REFLEJOS DE D. CARLOS ROS A UN ESCOLANO por Andrés Asensio Martínez

En este quincuagésimo aniversario de la Escolanía de Guadix, quisiera rememorar la figura de su fundador, desde la mirada de un escolano cualquiera y en el que queda impresa para siempre, tanto en la retina, como en el corazón y el recuerdo, la semilla de D. Carlos.

Él, nos moldeó de tal forma, que sin darnos cuenta ha conformado varias generaciones de hombres, con unas características muy definidas, reflejos todas ellas de sus distintas aristas como Sacerdote, como Persona con mayúscula y como Educador.

En su faceta de sacerdote, se me ocurre, que aquí se hace buena la Parábola del Sembrador, su semilla cae en todo tipo de tierra y cuando el grano se pudre germina y da fruto. ¿Quién de nosotros no lleva dentro la devoción a María?. ¿Os acordáis del mes de Mayo?.¡Qué olor especial tenían para nosotros aquellas MISAS DE FLORES a tempranas horas de la mañana, con nuestra sotanilla azul, aquellos cantos a María invocando su pureza!. ¿A quién de nosotros no le arañó su compromiso coherente con su sotana de por vida, impertérrito a los vaivenes de los tiempos?. ¡Cómo supo obedecer sabiamente a la jerarquía establecida, siempre en su convencimiento de que el Reino de Dios era posible en nuestro pequeño mundo!.

¡Cuántas cosas nos transmitió como ser humano, qué ejemplaridad en sus planteamientos patrios. Con qué humildad planteó siempre sus argumentos,¿os acordáis de su madridismo futbolero?. ¿Os acordáis con qué sencillez siempre se sentaba en la última fila del autocar, en el último asiento, que era el que más saltos daba y aseguraba la infranqueabilidad de la puerta de la Autedia?. ¡Con qué sencillez aceptaba la responsabilidad de traernos, llevarnos y cuidar de nosotros, vigilante permanentemente y conocedor de las travesuras de todos los escolanos, de las que luego y a toro pasado hacía chistes y se los contaba a los mayores y se reía con carcajada abierta con sus hoyuelos en la cara y era aquí cuando dejaba entrever aquel ángel que llevaba dentro!.

Si algo le reprochamos es que fue un mal árbitro, siempre que jugábamos y arbitraba Don Carlos, perdía la Escolanía, siempre las faltas y las ventajas eran a favor del contrario. !Qué duro nos curtía hasta en el juego!.

¡Con qué respeto discernía los planteamientos de nuestros padres hacia nosotros, los cuales no coincidían con nuestras apetencias de niños y jóvenes, pero él sabía adecuarlos y justificarlos, defendiendo siempre la autoridad de nuestros padres!. ¡A que nivel, siempre, nos los ponía, qué gran respeto y admiración les otorgaba por humildes que estos fueran!.

Recuerdo una vez, estaba yo casado y con hijos, hablamos de esta cuestión y me decía: “Andrés los que no somos padres, terminamos la jornada, llegamos a nuestra casa, cerramos la puerta y a dormir. Los que sois padres, no termináis la jornada nunca, no cerráis vuestra puerta y cuantas veces ni dormís”. ¡Qué cierto era y qué visión tenía D. Carlos de los tiempos!.

Y en su faceta educadora, ¡cómo nos marcaron su rigidez en el estudio, con qué entrega y originalidad nos transmitía!. ¿Os acordáis de los pueblos en verso?: Madrid, Chinchón, Colmenar, Alcalá de Henares, Getafe, El Pardo, Aranjuez, El Escorial, Navalcarnero y Buitrago, y así todas las provincias de España.

Fue un hombre sabio, apoyándose siempre en la constancia, en la seriedad, porque no solamente sabía sino que además sabía enseñar.¡Como nos curtía ante las pequeñas adversidades propias de la infancia, con su famosa frase del “aguantoformo”. Con qué facilidad asumía el papel de Padre hacia nosotros y con qué categoría y sobriedad. Recuerdo que cuando terminábamos tarde de cantar o las inclemencias del tiempo eran manifiestas, a los de la Estación nos llevaba en taxi, ¡qué lujo entonces!.

¿Os acordáis de las famosas “cocas”?, ¡cómo se le escapaba el brazo ante un aleluya a destiempo!. Cuántas veces nos echó de los ensayos para no contagiar, ante un bostezo el cual entendía él, que era aburrimiento y nos mandaba a nuestra casa.

Detalles, sólo detalles, que tenían un mensaje para mantener el rigor en las cosas bien hechas.

Y de aquellos días en Jerez, ¿os acordáis, de la barca que no era marinera porque casi siempre estaba boca a bajo?. De las veladas de guiñol, que llamábamos cristobicas, de las tablas de gimnasia a primera hora de la mañana y de las siestas a la sombra de los castaños.¡Cuántos rosarios rezados en el descanso de la larga caminata por la sierra, los cuales nos hacían por efectos de la altitud, del paisaje y del cansancio encontrarnos más cerca de Dios!

¡Qué navidades aquellas, con cuánto mimo se hacia el Belén, nuestro Belén, con qué maestría convertía nuestras aulas de aprendizaje en salas de divertimento, pin-pon, palé, sabíamos dónde se guardaban aquellas bolsas de caramelos, aquellos famosos caramelos redondos, envueltos en papel transparente, había incluso bandeja de mantecados y anís para invitados mayores!. ¡Quién no recuerda los villancicos en la calle ,pidiendo con el revés de la pandereta, cómo se nos quedó el alma impregnada del cascabeleo y Reyes Magos!.

Y por último, ¡cómo no hacer mención, a esa hulla tan profunda que nos incrustó Don Carlos en el corazón, el gusto por la música, el coro en si, la rondalla, los seises!.

Yo creo que a todo escolano cuando oye en los postreros años de la vida, el Ave María, el Aleluya, o los propios villancicos, no puede evitar que se le erice el vello, que la memoria se le embote de recuerdos y el corazón se le ensanche de felicidad, en reconocimiento a una obra llamada “Escolanía” hecha por un sembrador de virtudes llamado D. Carlos.

Muchas gracias.

Andrés Asensio Martínez
25-diciembre-2005
50 aniversario Escolanía de Guadix

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