Fragmento del reportaje «The Gravediggers from Guadix (Marie Menken) en el año 1960.
En este reportaje aparecen los hermanos fosores de Guadix cavando fosas en el cementerio accitano.
Hermanos Fossores de la Misericordia
Esta institución religiosa, considerada como una de las más originales surgidas durante el siglo XX en el seno de la Iglesia, tuvo su origen de forma providencial en el año 1952. Su fundador, conocido actualmente con el nombre de Fray José María de Jesús Crucificado, formaba parte de la Congregación de Ermitaños de San Pablo y San Antonio, establecida en la sierra de Córdoba. En la primavera de dicho año llegó de visita a las ermitas cordobesas un sacerdote de la diócesis de Guadix: don Manuel Gallardo Capel, cura párroco de Cúllar-Baza. Entabló relación Fray José María (entonces llamado Fray Hilarión de la Sagrada Familia) y éste le comunicó su proyecto, inspirado en el Libro de Tobías (1,16-18), de fundar una congregación dedicada a cumplir, de forma específica, las dos últimas obras de Misericordia: enterrar a los muertos y rezar por los vivos y difuntos. El citado sacerdote, a su regreso, transmitió tal propósito al obispo de Guadix, don Rafael Álvarez Lara, que lo acogió con entusiasmo. Y, tras las necesarias gestiones con el obispo de Córdoba, fray Albino Menéndez Raigada, se concedió la autorización correspondiente para que el mencionado ermitaño, acompañado de otro ermitaño, llamado fray Bernardo de la Cruz, se trasladaran a Guadix e iniciaran su tarea fundacional. Con la aprobación del Ayuntamiento accitano, se realizaron las obras de acondicionamiento de una vieja casilla, situada junto al cementerio, y en ella, de una forma muy modesta, se instaló la primera comunidad, que comenzó a actuar el día 11 de febrero de 1953, bajo el patrocinio de Nuestra Señora de Lourdes. El 16 de julio de 1958, sería erigida por decreto episcopal como “Pía Unión”.
La nueva institución religiosa fue acogida con gran interés y admiración por el pueblo de Guadix y, debido a su originalidad e impacto social, la noticia no tardó en divulgarse por otras regiones de España. Pronto llegaron peticiones de distintos municipios que, a medida que se fue nutriendo de vocaciones y formando a sus nuevos miembros, fueron siendo atendidas de forma pausada y razonable. Así, a través de seis años (1953-1969) se fundaron hasta siete comunidades de Hermanos Fossores en otras tantas poblaciones: además de Guadix, Jerez de la Frontera, Huelva, Vitoria, Pamplona, Logroño y Felanitx (Mallorca). Cada fundación supuso una larga cadena de gestiones, tanto con la autoridad municipal como con la eclesiástica, hasta llegar a un convenio aceptable para ambas partes.
Por cada casa fundada pasaron una serie de hermanos, capellanes, concejales y personas bienhechoras que contribuyeron generosamente a su desarrollo y sostenimiento en el orden material y espiritual. Y en cada comunidad se vivieron los avatares propios de todo grupo humano, aunque, como en este caso, estuviera animado por la fuerza del Espíritu y estructurado por los elementos de la vida religiosa. Hubiera sido deseable que las siete comunidades citadas pervivieran hasta hoy. Pero, la crisis vocacional de las últimas décadas, extensiva a toda la Iglesia, y con especial incidencia en esta institución de características ciertamente duras, ha obligado a ir cerrando sucesivamente cinco casas, con la pena consiguiente, tanto de los Fossores como de las poblaciones afectadas, hasta quedar reducidas a dos: Logroño y Guadix.
A pesar de ello, la Pía Unión de Hermanos Fossores de la Misericordia, sigue desarrollando su labor carismática con entusiasmo y llena de esperanza. A los nueve miembros profesos, se unen actualmente un novicio y un aspirante, ambos jóvenes, que son la promesa y el signo de un futuro mejor, al servicio de la Iglesia y de la Sociedad.
Leovigildo Gómez