Carta al Presidente del Gobierno D. José Canalejas en contra del “Proyecto de ley de Asociaciones” – Año 1.912
Carta que el Cabildo de la catedral de Guadix envía a su obispo D. Timoteo Hernández Mulas para manifestarle su incondicional adhesión y acuerdo total con la exposición fundada y enérgica que envió al Presidente del Gobierno D. José Canalejas en contra del “Proyecto de ley de Asociaciones” Año 1912
D. Timoteo Hernández Mulas, nació en Morales del Vino, una aldea de Zamora, en 1856. Siendo ya sacerdote cursó los estudios de Derecho Civil en la Universidad de Madrid licenciándose en derecho. Con 27 años ya era canónigo doctoral de la catedral de Cuenca. En 1908 fue nombrado obispo de Guadix, tomando posesión, tras ser consagrado en la catedral de Cuenca, el 12 de Mayo del mismo año. Dos años después, el 22 de mayo de 1910, fue elegido Senador por la provincia eclesiástica de Granada. Dicho día, una vez formada la mesa electoral en el Salón del Trono del Palacio Arzobispal de Granada, bajo la presidencia de D. Andrés Manjón y Manjón, canónigo del Sacromonte, vocal D. Antonio Navarro y Navarro, arcipreste de la catedral de Granada y secretario D. Benito Caseremeiro Aurioles, doctoral de la misma, los compromisarios en representación de los cabildos de la catedral de Granada, del Sacromonte, de Málaga, Cartagena-Murcia, Jaén, Almería y Guadix eligieron por unanimidad al obispo de Guadix D. Timoteo Hernández Mulas para Senador en la legislatura de 1910-1911, tomando posesión de su cargo el 15 de julio de 1910.
El 27 de diciembre, en el reinado de Alfonso XIII y siendo Presidente del Gobierno José Canalejas se aprueba la llamada “Ley del Candado” con la que se pretende frenar la expansión de la Iglesia Católica en España. La ley tenía un artículo único:
“No se establecerán nuevas Asociaciones pertenecientes a Órdenes o Congregaciones religiosas canónicamente reconocidas, sin la autorización del Ministerio de Gracia y Justicia, mientras no se regule definitivamente la condición jurídica de las mismas. No se concederá dicha autorización cuando más de la tercera parte de los individuos que hayan de formar la nueva Asociación sean extranjeros. Si en el plazo de dos años no se publica la nueva ley de Asociaciones, quedará sin efecto la presente” Con esta disposición, entre otras cosas, se pretendía limitar el establecimiento de nuevas Órdenes religiosas en España debido a que muchos religiosos franceses, que huían de la persecución religiosa que estaban sufriendo en su país, se establecían en el nuestro.
Como se decía en esta legislación si en el plazo de dos años no se publicaba la nueva ley de Asociaciones ésta quedaría sin efecto. Por esta razón en 1912 el Gobierno presentó un proyecto de ley de Asociaciones que fue muy cuestionado por la jerarquía de la iglesia católica española. El diario ABC de 8 de agosto de este año se hacía eco de una carta del Cardenal Primado de Toledo dirigida al Presidente del Consejo de Ministros en la que entre otras cosas decía: “Ninguna razón existe, ni aún pretexto siquiera, para proponer al Parlamento una ley cuya aprobación haría imposible la vida a las Asociaciones regulares….El sentimiento religioso, a pesar de lo que se viene haciendo para debilitarlo, se mantiene entre los españoles tan vivo que no se puede lastimar y herir sin que el dolor de la ofensa haga escuchar acentos de indignación y quejas amarguísimas…Nadie se explica por qué se quiere suscitar el problema religioso, que tanto divide y apasiona los ánimos, cuando se presentan amenazadores y pavorosos el problema agrario y el problema obrero y tantos asuntos interesantísimos esperan la atención del Parlamento…”
Conociendo el momento histórico por el que atraviesa España con un Gobierno que pretende limitar los derechos que la Iglesia tenía por el Concordato establecido entre la Santa Sede y España se entiende la carta de apoyo y adhesión que el Cabildo catedralicio envió a su obispo y que transcribo literalmente.
“Carta del Cabildo al obispo D. Timoteo Hernández Mulas
Excmo. e Ilmo. Sr.
Así como en tiempos de lucha no es justo que se hallen todos frente al enemigo, el general y los jefes de las tropas, sino que deben estas seguirles constantemente y tan de cerca que vengan a ser con ellos un solo cuerpo; así también en los momentos actuales, que son por cierto de lucha contra la Iglesia, con el Papa y los Obispos, debemos estar unidos los sacerdotes y los fieles.
Por esto, habiendo V.E.I. protestado con firmeza de apóstol contra el Proyecto de ley de Asociaciones presentado a las Cortes, malo en sí porque restringe la más santa libertad, la de servir a Dios en el estado más perfecto, y empeorado por el dictamen de la Comisión que para nada ha tenido en cuenta los deseos de los católicos, y sólo se ha inspirado (así lo parece al menos) en el de complacer a los enemigos de Cristo y de su Iglesia, que por suerte son en España una insignificante minoría; es justo y equitativo que con V.E.I. estemos todos sus diocesanos, y en primer lugar y delante de todos, los que formamos su Senado Capitular.
Comprendiéndolo así nosotros, hemos acordado en la sesión última venir ante V.E.I. como lo hacemos hoy por medio de este mensaje a exponerle con todo respeto nuestra incondicional adhesión al acto realizado por V.E.I. impugnando el mencionado proyecto.
Sí, Señor Excmo, aunque siempre le somos adictos y en todo nos tiene a su lado, en cuanto por ello se significa respeto, acatamiento, veneración y obediencia, plácenos ahora por modo explícito, manifestarle nuestra adhesión más firme y sincera con motivo de fundada y enérgica exposición, queriendo con ello significar que la aplaudimos en todas sus partes, en su fondo y en su forma y que hemos visto con agrado cuanto V.E.I. en ella dice y los sólidos razonamientos con que lo apoya, pudiendo añadir en su elogio que agota V.E. en ella la materia y descubre sin género de duda el celo que le anima, la nobleza y rectitud de su procedimiento y la sinrazón del proyecto de que se trata.
Queremos más: en cuanto esto es posible, hacemos nuestras todas las afirmaciones de V.S.I. en su citada exposición, hacemos nuestros y reproducimos todos sus atinados argumentos, protestamos de todo lo que V.E. protesta y pedimos todo lo que V.E.I. pide: y esto no ya sólo porque así es y debe ser nuestra perfecta adhesión a V.E.I. sino porque la verdad defendida en su exposición se impone por sí misma y este vuestro Cabildo catedral la reconoce y propugna con todo su entusiasmo, pues las órdenes religiosas han merecido siempre bien de la religión y de la patria, tienen a su favor las leyes divinas y humanas, hacen profesión de la vida más santa , tienen su fundamento en la palabra de Cristo, son el más bello adorno de la Esposa del Cordero, influyen con su ejemplo continuamente en el mundo, subvienen a toda suerte de necesidades, realizan el ideal de Jesucristo cuya imitación se proponen, y a semejanza del Salvador divino “qui pertransiit benefaciendo et sanando omnes” van por el mundo haciendo el bien en todos los órdenes: ellas en una palabra son, como dijo S. Cipriano, la porción más ilustre del rebaño de Jesucristo.
¿Cómo, pues, no hemos de protestar de que se persiga como se hace en el mencionado proyecto? En él se las injuria y rebaja en gran manera con sólo equipararlas a las demás asociaciones: se pervierte su naturaleza y modo de ser en diversos artículos, se limita el ejercicio de sus funciones contra todo derecho, se impide su constitución en determinadas condiciones a pesar de de ser estas conforme a toda razón y aprobadas por los sagrados cánones y se las declara dependientes de la autoridad civil que nada tiene que ver en su organización y vida íntima, dependiendo como dependen sólo de Dios, a cuya singular providencia deben su origen, y de la autoridad de la Iglesia de cuya sobrenatural fecundidad son fruto el más precioso.
Más aún: en dicho malhadado proyecto se limita su número arbitrariamente, como si no fueran todas parte integrante de la Iglesia que como sociedad legal tiene derecho a difundirse y existir, tal como es y la fundó Jesucristo en el mundo entero; y como si los hombres pudieran poner límites a la voluntad de Dios, cuyo absoluto dominio estamos todos obligados a reconocer.
Y al limitarlas no paran mientes los autores y dictaminadores de tal proyecto en que con ello causan un daño inmenso a la sociedad que se aprovecha de su bienhechora influencia y violan derechos sacratísimos (lo cual nunca es lícito, ni a los gobernantes) que si no estuvieran reconocidos en nuestras leyes y expresos en el Concordato vigente, aún estarían sólidamente garantizados por la prescripción más respetable, la de los siglos.
Y si a la preparación del citado proyecto hubiera precedido la inteligencia y acuerdo con la Santa Sede, con la autoridad de la Iglesia; si en su redacción hubiera intervenido el Papa o se hubieran tenido en cuenta sus deseos o indicaciones nada tendríamos que oponer: diríamos sencillamente: “lo que el Papa en las presentes circunstancias considera bueno, sin duda bueno es; no lo podemos, no lo debemos rechazar”
Pero se ha prescindido en absoluto de su autoridad, se ha obrado contra su voluntad en cosa que tan inmediatamente y de una manera tan especial de él depende, y esto es un motivo más que nos hace decir con todo respeto a V.E.I., pero muy alto para que nos oigan todos, si V.E.I. quiere darle publicidad a este nuestro escrito: el Cabildo Catedral de Guadix protesta enérgicamente contra el proyecto de ley de asociaciones presentado a las Cortes, uniéndose muy de veras a su Rvdo. Prelado con motivo de su contundente exposición dirigida al Gobierno y relativa a dicho proyecto, en la cual se leen estas apostólicas palabras: “Non possumus”. “No, no es posible. Tenemos que protestar y levantar nuestra voz porque así nos lo manda nuestro Divino Maestro, Jesucristo”. Y porque también, Excmo. Sr., hay temores fundados de que se intente mermar a la Iglesia sus legítimos y reconocidos derechos en la enseñanza, causándose con esto daño incalculable a la sociedad que verá cundir en su seno todos los errores y desbordarse las malas pasiones y corromperse antiguas pasiones y multiplicarse todos los crímenes sin que sea parte a impedir el temor de Dios que no será conocido, ni los pueda reprimir la autoridad pública que no será respetada, créese también obligado este Cabildo Catedral a protestar, siguiendo el ejemplo de todo el Episcopado, de tales y tan perniciosos intentos, demandando del católico Gobierno de S.M. que no consienta de ningún modo se lesionen los mencionados derechos, consignados también explícitamente en el expresado Concordato, sino que los ampare y mantenga contra todo propósito sectario, sea de quien fuere.
Este es, Señor Excmo, el mensaje de adhesión que en estos momentos tenemos el honor de poner en vuestras manos, este su alcance y significado, estos los sentimientos y deseos de vuestro Cabildo Catedral en orden al repetido proyecto y propósitos relativos a la enseñanza y con motivo de su mencionada exposición.
Dígnese V.E.I. aceptar benévolamente unos y otros si a bien lo tiene y dar a este nuestro escrito el destino que juzgue más prudente, quedándonos a nosotros en todo caso la satisfacción del deber cumplido.
Dios guarde a V.E.I. muchos años para bien de su Iglesia. Guadix 15 de octubre de 1912
Fuente: Archivo Histórico Diocesano de Guadix
Autor: José Rivera Tubilla