Había una vez,… en la Comarca de Guadix
Había una vez vida en una comarca, vida pobre pero vida, existían pueblos con casas viejas pero gente joven, padres con hijos, abuelos con nietos, casas con puertas abiertas, vecinas que pedían una cebolla, un tomate o simplemente una hoja de perejil.
Hermanos que se ayudaban a pasar el hambre con la esperanza de que su pueblo avanzara en el tiempo, pero no, aquel sueño de muchos y de todos se fue esfumando en una comarca como la de Guadix y Marquesado del Zenete.
La comarca vio como aquellas puertas abiertas fueron cerrándose, padres e hijos fueron despidiéndose de aquellos lugares donde habían nacido y crecido pero no podían quedarse en la miseria que les rodeaba, era insultante.
No podían más pues no se le veía futuro alguno; empezaron a irse cada cual como pudo empezando de un primo que tiro de otro, o un hermano y lo mismo.
Fueron años tristes las casas echaban las llaves, aquellas de hierro grandes, como grande era el corazón de los que se iban y sobretodo de los que por la edad se iban quedando.
De pronto solo se veían mujeres con ropa negra y pañuelo sobre sus cabellos blancos por el pasar de los años de sufrimiento.
Así se cerraba poco a poco el trabajo que había y solo se oía decir, ¡María tu hijo donde ha ido! Y otra vecina respondía, ¡Alemania!
Y con lágrimas en los ojos y sonrisa en los labios la cual dibujaba su pequeña esperanza de que sus hijos prosperaran, y con eso se conformaban.
Fueron años oscuros sin saber nada de los que se iban, hasta pasar los años en los en los que se podían acercar a sus pueblos, habían conseguido trabajo los que dejaron hijos y padres, que más tarde venían a por ellos pero sin contar las penurias que estaban pasando.
¡Mirad, el hijo de María! Ha venido bien y contaban cosas que luego no eran verdad, pero así unos con otros se fueron marchando bien a Madrid, Barcelona, Suiza, Alemania…
Solo querían alejarse de la miseria de nuestra tierra, la cual amaban, pero no se podía vivir y a pesar de pasarlo mal se fueron.
Al pasar los años vuelven a su tierra con ilusión de ver prosperar algo de aquello que dejaron y ¡Ay triste de mí que todo sigue igual!
No se ve un ápice de prosperidad, no hay industrias, el campo está abandonado, aquellas tiendas y almacenes incluso aquella mina que tanto trabajo dieron también con dictadura y ahora en democracia está toda cerrada.
Pena de nuestra tierra, pena de aquellas mujeres de luto que quedaron viudas sin hijos porque se los llevo la emigración y ahora ¿Qué pensarían? ¿No valió la pena vaciar nuestros pueblos? ¿Todo sacrificio fue en vano? ¿Es que no hay personas que trabajen por nuestra comarca? ¿ Es que no hay políticos sanos que piensen en dar vida a nuestros pueblos?.
Aquí si diría yo levantad la cabeza y pisar el suelo para ver como entre todos los que se fueron, los que nos quedamos, podamos usar la llave de hierro grande, que se abran puertas y ventanas, casas, cuevas, tiendas, minas y sobre todo abrir la conciencia de levantar nuestra comarca con sus defectos y virtudes, pena de mi tierra, pero hay que entre todos levantar lo que se hundió.
¡Arriba ese ánimo! ¡Arriba nuestra comarca con el marquesado y sus pueblos!
Agradecer a Huete, Damian, Maria Angeles por su interés desinteresado de levantar nuestra tierra a través de su esfuerzo y trabajo en los proyectos como El Camino Mozárabe y Primera Feria de Productos de Nuestra Tierra.
Mil Gracias, Ara Beas