y fantasmas (2004), con el que conseguiría el premio Vargas Llosa de relatos.

Es autora de la novela Sangre (2000, todos los mencionados en Tusquets) y del humorístico libro de ensayo Sólo dime dónde lo hacemos (1991, Temas de hoy). Una recopilación de sus artículos publicados en El País de 1995 a 2001 aparece con Titúlate tú (2002, Plaza y Janés). Otros libros aparte, como la novela El vecino de abajo (2007) y Media docena de robos y un par de mentiras (2009, ambos en Alfaguara) completan su trayectoria narrativa, culminada en el presente 2016 con La niña gorda (Ed. Páginas de Espuma), conjunto de relatos integrando una novela.

Fresca, exquisitamente irónica, siempre ágil y versátil, desenfadada e incisiva, con un poder de complicidad con el lector inusual, Mercedes Abad ha colabora-do en distintas adaptaciones y obras de teatro con La fura dels Baus entre otras compañías, habiendo sido incluida en numerosas antologías, al tiempo que tradu-cida a lenguas diversas, italiano, portugués, holandés, finés y alemán entre ellas. Actualmente imparte clases de narrativa en la Escola d’Escriptura del Ateneu de Barcelona.

Un texto de Mercedes Abad

Nush se encogió de hombros, como pillada a contrapelo por mi desbordante entusiasmo, pero me pasó el zippo. Yo me di cuenta enseguida de que lo único que podía hacer para evitar la catástrofe era tirar el zippo a la calle, y así lo hice, aunque esta vez traté, mirando de reojo, de que no le diera a nadie. Al fin y al cabo sólo pretendía evitar que mi madre nos pillara sentadas en el alféizar y, encima, con Nush fumando un cigarrillo, colmo de lo pecaminoso. Para gran satisfacción mía, Nush soltó un larguísimo silbido de admiración mientras las dos seguíamos con la mirada la trayectoria del zippo y yo rezaba Dios mío que estás en los cielos no permitas que ese zippo le haga daño a un transeúnte. Por desgracia, Dios escuchó mis plegarias sólo de forma parcial porque el zippo aterrizó precisamente sobre un perrito salchicha. Esta vez no nos quedamos a regodearnos contemplando la cara de la anciana propietaria del perro salchicha. Al primer aullido de dolor del perro y sin necesidad de comunicarnos, Nush y yo saltamos hacia el interior de mi habitación y cerré la ventana y corrí las cortinas en un periquete, rezando para que nadie nos hubiera visto desde algún edificio de la acera de enfrente. Yo había tendido la mano hacia el platillo de las almendras y estaba a punto de comerme una cuando se oyó el timbre del interfono y Nush y yo nos quedamos mirándonos con una nada poética expresión de pánico. Me olvidé de la almendra y por señas le pedí que me diera el paquete de cigarrillos, que escondí rápidamente en un cajón de mi escritorio, como precaución suplementaria. Oí los afelpados pasos de mi madre, que en casa siempre usa zapatillas, sobre el suelo de terrazo. La oí descolgar el interfono y contestar.

Luego hubo un silencio, que a mí me pareció larguísimo, pero que a lo mejor fue corto. “¿Cómo dice?”, oí que decía mi madre en un tono en el que me pareció percibir cierta irritación, aunque enseguida pensé que por fuerza tenía que tratarse de imaginaciones mías. “Suba, haga el favor”, añadió al poco, y entonces volví a pensar que, en efecto, su tono era seco, cortante, definitivamente discordante con respecto a su línea habitual, ella a quien todo el mundo tenía por un ser respetuoso y pletórico de bondad.

La niña gorda, pág. 97.

GABINETE DE PRENSA. AYUNTAMIENTO DE GUADIX.
24 de octubre de 2016.

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