Los seises de Guadix un año más van a danzar ante la imagen de la Inmaculada Concepción de la Virgen. Se trata de una tradición peculiar, que sólo se realiza en este día en la catedral de Sevilla y en la de Guadix. Además, este año se cumplen 60 años desde que se establecieran los seises en la catedral accitana y, desde entonces, han bailado ininterrumpidamente hasta hoy.
6 Diciembre 2010 — Diocesis Granada Noticias
En torno a un centenar de personas –autoridades, usuarios, familiares y terapeutas, vecinos del pueblo con su alcalde, voluntarios y simpatizantes- asistieron al acto en el que se descubrió una placa con el nombre del Obispo emérito de Guadix y anterior Presidente del Patronato de Proyecto Hombre Granda, D. Juan García-Santacruz, dando así nombre a la nueva Comunidad Terapéutica con sede en Huétor Santillán.
Domingo cinco de diciembre, once de la mañana, Iglesia de San Miguel
Desde este mismo momento se sucederán una serie de actos y convocatorias, con carácter
preparatorio, que culminarán con la Eucaristía de acción de gracias y besamanos que se
celebrarán inmediatamente después de la fecha, que anuncie el prelado accitano, y que
quedará para los anales de la historia de la ciudad como el tercer acontecimiento de esta
índole que se ha vivido en dos mil años
Un año más Guadix volvió a honrar a su Patrona, la Virgen de las Angustias. El día grande fue el domingo: a las 12 de la mañana se celebró una Misa Pontifical, presidida por Mons. Ginés García, obispo de Guadix. Fue una Eucaristía muy concurrida, en la que hubo muchísimos accitanos y otros devotos de la Virgen venidos de los pueblos de la comarca.
Con motivo del Año Jubilar de la Virgen de Gracia y de la Institución Teresiana, el Obispo de Guadix, Mons. Ginés García Beltrán, ha escrito una Carta Pastoral en la que nos acerca los dos motivos que ocasionan este jubileo.
Hace algo más de cien años, en 1.902, llegó a este barrio de las Cuevas de Guadix un
hombre, Pedro; era un joven sacerdote, el P. Poveda. Venía con la misión de predicar en
la Cuaresma en un barrio marcado por la pobreza y la marginación social. La distancia
con el centro de la Ciudad es corta, la separación que marca la pobreza enorme; pero
los hombres de Dios, como Poveda, no miran las apariencias sino el corazón. Vio
la pobreza material, pero también descubrió la riqueza de estas gentes, por eso los
cueveros le robaron el corazón.
