Guadix – La ciudad a través de sus nombres

Guadix es tan vieja y noble que se tiene por una de las ciudades más antiguas de España. Ello significa que sobre su actual solar se han asentado culturas hoy desaparecidas, a su vez, suplantadas por otras ya también extinguidas. En ese largo tránsito histórico, cada civilización ha adaptado el hábitat a su idiosincrasia, y como consecuencia el urbanismo de la ciudad ha estado sometido a un proceso de destrucción-construcción que todavía continúa y continuará en el devenir histórico.

En la actualidad observamos algo de lo que existió en el pasado, pero lo que desapareció sólo puede ser rastreado en sus cenizas por la arqueología. Por ello, para comprender bien lo que vamos a ver en nuestro itinerario y también lo que fue pero ya no es, proponemos realizar antes una lectura de los hitos más importantes de su historia urbana, una historia que puede ser sintetizada a través de la evolución del propio nombre de la ciudad.
De Acci a Julia Gemella Acci
El origen de Guadix es tan remoto que no podía faltarle una fundación noble y legendaria. Hay alusiones que atribuyen a Pigmalión, rey de Tiro, la colocación de la primera piedra de la ciudad, allá por el año 818 a. C.
De lo que sí hay certeza histórica es de que fue un oppidum ibérico, Acci, topónimo que algunos lo relacionan con la abundancia de vides, pero su extensión no se conoce con exactitud. Probablemente, este Guadix antiguo se asentó sobre la colina de arcilla –una “colina sagrada” porque en ella se hacían libaciones al dios Atón-, que hoy marca su casco más antiguo. Han aparecido restos cerámicos y de un urbanismo bien desarrollado en la calle Palacio, en la calle Concepción y en el solar del cine Acci. Hacia el 45 a. C., Roma ocupa el asentamiento ibérico tras la batalla de Munda y refunda una ciudad, claramente latina: Colonia Julia Gemella Acci.
Este largo nombre nos explica las características de la refundación de la ciudad. El vocablo colonia, viene a decirnos que Guadix tuvo el estatuto jurídico administrativo superior que Roma concedía a las ciudades, cuyo principal privilegio es que fue eximida de muchos impuestos. Estos favores se pueden explicar por la actitud receptiva de los indígenas hacia el invasor, y por que en ella se asentaron los veteranos de las legiones I y II que participaron el la batalla de Munda.
La palabra Gemella es, para algunos historiadores, la explicación del asentamiento inicial. Los itálicos no ocuparían el oppidum ibérico, que seguiría siendo habitado por los indígenas, sino que se instalarían al lado de él, dando lugar a una ciudad doble, con dos núcleos gemelos. Sin embargo, las excavaciones arqueológicas demuestran que pronto se impuso el modelo romano, con construcción ortogonal y amplia infraestructura de cloacas y acueductos.
La Acci romana no debió ser una gran ciudad, aunque la arqueología tiene todavía mucho que decir. En las fuentes literarias la citan Ptolomeo, Plinio y sobre todo cuando se describen las vías romanas del Sureste Peninsular, pero su importancia viene avalada por el hecho de ser -según muchos autores-, la sede episcopal más antigua de España.
Con la decadencia que siguió al Bajo Imperio, Guadix pierde poder y su conciencia de ciudad, lo que significa, si no su ruina total, sí una pérdida importante de su población, que ocupa el territorium, en torno al río. El centro urbano se reduciría a la parte alta y comenzaría a amurallarse.
Leyenda de los Siete Varones Apostólicos
Es un relato en el que se contextualiza el nacimiento de la sede episcopal de Guadix. Según él, San Pedro y San Pablo ordenaron obispos en Roma a siete varones, entre ellos San Torcuato y San Cecilio, y los enviaron a predicar a España. Al llegar a Acci, donde se celebraban fiestas en honor de Júpiter y otros dioses paganos, fueron reconocidos como cristianos y por tanto maltratados y perseguidos por sus habitantes hasta el río, con tan mala fortuna para los perseguidores, que al atravesar un puente, éste se hunde y perecen. Este hecho fue considerado milagroso por el pueblo pagano, de forma que una noble dama llamada Luparia, tras ser instruida por los varones, se convirtió al cristianismo junto a muchos habitantes que en principio rechazaron a los predicadores.
La señora acogió a los varones y construyó varios templos para la naciente comunidad de cristianos, de la que Torcuato fue nombrado obispo. El resto de los predicadores se dispersaron por otras tantas ciudades, entre ellas Ilíberi y la cercana Abla, donde se instalaron Cecilio y Segundo respectivamente. Finalmente, todos ellos sufrieron martirio; San Torcuato lo recibió en un lugar cercano de Guadix, conocido como Face Retama, el 15 de mayo del año 66, donde pervive una ermita y una cueva. Allí había un olivo maravilloso que florecía en la víspera de su fiesta y producía aceitunas de efectos curativos.
Tras la restauración de la silla episcopal en 1.492, la tradición de San Torcuato no es reivindicada. Ciertamente se conocía el episodio de los Santos Varones, pero por esta época los patronos con más fuerza de la ciudad son Nuestra Señora de la Encarnación y San Miguel, aunque en el Sínodo de Martín Ayala ya se cita a San Torcuato como patrono.
Fueron los jesuitas, en el reinado de Felipe II, los que encumbran en Guadix la figura de San Torcuato, como consecuencia de haber encontrado un fraile de Galicia noticias sobre el santo y su sepulcro en un convento de Celanova. Finalmente, las reliquias fueron traídas a Guadix y pasadas solemnemente por la puerta de Bazamarín en 1.593.
¿Qué dice la crítica histórica?
El relato sobre los Varones Apostólicos se contiene en manuscritos del siglo que X, que recogen otros anteriores. Los historiadores de la iglesia consideran que el episodio carece de valor histórico y su origen lo atribuyen a un mozárabe poco escrupuloso que huyó de Al-Ándalus hacia los territorios cristianos del norte de la Península, donde, con una intencionalidad claramente propagandística e ideológica, concibió el fantástico relato, allí donde nadie podía contradecirle. Al parecer tomó los nombres de los varones de una lista de obispos que circulaban desde más antiguo.

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