Patrimonio del olvido de la provincia de Granada

La provincia que alberga el monumento más visitado de España también posee otros monumentos que casi nadie visita: unos están cerrados y otros son pasto del deterioro
08.11.10 – 02:00 – J. J. PÉREZ | GRANADA.

La Alhambra puede presumir de recibir a más de tres millones de visitantes cada año. Sin embargo, otros monumentos, mucho más modestos que el palacio nazarí, permanecen con sus puertas cerradas a cal y canto o, directamente, no son visitables porque no reúnen las condiciones suficientes. Unos se abren en momentos puntuales y otros han perdido hasta las puertas.
No todos son modestas construcciones de valor sentimental para los vecinos. El castillo de La Calahorra, una joya del renacimiento, sólo se puede visitar una vez en semana, los miércoles. El pueblo de La Calahorra vive a la sombra de un castillo que siente que le pertenece, pero del que obtiene poco beneficio. El expolio del monumento es evidente «tiene mejor imagen por fuera que por dentro», dice José Cantón quien jugó entre los muros del castillo de niño. Cantón recuerda su infancia de travesuras en el interior del castillo, en la muralla o en las inmediaciones y, mientras recuerda aquellos tiempos, también piensa en su futuro posible. Está convencido que el castillo, hoy en manos privadas, podría ser un estupendo parador. En el pueblo no dejan de escucharse proyectos y los anhelos de los vecinos se confunden con las noticias.
Monumentos mucho más modestos también sufren las consecuencias del olvido. En La Paz, un pequeño anejo de Fuente Vaqueros que no reúne el medio centenar de vecinos, la iglesia se abrió por última vez hace tres años. Fue con motivo del entierro de una de las vecinas de esta barriada, desde entonces la cerradura ha permanecido completamente cerrada.
El templo más antiguo de la Vega
El pequeño templo fue construido en 1660 y es uno de los más antiguos de la vega granadina. Los vecinos presumen de su antigüedad. La web municipal establece el horario de visitas de verano y de invierno, pero las puertas de la iglesia le llevan la contraria a la página electrónica del municipio.
Sin embargo las visitas a la iglesia son poco frecuentes. Carmen Llador bautizó a su hijo hace 13 años entre sus muros. Para conseguirlo asegura que tuvo que mover Roma con Santiago. Carmen pasa las hojas del álbum de fotos del bautizo de su hijo. El interior de la iglesia ya mostraba entonces las paredes corroídas por la humedad o la falta del mobiliario propio de una iglesia.
Enrique Gutiérrez vive pared con pared. Desde su casa se puede observar la cubierta del techo, cada día más deteriorada. Los defectos del cascarón también afectan al interior de la iglesia. Pero los vecinos están dispuestos a arrimar el hombro para la recuperación porque «en el pueblo hay gente capacitada para hacerla», dice Julio Mínguez, que añade: «No haría falta ir muy lejos para hacerla».
A mitad de camino del arreglo se encuentra en Guadix las iglesias de San Miguel y la Magdalena. Sucesivas escuelas taller durante la década pasada emprendieron la restauración de los dos templos para conseguir su transformación en espacios culturales. Sin embargo el proyecto se truncó, «faltó el último empujón», comenta el arquitecto restaurador Julio García de los Reyes. Las dos iglesias permanecen cerradas. La de la Magdalena, el templo más antiguo de Guadix, se abre para actos puntuales, la de San Miguel cerró sus puertas antes de finalizar su restauración.
Estudiantes-trabajadores salvaron a la iglesia de la Magdalena de la ruina. «La torre estaba casi en el suelo y la cubierta al borde del colapso», describe Juan Carlos. La de San Miguel había sido almacén e incluso corral durante décadas. «Los edificios históricos son maravillosos continentes para casi cualquier uso», comenta el arquitecto a la hora de proponer una utilidad para el edificio. «Guadix espera que se encuentre la manera para darles uso porque el conjunto histórico, una de las mejores joyas de Andalucía, tiene sus principales edificios cerrados», lamenta.
Vandalismo en el Poniente
Desde el Cerro Hacho de Loja se puede contemplar una de las mejores vistas de la ciudad del poniente granadino. La espadaña de la Ermita del Calvario se sustenta casi de milagro sobre uno de los laterales de lo que queda del templo. Realmente, no se puede decir que la iglesia esté cerrada, está abierta y expuesta a la intemperie.
También está expuesta al vandalismo y a la pasión de los enamorados que dejan grabados en el estuco corazones con sus nombres: Rafa y Rocío 17-5-05, Mayte y Nono 17-10-01… Las pechinas en las equinas de lo que fue el camarín no tienen cúpula que soportar.
La pequeña ermita recibe cada Miércoles Santo la visita de la Hermandad de las Tres Caídas. La hermana mayor de la corporación cree que hay algún proyecto para recuperar la ermita como museo, «pero no sabemos ni cómo ni de qué manera», comenta. María José asegura que la hermandad siente «dolor» de ver el estado en la que se encuentra el centro de peregrinación de su hermandad.
No han faltado actos voluntariosos para recuperar la ermita, como el que protagonizó hace unos años el Centro de Estudios Lojeños con el profesor José Arenas a la cabeza. Sin embargo, la tarea devino imposible y de aquel intento sólo quedan las vigas y las bovedillas que cubren parten de la bóveda. No obstante, Arenas espera que el edificio se rehabilite para que «ese símbolo de Loja siga a la sombra del monte Hacho durante más siglos».
Relegados
«Es uno de tantos inmuebles de las ciudades que con el paso del tiempo ha quedado relegado», comenta el técnico de Cultura del Ayuntamiento de Loja, Juan Alonso Sánchez. El técnico pone como muestra el Pósito en el que se ubican las instalaciones del área de cultura lojeña, que constituye «un ejemplo muy evidente de como el patrimonio olvidado en una ciudad o un territorio que se recupera para nuevos usos», dice.
El castillo de La Calahorra, las iglesias de San Miguel y la Magdalena en Guadix, la ermita del Calvario en Loja y la iglesia de La Paz en Fuente Vaqueros son sólo un ejemplo de todas las iglesias, ermitas, torres, palacios urbanos, casas solariegas, torres, molinos que forman parte de un patrimonio muy rico, pero más olvidado.

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