La catedral de Guadix se honra de tener la reliquia de una Sagrada Espina
Según narran los evangelistas Mateo, Marcos y Juan, después que el pueblo gritara a Pilatos que crucificara a Jesús y soltara a Barrabás, mandó que lo azotaran y los soldados tras cumplir la orden “lo desnudaron, le echaron encima un manto de púrpura y trenzando una corona de espinas, se la pusieron sobre su cabeza”
¿Qué pasaría con la corona de espinas después que bajaran a Jesús de la cruz para llevarlo al sepulcro? Según cuenta la tradición en los primeros siglos del cristianismo estuvo depositada y fue venerada en la Basílica del Monte Sion, en Jerusalén, según un escrito de San Paulino de Nola del año 409. En 1053, dichas reliquias, fueron transportadas a la capilla imperial de Bizancio para protegerla de robos y saqueos. En 1238, Balduino de Courtenay, el último emperador latino de Constantinopla, que entonces gobernaba la ciudad y pasaba por dificultades económicas, decidió enviar una serie de reliquias que le habían sido traídas de tierra santa, entre las que figuraba la corona de espinas, a los bancos de Venecia, depositándolas como garantía de créditos que le fueron concedidos. S. Luís, rey de Francia, al enterarse del hecho, cubrió inmediatamente los créditos del emperador de Bizancio, adquirió las reliquias y las llevó a París donde mandó edificar una iglesia, la “Sainte Chapelle”, para que los fieles cristianos la veneraran.
Siguiendo con la tradición doña Sancha de Castilla, hermana de Alfonso VII el Emperador, obtuvo por mediación del rey francés, Luis el Joven, una espina de la corona de nuestro Señor que se custodiaba en el Monasterio de San Dionís, y que posteriormente regaló al Real Monasterio de Santa María de La Santa Espina en Castromonte, provincia de Valladolid.
En España se tienen registradas alrededor de 60 espinas de la corona de Cristo repartidas por toda su geografía. A las catedrales también llegaron por distintos caminos espinas de la corona que le colocaron, para burla, al autoproclamado rey de los judíos.
En la de Guadix existe una reliquia de una espina de la corona del Nazareno que fue donada el 4 de Abril de 1609 por el que era obispo de la diócesis D. Juan Orozco de Covarrubias (1606-1610). El documento de donación fue redactado ante el Dr. D. Francisco Murga, secretario del Cabildo, siendo testigos el Dr. D. Diego de Santa Cruz y Saavedra, chantre, el Ldo. Diego de Covarrubias y el Bachiller Baltasar Cobos, racionero.
En este documento el obispo cuenta cómo llegó a poseer esta reliquia y además daba datos fidedignos para afirmar que sin ningún género de dudas era “de la corona con que Ntro. Sr. Jesucristo fue coronado en su pasión, porque visitando su señoría (el obispo) la abadía grande del monasterio de monjas que hay en la ciudad de Jaca, [¿] que es de la orden de S. Benito, en el obispado de […] en Sicilia (antes de ser nombrado obispo de Guadix lo fue de Girgenti, actual Agrigento, en Sicilia) su señoría halló que en un relicario bien guarnecido y con mucha custodia había una santa espina de la corona de Ntro. Redentor Jesucristo a la cual en día señalado toda la ciudad le hacía gran fiesta y era tenida en gran veneración y queriendo su señoría examinar la certificación de la reliquia pidió la Bula que las monjas tenían y se le trujo a su señoría, la cual era escrita en pergamino entera y sana sin cosa rayada ni borrada y que se dejaría leer (en la que se leía) que eran tres espinas las que S.S. había dado con aquella Bula a aquel convento y la data (fecha) de la dicha Bula era de más tiempo de doscientos años y cerca de trescientos, y preguntando por las demás espinas trajeron a su señoría una caja de madera antigua (arqueta) en donde había muchas reliquias y entre ella tenían otra espina que acostumbraban mojarla en el agua para dar por remedio a los enfermos sin saber ellas (las monjas) de otra, lo cual mandó que no se hiciese de allí adelante sin estar la reliquia guarnecida y como por la Bula constaban eran tres (las espinas) su señoría fue buscando con disimulación en la caja y la halló y otro día sin que lo viese otra persona más que la abadesa del convento la tomó para sí y la guardó y esta espina la ha traído su señoría siempre consigo por mar y por tierra donde se ha visto en grandes peligros y de todos piadosamente cree que lo ha librado Dios por la santa reliquia y esta es la que entrega y dona. Está guarnecida (la reliquia) en un cristal cuadrado con cuatro pilares y el asiento de plata sobredorada para que sea venerada, poniéndose en su capilla (se refiere a una capilla de la catedral en la que él deseaba ser enterrado) como está ordenado”.
El obispo Orozco donó a la catedral otras muchas reliquias cuyos documentos de autenticidad se conservan en su Archivo. Durante la Guerra Civil (1936-1939) fueron profanadas, sin embargo la de la Sagrada Espina fue encontrada al finalizar la guerra en los sótanos del Palacio Episcopal por D. Antonio Marruecos, capellán del obispo D. Rafael Álvarez Lara. Estaba fuera de su relicario, pero en lugar que se pudo apreciar y ver bien, siendo reconocida por el deán D. Juan López, el maestrescuela D. José Mínguez Jiménez y el canónigo D. Gabriel Martínez Labella (estos tres miembros del Cabildo la reconocieron, porque antes de la guerra también formaban parte del mismo y conocían esta reliquia). Actualmente se conserva en un relicario donado por el obispo D. Rafael Álvarez Lara.
Fuente: Archivo Histórico Diocesano de Guadix
Autor: José Rivera Tubilla