Ha muerto un hombre bueno, don Carlos Ros González, presbítero, canónigo de la Santa Iglesia Catedral de Guadix, y fundador, en 1956, de su Escolanía, los Niños Cantores.
Hombre bueno, porque así ha desfilado en su recorrido vital: haciendo el bien a todo aquel que a él se acercaba con una demanda, o sin ella, simplemente como cualquier interlocutor. Testigos de ello son muchas humildes personas de la ciudad, a quienes atendía con asiduidad, desde una austeridad proverbial. En este aspecto, quizá sea esa humana y extrema humildad el rasgo más característico de su persona y vida.
Presbítero comprometido con su ministerio, crítico con algunas decisiones de la Jerarquía, hizo de su vida un continuo testimonio, basado siempre en una piedad sin límites: sólo muy avanzada su enfermedad dejó sus obligaciones diarias con el breviario, y no cesaba de lamentar esta imposibilidad con quienes le visitábamos. Pero esta piedad tenía una firme base: su fe, inquebrantable, firme, real, únicamente comparable con la mostrada por Abraham.
Fundador de la Escolanía, nos enseñó a muchos miles a rezar cantando y, con el tiempo, se convirtió en maestro de maestros, mostrando un excepcional cariño a los niños. Nos supo infundir ese amor, y nos transmitió toda una serie de valores, de los que hoy echa a faltar la sociedad. Fue, para muchos de nosotros, un segundo padre y, cuando alcanzamos cierta madurez, el fiel amigo que tanto anhelamos los humanos. Con su Escolanía, paseó el nombre de Guadix por el mundo.
Podrá estarse o no de acuerdo con él, mas nadie puede poner en duda su fe cristiana, su integridad, su hombría de bien y su magisterio sin par. D. E. P.
Francisco Hernández Cruz