Miguel Ángel no imaginó, cuando estudió griego, que acabaría en la capital helena
25.07.10 – 02:18 – ISABEL ALCÁNTARA |
Tan solo tiene 28 años, pero posee ya una juventud bien aprovechada. En la última década, Miguel Ángel Monteagudo no ha parado quieto. Es accitano de nacimiento y con residencia «habitual» en la capital de la provincia, como él especifica entre comillas, porque el corazón lo tiene asentado «en el eje Guadix-Granada».
Desde que inició sus estudios de Traducción e Interpretación en 1999, ha pasado por Limerck (Irlanda), Londres y Barcelona. Y ahora, desde el pasado mes de octubre, es la ciudad griega de Atenas quien lo acoge.
Se licenció en 2003 y durante la carrera eligió griego moderno como asignatura de libre configuración. «Empezó como un pasatiempo y entonces, no me podía ni imaginar que llegaría hasta donde estoy hoy», cuenta Miguel Ángel. Había sido becario del Estado griego dos veces y tuvo «la suerte» de visitar este país un verano, en el año 2000.
Desde entonces, confiesa que se quedó prendado y que su sueño era instalarse allí una temporada. Y sus deseos son órdenes. Actualmente compagina la tesis doctoral con la traducción por cuenta propia, como ‘freelance’, además de dar clases de español. Por lo que define que su situación en Atenas «es ideal», combina las dos cosas que más le gustan, traducir y estar en contacto directo con la gente, que lo consigue a través de la docencia.
El país de «la otra punta del Mare Nostrum» le resulta lejano y cercano a la vez. Obviamente lejano por la distancia, y cercano porque despierta cierto halo de nostalgia que le aproxima a la España de hace 20 años. «A menudo observo escenas que me traen recuerdos de mi infancia, como los cines de verano o los vendedores ambulantes de mazorcas de maíz a los pies de la Acrópolis de Atenas». Aunque esta morriña también, a veces, sea para mal, como le ocurre con el caos del tráfico: «Es una ciudad pensada para los coches».
Valores del sur
El talante afable y abierto de sus gentes, además de la hospitalidad que desprenden, le hacen sentirse junto a Andalucía. «No es el país más rico ni organizado, pero se respira la cultura del ocio, esa otra escala de valores que tenemos los pueblos del Sur». En su estancia, no es todo un camino de rosas, pero reconoce que ahora se encuentra mucho más en casa que cuando vivía en Barcelona, «el carácter aquí es mucho más cercano al andaluz».
En Atenas ha sido consciente como en ningún otro sitio del paso del tiempo y de la historia. Su paseo favorito comienza cuando sale de casa y en quince minutos se planta frente a la Acrópolis, coronada por el Partenón, «¡con sus 2.500 años de historia!». Continúa por el Areópago, donde San Pablo predicó el Cristianismo en el siglo I d.C. Callejea por Anafiótica «una especie de Alabayzín en miniatura» y termina en la plaza Syntagma, con su Parlamento neoclásico del siglo XIX. «Los contrastes son brutales, en un paseo que no dura ni una hora». De la capital griega, este joven también admira su vida al aire libre. Cuando llega el calor, la ciudad se llena de terrazas, tanto en las aceras como en las azoteas, con permanentes vistas espectaculares. Algo de lo que también disfruta desde las colinas del Licabeto y el Filopapo.
Visionar, como antaño aquí, una película en un cine de verano, es otro de los placeres con los que Miguel Ángel se deleita. Igual que con la sobremesa en los bares, restaurantes y tabernas por las que para a degustar la gastronomía típica. «Es sagrada, puedes estarte hasta dos horas después de terminar de comer, que nadie te va a echar», algo que mejora aún más si te regalan el postre con un dulce tradicional, como ocurre en algunos locales. La inmensa oferta en la vida cultural griega, que abarca desde espectaculares producciones a exhibiciones alternativas y gratuitas en centros cívicos y espacios abiertos, también cautivan la inquietud del accitano. Además, allí se celebra el Festival de Verano, que inevitablemente le traslada al granadino Festival de Música y Danza, recientemente celebrado.
La última cosa que enamora de Atenas a Miguel Ángel es su cercanía al mar. «Es una gozada poder cambiar el escenario urbano del cemento por el azul del Egeo con sólo coger el tranvía o el autobús». Por todo esto y para dar a conocer lo que ofrece la desconocida y, a veces minusvalorada villa por los turistas, este joven creó un blog (http://chinponenatenas.blogspot.com) en el que reivindica «los encantos ocultos de esta ciudad».
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