Nuevos datos sobre la azarosa vida de Lorenzo Ferrer Maldonado (1557-1625)

Después de leer la novela histórica “Lorenzo Ferrer Maldonado. El misterio del paso del Noroeste”, cuyo autor es Carlos Alonso Mendizábal, creo que es necesario aportar nuevos datos sobre este personaje olvidado, desconocido, falseado:
Es probable,-porque no se tiene constancia de la inscripción en el libro de bautismos-, que un 10 de Agosto de 1557 naciera en Berja (Almería), cuando su madre se encontraba en ese momento en casa de su hermana, un niño al que le pusieron de nombre Lorenzo.

Su padre, Francisco Ferrer, en el momento del parto se encontraba en S. Quintín (Francia) con el Tercio Viejo de Veteranos de Milán del duque de Alba a las órdenes del guadijeño D. Lope de Figueroa luchando contra los franceses. Después de tres años de campaña volvía de la guerra inútil para ejercer su oficio de arcabucero, por lo que don Lope le encontró un trabajo como alguacil en el Concejo de Guadix a donde se trasladó toda la familia. La población de Wadi-as, que era de unas 9.000 almas, entre la medina y los arrabales, era mayor que la de Berja.
Tras la expulsión de los moriscos de Guadix, Francisco Ferrer, su padre, recibió tierras como pago a su campaña en la guerra junto a su amigo Lope de Figueroa.
En 1571, cuando tenía 14 años, Lorenzo salió de Guadix con los arcabuceros de don Lope camino de Cartagena, embarcando con rumbo a Barcelona donde se iba a reunir el ejército y la flota de D. Juan de Austria para luchar contra los turcos. Posiblemente en este viaje, el despierto adolescente Lorenzo recibiera las primeras lecciones sobre navegación de los pilotos venecianos y tuviera ocasión de poner en práctica sus dotes de copiar alguna carta náutica, además de ser testigo de la batalla de Lepanto.
Terminada la batalla, Ferrer con 15 años, se quedó en Mesina donde estuvo trabajando como copista de cartas marinas y recomposición de libros y códices con el cartógrafo portugués micer Joao Martines.
Tenía 18 años cuando se asoció con el portugués micer Martines, que antes de dedicarse a la cartografía había sido capitán de carabelas en expediciones a las costas de África. Con la nao “Stella Boreae” llevaban trigo sarraceno al puerto de Cartagena y aquí cargaban seda y aceite con destino a Mesina convirtiéndose así en mercader y navegante.
Decidió su maestro volverse a Faro, su tierra natal, poniendo rumbo a Sevilla. Aquí tuvo Ferrer oportunidad de recibir clases de piloto de naves del gran matemático y maestro de navegación Rodrigo Zamorano, que era la máxima autoridad de la Casa de Contratación, consiguiendo su cédula de piloto naval. Con su flamante documento tuvo oportunidad de navegar como capitán hasta las islas de Poniente (Filipinas).
Al tener conocimiento su hermano Francisco, sacerdote en Guadix, que Lorenzo residía en Sevilla, fue en su busca para pedirle que volviera a Guadix y sacara a sus hermanas, cuñados y sobrinos de la ruina en que habían quedado. Al poco tiempo de su llegada se presentó ante el corregidor Per Afán de Rivera y por recomendación de don Álvaro de Bazán se le dio el cargo de jurado del Concejo, cargo que utilizó para su propio beneficio ya que, con su habilidad para copiar documentos, falsificó una de las cédulas reales de propiedad de las nuevas tierras que habían sido arrebatadas a los moriscos expulsados tras su levantamiento y que estaban pendientes de ser repartidas entre los que combatieron con don Juan de Austria en la guerra de la Alpujarra. Con esta artimaña la familia Ferrer Maldonado recibió tierras en propiedad.
Con 27 años Lorenzo Ferrer dejó su cargo de jurado de Guadix y se trasladó a Granada donde conoció a Isacia de Zafarraya y Montiel con la que se casó, pero su dicha fue efímera pues Isacia murió a consecuencia del parto. La pérdida de su joven esposa y del hijo lo sumieron en un profundo dolor lo que le llevó de nuevo a Sevilla.
La noche del 21 de Marzo de 1588 el capitán Ferrer al mando de la nao Stella surcaba el Atlántico en busca de carga de pieles de foca que los cazadores ingleses y franceses realizaban en las tierras heladas del Ártico. Fue en este viaje en el que, según un memorial presentado al rey Felipe III, encontró el paso del Atlántico al Pacífico por el estrecho de Anian.
Durante los 20 años siguientes siguió navegando, negociando, pintando retratos de señoras acaudaladas, y acumulando riqueza. En las épocas en que estaba en tierra firme residía unas veces en Granada y otras en Sevilla.
En Enero de 1609 dejó Sevilla para establecerse en la villa y corte de Madrid en busca de una vida más tranquila. El 12 de Enero de 1625 moría a la edad de 68 años, en una posada de la calle Silva, el capitán de mar, explorador, calígrafo, cartógrafo, pintor, sanador, alquimista y descubridor Lorenzo Ferrer Maldonado. Fue enterrado en una capilla que la familia Henestrosa tenía en la iglesia parroquial de S. Martín de Tours, de los benedictinos, en la calle Desengaño de Madrid.
En Guadix, pueblo de su infancia y juventud o tal vez de su nacimiento, pusieron el nombre de Ferrer Maldonado a una calle que después cambiaron por el de Aben Tofai.

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