Queridos diocesanos:
El cuarto domingo de la Pascua tiene un marcado carácter pastoral, me refiero a que es el domingo del Buen Pastor. Las lecturas de la Eucaristía de este domingo,
a lo que se une toda la liturgia, nos presentan a Jesús como el Buen Pastor. Es Él quien nos conoce y nos llama por nuestro nombre, y somos nosotros los que escuchamos su voz, y reconocemos al que nos ama y quiere lo mejor para nosotros. El Buen Pastor de nuestras almas nos reúne en un solo redil para alimentarnos con su Palabra y con su Cuerpo. Por Él, que es la Puerta, entramos en la salvación.
La Iglesia nos invita en este domingo a rezar por las vocaciones. Si cada día hemos de pedir al Dueño de la mies que envíe trabajadores a su mies, en este día lo hemos de hacer de modo especial. La mies es mucha, sigue siendo mucha, y los trabajadores son pocos. Escuchar al Señor es un deber de todo cristiano, y hemos de hacerlo cada día. No vale decir que ya encontré mi camino, el camino hay que buscarlo y encontrarlo cada día, cada uno en la vocación a la que el Señor lo llama. Seguir la voluntad de Dios es el camino de la verdadera felicidad. No me cansaré de repetir que sólo es feliz el que hace lo que Dios quiere. Es también el camino de la auténtica libertad. Sólo es libre el que cumple la voluntad de Dios.
Por eso, oremos mis queridos hermanos y hermanas, para que los jóvenes abran sus oídos, y, sobre todo, su corazón para escuchar la llamada de Dios. Que Dios sigue llamando como lo ha hecho siempre, no me cabe la menor duda. El problema no está en la llamada de Dios, sino en la respuesta generosa de los hombres. Hay jóvenes que no escuchan a Dios, pero los hay también que escuchándolo tienen miedo a “tirar de la manta”, a arriesgar en una vida de especial consagración, ya sea en el sacerdocio o en la vida consagrada. La acomodación, el miedo, el hacer lo que todos hacen, impide a muchos jóvenes dar el salto para responder a la llamada de Dios a ser feliz. Hemos de rezar por estos jóvenes, para que no tengan miedo, para que digan sí, con la sencillez que lo dijo la Virgen María. El enemigo de “y si…”, si me equivoco, si no es mi camino, si no soy capaz, si tengo dificultades, hay que vencerlo con el arma de: “Señor, lo que tú quieras, cuando tú quieras, cómo tú quieras.
El camino de las excusas nunca es evangélico: lo voy a pensar, o primero voy a hacer una carrera, o cuando sea mayor, y así un largo etc. Si un joven cree que Dios lo llama, no ponga excusas, hágalo ahora, sin miedo, sumérjase en la maravillosa aventura del seguimiento del único Señor que llena el corazón humano.
Queridos hermanos y hermanas, oremos por las vocaciones, pero también creemos espacios donde pueden nacer y crecer las vocaciones. Las vocaciones necesitan un terreno propicio para nacer y para crecer. Hoy no hay más vocaciones porque no hay vida cristiana en los niños, adolescentes o jóvenes. Los espacios de encuentro con el Señor en la oración, la Palabra y los sacramentos son fundamentales. El acompañamiento espiritual es un arma imprescindible. El descubrimiento de tantos hombres y mujeres que nos necesitan, y no sólo materialmente sino espiritualmente también lo es. Cómo necesitan nuestras ciudades, pueblos y aladeas al sacerdote, su presencia, su cercanía, su afecto; en definitiva, necesitan el consuelo de la fe, necesitan al Señor. Es algo que veo y experimento cada día en mi visita a la Diócesis.
Dice el Papa en su mensaje para esta Jornada de oración: “La vocación es un fruto que madura en el campo bien cultivado del amor recíproco que se hace servicio mutuo, en el contexto de una auténtica vida eclesial. Ninguna vocación nace por sí misma o vive por sí misma. La vocación surge del corazón de Dios y brota en la tierra buena del pueblo fiel, en la experiencia del amor fraterno”. Los padres, los sacerdotes y los religiosos con los demás consagrados, todos los cristianos, somos responsables de preparar el campo para que los jóvenes escuchen la llamada del Señor y la sigan. Sencillamente es la contribución a su propia felicidad, y así al bien del mundo entero
No buscamos héroes, super-hombres; necesitamos hombres y mujeres, chicos y chicas enamorados de Cristo, que han descubierto que la vida es para darla. Como dice el lema de la Jornada de este año, hay que salir a darlo todo. Sí, todo. Entonces el joven y la joven descubren que están hechos para algo grande. Jóvenes, descubrid que estáis hechos para algo grande.
Unidos en la oración con María y con todo la Iglesia, pedimos al Señor que nos conceda el don de numerosas y santas vocaciones.
En Guadix, a 10 de Mayo, fiesta de San Juan de Ávila, Doctor de la Iglesia y Patrón del clero secular español.
+ Ginés García Beltrán
Obispo de Guadix