Los agricultores, tanto propietarios de tierras como arrendatarios, tenían puesta su esperanza en la lluvia para obtener buenas cosechas y temían las tormentas porque arruinaba los sembrados. Siguiendo una tradición antiquísima, cuando se pasaba por tiempos de pertinaces sequías o de tormentas continuas, acudían al Concejal que los representaba en el Ayuntamiento para tomaran el acuerdo de solicitar al Cabildo el traslado de la imagen de S. Torcuato desde su ermita de Face Retama hasta la catedral con el fin de sacarlo en procesión de rogativas y rezarle para que como Patrón de Guadix intercediera ante Dios para que mandara la lluvia para los campos o evitara las tormentas.