El uso de la madera como material de construcción limita el derroche de energía en un sector muy consumidor que produce casi una cuarta parte de las emisiones mundiales de CO2.
Hoy en día, la madera se utiliza sobre todo para la construcción de casas pasivas y/o de energía positiva, en primer lugar, porque desde el bosque hasta la obra, la madera consume menos energía que la mayoría de los demás materiales y, en segundo lugar, porque su inercia térmica limita el consumo energético de los edificios a largo plazo. Gracias a sus capacidades aislantes y a su atractivo estético, es el material elegido por los constructores especializados en este tipo de viviendas. Y no lo van a creer, proponen ¡Casas de madera de 100 m² asequibles y lujosas!
La importancia de los bosques en la lucha contra el cambio climático
Los bosques son «verdaderas bombas de CO2» que absorben una gran cantidad de gases de efecto invernadero mediante el proceso de fotosíntesis. El reto es considerable. La cantidad de carbono en la biomasa forestal se estima en 283.000 millones de toneladas, es decir, una vez y media más que en la atmósfera. Además, una vez cosechada, procesada y utilizada como material de construcción, la madera sigue almacenando el CO2 que ha acumulado creciendo. Como principal materia prima del mundo, los bosques correctamente gestionados representan entonces un aliado importante en la lucha contra el calentamiento global.
La madera: una verdadera trampa para el dióxido de carbono
En las zonas templadas, los bosques jóvenes y en crecimiento son especialmente eficaces para absorber el CO2. Gracias a la regeneración voluntaria y regular de los bosques, el efecto «bomba» funciona a toda velocidad. Los árboles jóvenes consumen mucho más CO2 que los mayores. Como principal salida para la silvicultura, la construcción es obviamente el sector clave en una estrategia para combatir el efecto invernadero, no solamente por su potencial de almacenamiento.
Si la madera como material de construcción empieza a interesar a los poderes públicos, es porque tiene muchas ventajas. El primero de ellos es el bajo consumo de energía necesario para su fabricación, procesamiento y uso. Este consumo de energía determina en gran medida el impacto de un material en su entorno. A diferencia de otros materiales, la madera consume muy poca energía: ¡cuatro veces menos que el hormigón y sesenta veces menos que el acero!
Además, los residuos de su procesamiento se reciclan en la fabricación de materiales recompuestos (laminados, pegados) y en la combustión para la calefacción. Poca energía, ningún desperdicio, podríamos dejarlo así. Sin embargo, la madera tiene otra cualidad excepcional en esta época de cambio climático: participa activamente en la lucha contra el calentamiento global. Mientras que otros materiales de construcción liberan C02 cuando se extraen o procesan, la madera lo absorbe durante el crecimiento del árbol y libera muy poco durante su procesamiento. Su balance de C02 es por tanto positivo para el planeta, y la construcción en madera se convierte en el lugar por excelencia para el «almacenamiento sostenible».