No hay muertos anónimos en el cementerio de San José de Guadix, al menos no es así para los Hermanos Fossores de la Misericordia
31.10.10 – 02:58 – J. J. PÉREZ | GUADIX.
No hay muertos anónimos en el cementerio de San José de Guadix, al menos no es así para los Hermanos Fossores de la Misericordia que, en su día a día, rezan por los vivos y los difuntos. Así lo afirma Fray Tobías quien asegura que su trabajo es igual en todos los rincones del cementerio y es que la muerte todo lo iguala como cantara Jorge Manrique.
Sin embargo, el tiempo ha borrado el nombre de muchas de las tumbas. El Patio 1 del cementerio accitano es el que más lápidas con los nombres borrados aparece. «Olvidados… o no» dice Fray Tobías, «porque no sabemos si sus familias los recuerdan, pero hay mucha gente que se fue y no puede venir».
En el Ayuntamiento de Guadix confirman que la emigración de décadas pasadas ha llevado al olvido a algunas de estas tumbas. Sin embargo, el olvido es relativo en fechas como las del primero de noviembre, «porque muchas veces los familiares de sepulturas vecinas siempre se han acordado y han dejado alguna flor en sus lápidas».
Entre las tumbas olvidadas, pero famosas del cementerio accitano, se encuentra la de los tres aviadores franceses fallecidos en accidente en Guadix en 1922. Actualmente sus restos se encuentran en un nicho que durante años han recibido flores de los accitanos.
Pero no siempre el tiempo es el olvido. Patro Guerrero sigue arreglando el nicho de su bisabuela, María Jesús Hernández Vera, fallecida en 1878. Su hija -la tataranieta-, Susana Leyva le acompaña en la labor de arreglar la tumba en la que además se conservan los restos de otros familiares. El cuidado del nicho ha mantenido a Patro en contacto con su árbol genealógico.
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GRACIAS, HERMANOS FOSORES
He conocido algo de cerca a los Hnos. Fosores del CAMPOSANTO de Logroño. Sé que han hecho y hacen una excelente labor, no solo del trabajo de «enterrar» a los muertos, la sétima obra de Misericordia de las corporales, como enseña el Catecismo, sino también de rezar por los difuntos. Familiares y amigos saben que cuando entierran a uno de los suyos, queda en buenas manos. Lo han recibido en la puerta de Camposanto con los cánticos de la liturgia, siguen en procesión, sí, procesión (no muchedumbre-cumplimiento), cantando los salmos, y acompañan a los deudos con su fe, su oración, su esperanza, trasmitiendo su certeza de Resurrección.
El Día de Todos los Santos y el Día de Todos los Fieles difuntos, especialmente se percibe la atención, solicitud, esmero y «ejercicio» de Fe en la Resurrección, de estos Hnos. Fosores. Sin hacer discurso, nos hablan de Fe, de Esparanza, de fidelidad a la enseñanza de Jesús, que después de esta vida, los que han creído y esperado en el Señor, alcanzan la Vida eterna, donde no habrá pena ni llanto. Los familiares del difunto, reciben, al menos, algo de esta vivencia de los Fosores. No es poco su apostolado y aun su Misión.
Lástima que sean tan pocos, y que solamente dos cementerios están asistidos por los Hnos. Fosores. Yo no sé si hacen algún tipo de invitación a algunos hombres sobre esta vocación ya alabada en el Antiguo Testamento, y especialmente en Tobías.
Dios quiera que, a pesar de los pésimos tiempos que hoy corren para la Fe asfixiada, o precisamente por eso, hubiese vocaciones para dar sentido a su vida, dando testimonio de Fe y esperanza que Jesucristo nos da de la Vida eterna. Y precisamente por ello, tiene sentido pleno nuestra temporal existencia aquí sobre la tierra.
Que Dios suscite vocaciones para este carisma-Obra de Misericordia de Enterrar a los muertos, desde la Fe en la Resurrección para la Vida eterna.