El 4-1 resulta un varapalo duro para unos rojiblancos que arrancan tímidos pero que cuando mejor estaban fueron ajusticiados El Granada sufre una goleada en su estreno en la Liga Adelante con unas concesiones atrás tremendas
RAFAEL LAMELAS ENVIADO ESPECIAL.-
Hay ciertos oficios en los que se cuaja cuando la piel se llena de moratones, arañazos e impactos. Tareas en el campo donde más que acertar con la pelota hay que valorar el riesgo de equivocarse. Ser defensa no es regatear, lanzar a puerta o pasar bien. Consiste en destruir el juego del rival, en acudir al rescate del compañero asfixiado, en no regalar un palmo al contrario. Características prioritarias que ayer brillaron por su ausencia en una bisoña zaga rojiblanca. El Granada se estrenaba en la Liga Adelante tras 22 años en el barbecho con una defensa inédita, con elementos aún fuera de forma y que debutaba en pleno. Su conexión estuvo tan cortocircuitada que habilitó la goleada de un Betis mágico en la definición pero todavía en obras. Tienen artillería los de Mel pero el blanco lo puso sencillo.
Las múltiples concesiones arruinaron un partido al que el Granada saltó retraído pero que mantuvo en jaque hasta mediada la segunda parte, cuando las pifias parvularias que se sucedían en defensa colocaron la goleada a favor del Betis, un club con un terremoto institucional encima, una afición vuelta en armas contra su directiva y un equipo con menos nombre que el que fracasó el curso pasado pero tal vez con la humildad precisa para afrontar un campeonato tan duro como el de Segunda, donde las calamidades derraman puntos.
El Granada reunió los defectos del novato y aunque dejó algún regusto interesante por su profundidad en las alas, le hundieron ese pecho que había sacado tras una pretemporada interesante. El organizado conjunto que amedrentó al Málaga hace pocas fechas se agrietó ante la movilidad e inteligencia de la vanguardia verdiblanca, ante la que se abrió en canal. Sólo Nyom sobrevivió con menos altibajos. Siqueira e Iñigo López apenas han tenido preparación tras sus lesiones y estaban cortos de forma e ideas. Lo de Mensah es otro cantar. Este chico es un prodigio con un potencial incalculable pero una cabeza desamueblada. Sólo un chico imprudente se pondría a driblar en su área o se despistaría protestando al árbitro cuando el rival ronda su área. Pese a su condición de mundialista y sus exhibiciones en ataque -lo toca todo por alto- acaba del alcanzar la veintena y tiene mucho que aprender.
Con muy poco el Betis mostró su primera dentellada. Casi al cuarto de hora, Dorado marcó el gol más viejo desde un saque de esquina. Balón al primer poste y rematador que peina a la red, sin que Roberto pudiera reaccionar. El meta del Granada, que sí está curtido en la categoría, alternó acciones milagrosas con despejes inquietantes. Le faltó transmitir más seguridad.
Benítez les espabila
El 1-0 no parecía despertar tampoco al Granada, pero contó con su vertiginosa velocidad por bandas como despertador. Se fueron afilando al provocar sendas amarillas a los laterales locales. La chispa para extraer petróleo ante el empuje bético le valió el empate. Roberto despejó mal un balón y lo dejó a los pies de Castro. Su tiro fue repelido por el meta y arrancó una sucesión de pases transformada en un contraataque de manual, bien llevado por Geijo y definido con suma elegancia por Benítez, que viró con su pierna izquierda y luego disparó con la derecha como si armara un misil.
Con las tablas se percibieron con mayor claridad los costurones. Mensah no ataba en corto a Jorge Molina y el delantero no necesitó más de un aviso para poner por delante a su nuevo equipo a las puertas del descanso. Iba a ser la pesadilla del ghanés en adelante. Mensah es un futbolista en formación con un margen de mejora excelso, pero con patinazos más propios de alevín desentrenado. Sobresale en lo llamativo, en el remate a gol, pero fracasa en las acciones más rudimentarias. No es terco en la marca y se desconcentra fácilmente. Cuando el intercambio de golpes delataba un partido abierto, con Benítez y Orellana obligando a relucir al mejor Goitia, los rojiblancos se despistaron y dejaron hacer un enorme gol a Salva Sevilla, con una vaselina fantástica. Jorge Molina, a los dos minutos, agigantó la grieta con el 4-1, que fulminó a un Granada sin pies. El defecto más evidente a mejorar. Los goles llegarán porque hay arsenal, pero armar una defensa costará. Falta madurez y eso no se consigue de inmediato. Hay lecciones que se cogen con tiempo y golpes. Bofetones así enseñan.
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